En la casa, hay que decirlo, habita cierto caos. Ese que, hermoso a pesar de todo, sigue a una mudanza: algunos niños se entusiasman con un gol mundialista, el patio tiene todo el sol del mundo y aquí dentro, en la cocina, los tres hablan. El tiempo los urge pero ese apuro parece no importar. Y de urgencias y apuros domados y de tiempo, ellos, algo han de saber: se conocen hace más de dos décadas y casi lo mismo tiene el trío que formaron hacia fines de 2000.

Juan Quintero (guitarra y voz) de Tucumán, Andrés Beeuwsaert (piano, teclados y voz) de Olavarría y Mariano “Tiki” Cantero (percusiones y voz) de Santa Fe. Los tres coincidieron –con poca diferencia de edad– hacia fines de los 90 en la Facultad de Bellas Artes de La Plata. Dicen que fueron años de laboratorio, propio a ese espacio de experimentación que bramaba en los pasillos y en las aulas. “Este grupo nació porque éramos estudiantes universitarios. Pudo ser por eso también. Cierta cosa de taller, de laboratorio, de creación. Sucedió porque éramos amigos y todo lo que quieras pero también por eso, porque estábamos en la universidad probando cosas. La chance de estar ahí. Me pongo la remera y la vincha de la universidad pública” dice Quintero.

Hacia fines del siglo pasado, las luces y algunas orejas se posaban sobre ponchos o canciones que sonaban un tanto percudidas. Pero ya lo dijo el poeta: hay otra canción. Siempre hay otra.

LAS PARTES DEL TODO

No fue sino hasta 2003 que los Aca Seca –en quechua puede traducirse como “caca seca”– editaron su primer y homónimo trabajo. Le siguieron Avenido (2006) y Ventanas (2009; con su correspondiente registro en vivo) y algunos compilados que, sobre todo, se editaron afuera. Pero eso no es todo; cada uno de los tres tiene y alimenta una frondosa producción paralela: Beeuwsaert y su trabajo solista (editó Dos ríos en 2009) y también como sesionista, por ejemplo, formando parte de la banda de Pedro Aznar durante varios años; Cantero acompañando a Teresa Parodi, Liliana Herrero, La Bomba de Tiempo, entre otros, y formando Zabeca Dúo –con Ernesto Snajer–; y Quintero y sus dúos junto a Edgardo Cardozo o Luna Monti, también los tríos junto a Carlos “Negro” Aguirre y Andrés Mehmari por un lado; y por otro el que forma con Santiago Segret y Andrés Pilar, con quienes acaba de editar Patio.

En ese derrotero, además, Aca Seca hizo yunta con el Quinteto de Diego Schissi y editaron Hermanos, registro en vivo de una noche de octubre de 2013. Aquel disco –que hasta hoy era lo último registrado por el trío– pasó un poco desapercibido pero en buena hora siempre es posible volver a ello: acaso un momento cumbre, la coincidencia de dos de los puntos más valientes y arriesgados de la música argentina de este siglo. “Sin dudas hay afinidad estética pero, además, se armó una patota bárbara. Era eso, no era una movida para ver lo que podía pasar en cuanto a ‘proyecto’: un momento en el que la pasábamos de diez y chau, mientras pudimos lo hicimos” cuenta Quintero. Y agrega: “Diego tiene esa cualidad: el grupo ya está, logró un lenguaje, una dinámica. Pero va, desarma eso e intenta otra cosa. Y así todo el tiempo”. “La parte humana le da más fuerza y profundidad a la música”, agrega Cantero. “A veces la técnica no tiene nada que ver con lo que nosotros buscamos”.

Entonces: siempre la canción de acá abrazada con una rigurosidad clásica, una libertad jazzística y un sentir y un pertenecer al folclore más hermoso. Por ello en sus discos pueden encontrarse relecturas de clásicos o cantos anónimos como “Canción de las cantinas” (Castilla/Valladares) o “Pobre mi negra”, “Pasarero” (Negro Aguirre) o “Esa tristeza” (Eduardo Mateo) y composiciones propias. Por eso es que a Aca Seca lo han celebrado desde Ivan Lins y Egberto Gismonti pasando por Pedro Aznar y el mismo Luis Alberto Spinetta, quien les agradeció en el disco Un mañana.

Esa misma complicidad que tienen al hablar. Cada uno parece representar una cosa distinta: la jocosidad y la broma dispuesta de Beeuwsaert; el hablar como un río calmo, sereno y largo de Quintero; el equilibrio de la palabra justa, como mediando entre sus compañeros, de Cantero. Es, en definitiva, un equilibrio estético y afectivo que se traduce en las canciones, en el sonido del trío. Todo ello toma forma de canción. Pero así y todo hay algo del orden de lo inaprensible; algo que, como un guiño o un gesto subterráneo los recorre. Esa complicidad íntima y última es la que se guardan para ellos. Y es la misma que desparraman en cada presentación en vivo. Y en vivo: pura fiesta y goce. Puede sonar un lugar común pero el chiste esconde algo de justicia detrás: si existe una en el rock vale jugar y decir que Aca Seca es la aplanadora del folk.

¿Desde el principio se planteó que el trío fuera lo que es hoy: esa sonoridad, esa búsqueda vocal, instrumental, tímbrica; siempre estuvo así de claro y definido?

