“No vamos a acompañar nunca más tus proyectos”, le dijo uno de sus colegas a una diputada nacional santafesina. No quieren dar nombres, el trabajo para juntar votos fue arduo, y ninguna prioriza esa denuncia al avance de la ley. Pero el apoyo a la legalización del aborto no fue gratis. A la diputada formoseña Inés Lotto le pintaron el frente de la casa, al diputado radical cordobés Mario Negri le mandaron amenazas por celular, mencionando a sus nietos. Los arzobispos de todo el país se comunicaron con diputadas y diputados que estaban a favor del aborto. En algunos casos, con sugerencias como la inclusión de la objeción de conciencia, en otros, con más claridad. A una diputada del nordeste argentino el arzobispo la llamó personalmente, todas las semanas, para que cambie su voto. Más de 600 mails con epítetos como “asesina” o “asesino” dirigidos a quienes anunciaron que votarían a favor. “No quise ni siquiera abrir el mail”, contó una diputada mientras se dirigía a la sesión. Cada unx de lxs diputadxs que anunciaron su voto a favor recibió fetos de siliconas en sus despachos. Algunos fetitos fueron devueltos. 

Las últimas horas antes de la sesión fueron frenéticas y las presiones fueron más allá de las reglas democráticas. La paridad en la votación llevó a los grupos antiderechos a redoblar todos los esfuerzos para impedir la libertad. Pasaron de las redes sociales, a las paredes, las escuelas y los cuerpos. El primer round fue el 25 de mayo, cuando el obispo de Tucumán Carlos Sánchez mencionó con nombre y apellido a legisladores, en público, en pleno tedeum. Teresita Villavicencio, diputada por Evolución Radical de esa provincia, ratificó su voto por la legalización. Otros obispos, como el de Catamarca, Luis Urbanc, se dedicaron a hacer llamados personales. 

A lxs hijxs de los legisladores, los antiderechos los atacaron en las escuelas. Una niña de 12 años le preguntó a su padre si era cierto que defendía asesinas, por las cosas que les decían en la escuela. A otra diputada le hicieron saber que conocían la escuela a la que iba su hija. 

A Daniel Lipovetsky lo presionaron con una campaña sucia. El presidente de la comisión de Legislación Penal denunció que habían hecho circular una foto suya con una modelo, y que mintieron acerca de que sería una asesora suya. “Se metieron con mi vida personal, con mentiras, dijeron que yo había contratado una persona que nunca fue mi asesora. Instalaron en la redes e intentaron viralizarlo”, relató. 

El domingo, en todo el país, hubo movilizaciones de quienes se oponen a la legalización. En varias ciudades, la marcha desvió para ir a escrachar las casas de diputadas y diputados que votaron por la legalización del aborto. La palabra “asesina” se escribió una y otra vez. Las pintadas no alcanzaron para cambiar los votos, pero sumaron preocupación. 

“Los diputados y diputadas que recibieron muchas presiones en general no son de provincia de Buenos Aires, son de provincias como Tucumán, Salta, Jujuy, Entre Ríos, Santiago del Estero, provincias donde todavía tal vez la iglesia tiene un poder tal vez más hegemónico, y vemos que realmente esas presiones, las marchas que se hicieron este fin de semana, muchas en su recorrido incluían las casas de legisladoras y legisladores, se hacen sentir fuertemente”, expresó Mónica Macha, una de las más activas impulsoras de la legalización. “Lo vemos con preocupación, porque somos un estado laico, porque queremos que las definiciones se tomen democráticamente y donde tienen que tomarse, pero también sabiendo que eso es un hecho que existe, nos guste o no nos guste, y hay que transformarlo”, agregó.