Los miembros del Consejo Directivo de la CGT volverán a verse las caras, al menos oficialmente, este jueves a las 14. En principio el objetivo del encuentro es definir de una vez por todas si se avanza o no en la renovación de sus autoridades. Los referentes de gordos e independientes intentarán mantener el status quo so pretexto de un supuesto refortalecimiento de la central obrera tras el paro general del 25 de junio pasado. En tanto, los gremios que conforman los “no alineados” solo tienen a camioneros y canillitas sentados en el Consejo y, por lo tanto, deberán ser la voz de los que impulsan la realización del congreso de la CGT. Este grupo está dispuesto a aceptar una postergación de uno o dos meses pero si triunfa la posición de los gordos en vez de unidad es más probable que se hable de ruptura.

Los sindicalistas que le dan cuerpo a gordos e independientes consideran como un error llevar a la CGT a un proceso electoral luego de un paro exitoso como el del 25J que, aseguran, revitalizó al hipóxico triunvirato. En rigor esta es una lectura del sector que sostiene a Héctor Daer en el triunvirato y no necesariamente la de sus otros integrantes. Incluso entre los referentes de los independientes existe incluso la idea de sostener el formato actual de conducción con otros nombres si se hace imposible resistir la continuidad de sus miembros actuales. Gerardo Martínez de la Uocra se anima a pensar en una conducción integrada por cuatro para garantizar la representación de todos los grupos internos de la central obrera. También sostienen, con cierto grado de veracidad, que los tiempos para convocar a un congreso, que incluye la realización de un Comité Central Confederal, están vencidos y como tal es imposible realizar el evento del 22 de agosto. Pero esta tesis solo se escucha entre estos dos importantes sectores porque también existe la posibilidad de que todos los integrantes del Consejo Directivo y declarar entonces una acefalía que permitiría salvar todos estos escollos.

Los otros triunviros no piensan necesariamente lo mismo que Daer. Por caso, hace tiempo que Juan Carlos Schmid no oculta su deseo de terminar con esta experiencia y sus últimas declaraciones no muestran que haya cambiado de opinión. Carlos Acuña, en tanto, sólo se moverá de acuerdo a lo que diga su jefe político, Luis Barrionuevo. En estas últimas semanas hubo contactos entre el gastronómico y dirigentes de los no alineados. La intención era sumar los gremios que le responden a Barrionuevo a este nuevo espacio pero la publicación de una solicitada donde aparecían gremios, que nunca fueron consultados, apoyando la intervención al PJ suspendió las conversaciones. Por supuesto que la travesura de Barrionuevo no es un pecado mortal y los que hablaban con él están dispuestos a “perdonar” con tal de lograr la conformación de una nueva CGT. Claro, para eso Barrionuevo debe estar dispuesto a confrontar con el Gobierno, al menos hasta las próximas elecciones presidenciales.

El moyanismo cuenta con una buena cantidad de sillas en el Consejo Directivo y, por lo tanto, no es descabellado pensar que pueda imponer la convocatoria a un congreso extraordinario. En tren de buscar acuerdo están dispuestos a considerar que el congreso se realice en septiembre o incluso octubre pero antes debe cerrarse un acuerdo con los gordos e independientes. Ayer, Pablo Moyano dio cuenta de esa posibilidad cuando afirmó, durante una entrevista radial, que “se había creado una expectativa de un recambio generacional, un recambio de política” y advirtió que “uno o dos meses más no van a cambiar lo que los trabajadores están pidiendo a gritos, que es una CGT combativa”. Mientras la reunión se realice los que seguirán las alternativas desde afuera serán los sindicatos enrolados en la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT) y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) porque no son parte del Consejo Directivo. Todos apuestan a la unidad pero no a cualquier precio y repiten la necesidad de generar un plan programático que sirva para confrontar con el Gobierno de Cambiemos desde una posición de fuerza. Uno de los hombres fuerte de la Corriente Federal y de mucho protagonismo entre los “no alineados” consideró que hasta ahora el Gobierno es responsable de los perjuicios que padecen los trabajadores y advirtió que si los gordos impiden la renovación de la CGT serán también responsables de esos males porque la central obrera se fracturará. Ese es el riesgo.