AB: Nunca hablamos puntualmente de música, de decir: vamos a hacer esto o aquello. Lo que se ha dado, y que se da, es una complicidad y una afinidad en lo que nos gusta hacer. Esa afinidad musical de tres personas de tres lugares y recorridos diferentes. No se habla de qué vamos a hacer: sino hacer, juntarse a tocar y encontrar esa veta en común. El motor siempre fue algo que nos conmueva a los tres, y sentir que podemos aportar algo a eso.

Liliana Herrero, Raúl Carnota, Jorge Fandermole, Teresa Parodi, Carlos “Negro” Aguirre, “Chango” Farías Gómez, los Falú, Coqui Ortiz. Ese es el linaje que engrosa Aca Seca. Con ellos es que dialogan y piensan.

CLÁSICOS Y MODERNOS

El cantar propio de algunos pájaros. Lo que los identifica en su forma de decir. Un pasaje, una notación musical determinada. Una vibración, quizás. También, algo conformado por tres partes. Esas son algunas de las derivas alrededor de la palabra que da nombre al reciente y flamante disco de Aca Seca: Trino (editado a través de UNTREF) puede pensarse como una especie de manifiesto sonoro y cancionístico de lo que son. Al menos hasta acá. Todas y cada una de las aristas que definen al trío están allí: los instrumentos bien claros y marcados, los juegos y armonías vocales, los géneros musicales –siempre como territorio memorioso, evocativo; nunca como espacio estático– la libertad al momento de encarar cada tonada, lo folclórico pero también el jazz y lo clásico siempre allí: ese enlace tan propio de ellos. Cantero dice: “Hay una sonoridad del trío. Y eso mismo creo que nos pone en un lugar de decir: ‘che, y esto qué onda’. Salgamos de acá. Esto ya está. ¿Por qué somos esto y no otra cosa? Sobre todo estamos hablando de una cuestión de sonidos, de timbres. De ampliar”.

JQ: Estos me quieren tirar la guitarra eléctrica. Tendría que conseguir una. Me parece que el impulso de hacer este disco es, de alguna manera, dejar sentado una etapa que tal vez vaa quedar atrás.

AB: ¡Hay que entrar en el mercado de las discotecas!

Quintero, que de reojo trata y no puede evitar la risa, agrega: “Es como una confidencia, porque no hay nada concreto. Pero es ver que tenemos casi veinte años de tocar juntos y el sonido está muy claro”.

Así, Trino –a excepción del anónimo español “La cigüeña”, que suena tan norteña y festiva y que en sus arreglos de percusión y de voces es una cátedra en sí misma– propone un recorrido por autores contemporáneos. Más o menos jóvenes pero contemporáneos, todos en actividad y cercanos a ellos. En territorio, en músicas. Esa cercanía recorrida por el viento del lugar. Y muchas de estas canciones venían siendo fijas en las presentaciones en vivo. “El núcleo del sonido está ahí”, comenta Quintero. Eso sí fue una decisión. Siempre hay ganas de decir ‘vamos con los amigos’. Acá no. No hay invitados, somos nosotros tres con los instrumentos”. Y si bien cada uno es un virtuoso en el suyo –y también al momento del ensamble vocal que logran– el continente de todo su recorrido está bien claro y definido: la canción, la canción popular argentina y de la región. Cantero comenta: “¿Qué hacemos con lo que tomamos? Creo que termina siendo también nuestra música, ver qué tenemos que decir sobre ella. No nos interesa hacer covers, nos interesa proponer nuestra manera de ver lo que agarramos”.

“Ir Yendo” (Edgardo Cardozo), “Otro atardecer” y “Ceibas” (Seba Macchi), “Puerto Pirata” (Fandermole) y la hermosa “A mi patrón” (“mirame a los ojos soy trabajador, sentime las manos soy trabajador, tu hermano”, de Federico Parra) junto a algunas composiciones propias –“Paseo”, “Bandera”– forman el cancionero del disco. Otra cosa a destacar (en la misma línea se puede pensar, cuando no, a Liliana Herrero): Aca Seca en su intención y en su manera rescata y destaca a Hugo Fattoruso no sólo como músico e influencia omnipresente sino como esa otra cosa que es: un enorme compositor. Aquí vuelven sobre “Formas”, que aparece preludiada por el instrumental “Hadas” (Beeuwsaert). “Hugo es realmente una influencia directa. La de Spinetta está subyacente pero la de Hugo está totalmente presente. Esa sonoridad del Trío Fattoruso. A la hora de tocar esa gente te visita”, asegura Cantero.

¿Puede pensarse a Aca Seca como su lugar de reposo, ese lugar donde siempre vuelven?

JQ: Responde a las oscilaciones de todo. De laburo de cada uno, de entusiasmo, porque también pasa que a veces estamos más apagados.

AB: Es como una casa de los tres.

JQ: Pienso y no sé si hay cosas que me hayan durado veinte años. Y somos tres y tenemos esa dinámica. Nos conocemos todas las mañas, virtudes, miserias, historias. Pasamos un montón de cosas y está ahí. Una hermandad. Acá hay una cosa que, evidentemente, se queda quieta para que nosotros volvamos y la movamos. Y eso nos da libertad. Podemos mandarnos mil cagadas, acaso equivocarnos en lo humano y musical, pero hay una cosa que se queda y nos espera a los tres.

Trino se presenta por partida doble: el jueves 9 de agosto en Teatro Coliseo Podestá, La Plata; y el sábado 18 en Xirgu/Espacio UNTREF, Chacabuco 875.