El Consejo Directivo de la CGT deberá decidir hoy si aprueba o no el proceso de renovación de autoridades que reclaman diferentes sectores gremiales e incluso algunos de los integrantes del triunvirato. Un rechazo puede provocar un sismo hacia el interior de la central obrera que, como mínimo, abrirá el camino hacia un proceso de fractura. En ese contexto se realizaron ayer por lo menos dos reuniones. Una de ellas la protagonizaron los sindicatos que integran el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) que, si bien no forman parte de la actual conducción, hicieron un llamado a la unidad del movimiento obrero “sin exclusiones” y en el marco de un plan programático para defender los derechos laborales. Por otra parte, los referentes sindicales Francisco “Barba” Gutiérrez (UOM) y Pablo Moyano (camioneros) se encontraron para “limar históricas asperezas” ahora que participan en los denominados “no alineados” que buscan competir por la conducción de la CGT. 

La reunión del Consejo será de todo menos aburrida. Si bien gordos e independientes endurecieron un pelín su discurso contra el Gobierno nacional, aspiran a mantener el triunvirato ante la supuesta revalidación del título que les otorgó el paro del 25J. Si hoy llegan al edificio histórico de la CGT los 35 miembros del Consejo Directivo cualquiera de las posiciones deberán conseguir por lo menos 18 votos para imponer la continuidad o la renovación. Es un escenario complicado porque el encuentro tiene como orden del día evaluar el paro nacional pero también lo que los triunviros definieron como la “situación originada pos 25 de junio en CGT”. La frase un tanto incompresible en realidad hace referencia al reclamo de convocar a un congreso para el 22 de agosto que se habían comprometido, con diferente énfasis, Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña. Vale acotar que ese compromiso y ese reclamo es previo al paro nacional e incluso posterior porque Schmid dijo días pasados que “no quiero ser el Sampaoli de la CGT”. Una frase que generó revuelo entre los referentes de gordos e independientes.

Mientras llega esa definición, las reuniones no se detuvieron. Por caso, ayer se reencontraron, previa autorización de sus jefes sindicales, el “Barba” Gutiérrez y Pablo Moyano. Ambos estaban distanciados desde que el metalúrgico decidió, como intendente de Quilmes, municipalizar el servicio de recolección de residuos. La reunión sirvió para dar por finalizada aquella rencilla que se saldó con un abrazo y unos mates en la biblioteca del sindicato de camioneros. Incluso dicen que Moyano hijo le reconoció a Gutiérrez que se suma al grupo que están coordinando Antonio Caló de la UOM, Ricardo Pignanelli del Smata y Pablo Biró de pilotos con el objetivo de “reconstruir” una CGT al servicio de los trabajadores y contra las políticas del gobierno de Mauricio Macri. La incorporación de los camioneros enciende una luz de alarma para gordos e independientes porque mientras Gutiérrez fue el secretario de Interior de esta CGT normalizó la mayoría de las regionales, en total son 78, que mantienen su vínculo con la UOM. Unas pocas de esas regionales le responden a los camioneros y eso implica que ahora buena parte de esas representaciones de la CGT en el interior estén cerca o sean parte de los “no alineados”.

Por otra parte, ayer se reunieron los gremios que integran el MASA que tiene como cabezas visibles a Sergio Sasia de la Unión Ferroviaria (UF) y a Omar Viviani de taxistas. Este grupo no forma parte del Consejo Directivo pero, como advierten en el documento que emitieron, “adhirieron” a todas las medidas tomadas por la CGT. En ese marco consideraron como “indispensable la unidad del movimiento obrero” y, por lo tanto, le reclamaron a la conducción de la CGT “dar los pasos que considere conveniente para lograr ese objetivo”. Para el MASA la unidad está ligada a “la constitución de una agenda programática como instrumento fundamental para el protagonismo del movimiento obrero”.

Integrantes del MASA reconocieron que este documento es una toma de posición frente a los tiempos políticos y sindicales que se viven e insisten en la necesidad de conformar una central obrera mucho más representativa que ofrezca con un plan de lucha concreto. Juran que harán todo lo posible para evitar una fractura en la CGT pero mientras no dejan de participar en la tarea de ampliar de la base de sustentación de “los no alineados”.