Algo se está moviendo en este mundo tan enredado. Cosas bellas y muy especiales van asomando por ahí. Pareciera que queremos juntar nuestras palabras con la música, nuestras imágenes con manos que hacen ñandutí.

Creo que el arte se convoca y se construye en libros como Bordando nanas. Y está pasando también que la falta de tranquilidad y el exceso de angustias y carencias de la gente, de los artistas, de los trabajadores, maduran en la intensidad de las voces, los colores, las elecciones de palabras y de verdades. Se producen grandes encuentros.

El más grande, para mí, es el encuentro de la madre o el padre con los chiquilines que a veces, de tanto que quieren dormir, no duermen. La mamá que canta la canción que le cantaran a ella, el padre que a veces improvisa un tango. Todo alimenta el mundo interior de esos chiquilines.

Verónica bordó sus palabras con puntos litoraleños. Precisos, coloridos, formando poemas aleteantes y leves. Nuestra mejor música envolvió el encuentro primigenio, y quienes escriben y tocan y cantan, quienes hacen coros y aprenden y abrazan, están sabiendo ya que la vida más intensa puede bordarse con nanas. Verónica Parodi lo sabe, Verónica Parodi lo canta y ofrenda para todos. 

Laura Devetach: Escritora.