Cuando la pantalla gigante del Salón de Actos de la Facultad de Humanidades se pintó de verde y rojo, y cantó el marcador inicial (131 a favor, 123 en contra de legalizar el aborto), el grito fue volcánico. Hubo saltos, abrazos, felicidad compartida de quienes esperaron juntas los resultados. Fueron segundos frenéticos, seguidos de incertidumbre y temor cuando dos diputados aclararon que se había computado mal su voto. Nada empañó la alegría, los abrazos, las felicitaciones. La mayor parte de las integrantes de la campaña, y muchas otras compañeras, habían viajado a Buenos Aires, donde se abrazaron también, en plena calle, frente al Congreso. La media sanción, que finalmente salió por 129 a 125 fue grito en las casas y en la Facultad, en Rosario. En un rato, quienes habían colmado el salón estaban cantando y saltando en calle Entre Ríos, y cortaron el tránsito, antes de salir para el Monumento. El festejo se extendió en el pasaje Juramento, y a su paso, se cruzó con mujeres que saludaron desde los balcones, haciendo flamear sus pañuelos verdes. Después de 22 horas de debate, hubo nueve votos rosarinos a favor de la legalización del aborto y diez en contra. En el Senado, el bloque del Frente para la Victoria anunció que votará la legalización. Es decir que Santa Fe tiene asegurado el voto de la senadora María de los Angeles Sacnum. Rosario/12 trató de contactarse con Omar Perotti y Carlos Reutemann pero no obtuvo respuesta.

La senadora María de los Angeles Sacnum votará a favor de la legalización. Perotti y Reutemann aún no se sabe.

Era temprano y hacía mucho frío cuando la cámara empezó a tratar cada artículo en particular. La pantalla gigante ya no atraía atención y las y los asistentes salieron a la calle. Allí, las más grandes se abrazaron con las pibas, todas al grito de "aborto legal en el hospital" y otro cántico repetido: "Es para el Papa que lo mira por TV". "Ni tan pibas ni ya gestantes", se reían un grupo de cincuentonas mientras disfrutaban de marchar junto a las más chicas.

Dentro del Congreso, la representación rosarina tuvo discursos memorables como el cierre del diputado Agustín Rossi, presidente del Bloque Frente para la Victoria, que llamó a "sacar del clóset" al aborto y otros, como el de Luis Contigiani, del Frente Progresista, que el miércoles temprano dejó un gusto amargo en buena parte de quienes lo votaron, al tiempo que provocó aplausos de los diputados Nicolás Massot y Alfredo Olmedo, del PRO. Más allá de su adelantada postura de votar en contra de la legalización, Contigiani se refirió a "las vidas descartadas en bolsas de residuos", llevando bien abajo el nivel de discusión. 

Mientras tanto, había cientos de militantes de algunos partidos del Frente Progresista en la calle, bancando la ley que su diputado no votó. Las había de todas las identidades políticas, independientes, jóvenes, adultas, lesbianas, trans, diversas. Mujeres que habían viajado con sus pañuelos verdes. De Rosario fueron más de 2000 personas, en al menos 35 colectivos. Circularon por las calles, fuera del Congreso, como parte de la marea verde, signo de la época donde las históricas entrelazan su experiencia con el empuje de las pibas. Para ellas, las que vienen, la libertad es un piso. Se pintan la cara de verde, usan el pañuelo de insignia, porque conocen su derecho a la libertad, y no están dispuestas a resignarlo.

La diputada del Movimiento Evita, Lucila De Ponti habló antes de la medianoche del miércoles. Levantó una foto de Ana María Acevedo, que murió en 2007 en el hospital Iturraspe porque le negaron el aborto terapéutico que le correspondía por sufrir cáncer. Dijo que el Congreso empezaba a pagar una deuda. "La deuda con Ana María Acevedo, la deuda con Belén, una piba que estuvo tres años presa en Tucumán por un aborto espontáneo de un embarazo que ni siquiera sabía que estaba cursando", empezó a enumerar la legisladora por Santa Fe. De Ponti recordó que la clandestinidad del aborto costó 3030 vidas desde el comienzo de la democracia. En la tarde del miércoles habían justificado su voto positivo la diputada de Nuevo Espacio Santafesino, Alejandra Rodenas y de Primero Argentina, Alejandro Ramos.

