El presidente Mauricio Macri se hizo una serie de chequeos de rutina y le descubrieron un quiste en el páncreas. Según señaló el Gobierno en un comunicado oficial, el quiste es “preexistente y de carácter benigno”. De todas formas, los médicos le hicieron una serie de estudios complementarios en el Centro de Diagnóstico Maipú y resolvieron que no debe seguir ningún tratamiento. Este hallazgo es el último de una serie de tratamientos que recibió Macri a lo largo de sus casi tres años como Presidente, que incluyeron una costilla rota (producto de jugar con su hija Antonia) y un tobillo y una rodilla con distintos problemas que se agravaron cuando intentó jugar al tenis.

Macri debió pasar por un chequeo de rutina en mayo, que incluyó un examen de sangre y de orina, una ergometría y una ecografía general. En esa oportunidad le encontraron el quiste pancreático, que el Gobierno omitió informar a la población. Fue a la espera de nuevos estudios que se hicieron ayer y que terminaron de confirmar que se trataba de un quiste benigno. La prueba de esfuerzo y la ecografía arrojaron resultados satisfactorios, en tanto que restan esperar los del análisis de sangre y orina”, decía el comunicado de mayo.

El de ayer afirmaba que “una ecografía abdominal mostró la existencia de un quiste pancreático preexistente de carácter benigno”. “En el mismo Centro, se le realizó una resonancia magnética y se obtuvo el mismo diagnóstico por lo que no es necesario realizar tratamiento alguno”, indicaron. La resonancia magnética es un estudio que permite ver con mayor precisión los tumores que la ecografía. Es por eso que la Unidad Médica Presidencial, a cargo de Simón Salzberg, decidió hacerle este estudio para terminar de descartar otras posibilidades. De esta manera, Macri no deberá pasar por ningún tratamiento. 

No fue la primera ni la última novedad médica que tuvo el presidente. Ya en su primer año de Gobierno tuvo una fisura en el arco posterior de la décima costilla. Fue el 8 de enero de 2016. No llevaba más de un mes en el Gobierno. “Mientras jugaba con su hija Antonia, el jefe de Estado perdió el equilibrio y cayó haciendo peso sobre un costado del cuerpo”, fue la explicación oficial. Tuvo que hacer reposo, lo que le permitió faltar a la cumbre de la Unasur un espacio regional que su gobierno fue desactivando para retornar al alineamiento con Estados Unidos.

En junio de 2016, le detectaron una arritmia. Le hicieron una arteriografía, entre otros estudios, y luego fue dado de alta. En esa oportunidad, el Gobierno también hizo un intento de ocultar el estado de salud de Macri. No ocurrió lo mismo con la operación de su rodilla en julio de 2016. Fue por una vieja dolencia que se agravó mientras jugaba al paddle. Le debieron hacer una operación en los meñiscos. Luego pasó por una segunda artroscopía. En diciembre de 2016, Macri debió ser operado por un pólipo que se le generó por el uso intensivo de las cuerdas vocales. En este caso, se trató de una microcirugía láser.

El mandatario sufrió, por otra parte, una “leve descompensación” por la altura y el calor mientras se encontraba en Ecuador el 24 de mayo del año pasado. Antes de su llegada a la presidencia el momento más crítico fue durante su casamiento con Juliana Awada en Tandil. Macri hizo una imitación de Freddy Mercury y se tragó el bigote postizo que se había puesto. Comenzó a asfixiarse, pero tuvo la suerte de haber invitado a Jorge Lemus –dos veces ministro de Salud, en Ciudad y en Nación– quien le practicó una maniobra para salvarlo.