Después de la medianoche, hablaron dos de los diez rosarinos que votaron en contra de la ley. Gisela Scaglia, del PRO, con pañuelo celeste al cuello, llamó a cuidar las dos vidas y Lucas Incicco, también del PRO, consideró que la ley que obtuvo media sanción es "inconstitucional".

De madrugada, cerca de las 6 de la mañana del jueves, fue el turno de Albord Cantard, radical de Cambiemos, quien consideró: "El tema central es si sancionamos con prisión a aquella mujer que decide interrumpir un embarazo" y puntualizó que "es el estado quien debe garantizar que esta práctica se haga en el ambiente de salubridad adecuada, y esto es así pura y simplemente porque es una cuestión de salud pública". Cantard argumentó por qué la ley es constitucional y terminó con una referencia a la Reforma Universitaria. "Deseo, como millones de argentinos y argentinas, que al finalizar, dentro de unas pocas horas, el debate, podamos decir como aquellos jóvenes reformistas del 18, que desde hoy contamos con una vergüenza menos y una libertad más", cerró su intervención. Eran más de las 8.30 cuando Silvina Frana fundamentó su voto negativo, y habló de la "protección a mujeres en conflicto con su embarazo".

La espera del resultado fue infartante. Afuera, las mujeres trataban de seguir los discursos, compartían mates, mantas, intercambiaban datos por whatsapp, se abrazaban, recordaban los años transcurridos.

La actual diputada provincial Silvia Augsburger, que fue la primera firmante del primer proyecto en 2007 como diputada nacional, se cruzó con Marta Rosemberg y Noemí Chiarotti en un abrazo en la tarde del miércoles. Recordaron la presencia, en 2003, de la psicoanalista porteña en Rosario para presentar un libro sobre las estrategias para el derecho al aborto en el mundo. Hubo países en los que llevó doce años. A Noemí (le dicen Mimí) le pareció mucho tiempo. Y fue tanto como costó en Argentina.

Porque el pañuelo verde, siempre viene bien decirlo, se usó por primera vez el 8 de agosto de 2003 en Rosario, en la marcha de cierre del Encuentro Nacional de Mujeres. Ese año fue una bisagra: feministas de todo el país habían acordado un línea común de acción para salir del empantanamiento que se producía en los talleres de aborto, donde todo se reducía a una pelea con las mujeres enviadas por la jerarquía eclesiástica. Entonces, crearon el taller de Estrategias para el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Allí sólo ingresaban las que acordaban con avanzar en ese derecho. Y fue un espacio fecundo que se repitió año tras años, donde mujeres de todo el país podían debatir cómo seguían. También en el Encuentro de 2003, el sábado a las 18, hubo una Asamblea por el Derecho al Aborto: eran unas 300 debatiendo. Estaban Dora Coledesky, Mabel Gabarra y Lohana Berkins, entre tantas otras. Fue un momento epifánico. Al día siguiente, nació lo que hoy es una contraseña: Católicas por el Derecho a Decidir repartió los pañuelos verdes. Decían "por el derecho a decidir" y "despenalización del aborto". La marcha de 10 mil mujeres que atravesó el centro de la ciudad se tiño de verde para mostrar que era un reclamo transversal de las mujeres. Nada comenzó ni terminó allí. En mayo de 2005 se creó la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Había varias rosarinas en aquella reunión, en Córdoba. Una articulación que no paró de generar acciones para avanzar en la conquista de la ley.

La historia tiene tramas superpuestas, recoge luchas anteriores, suma protagonistas, como las jóvenes que se unieron a los feminismos desde principios de siglo, revitalizaron los reclamos, los hicieron más visibles y pusieron su desparpajo para tejer nuevas estrategias. Ayer, muchas protagonistas estuvieron allí, dando el presente. Otras, como Liliana Pauluzzi, pionera en la lucha por la educación sexual y los derechos reproductivos, no pudieron disfrutarlo. Pero fueron parte del aire. Para que sea ley, todavía falta. Por primera vez, está al alcance de la mano.