La neblina fría del bosque, las siluetas oscuras de los troncos aquí y allá, las ganas de los lugareños de tener un día tranquilo, la sensación de que algo anda mal ahí pese a tanta serenidad: la tensión es primer sabor que se siente en La Trêve (La tregua), la serie belga que debutará en el menú de Netflix el viernes 20 de julio con el título anglo The Break. Situada en los bosques de Las Ardenas (mismo escenario sombrío y forestal donde transcurre otra flamante serie de misterio francófono, El bosque, estrenada a fines de junio, también por Netflix), La Trêve parte desde algunas convenciones del género –el policía de la gran ciudad que se muda al pueblo rural, la muerte que todos ven como suicidio pero que el detective intuye como crimen– para construir una historia sofocante e incómoda de violencia contenida. Y hasta incluir eventuales guiños de época mundialista: el disparador del primer episodio es la aparición del cadáver de un inmigrante adolescente, llegado desde Africa con el sueño de triunfar como futbolista profesional en Bélgica. Justo mientras la selección belga confirmaba en Rusia, por segundo Mundial consecutivo, el respeto internacional bien ganado por su plantel multicultural, con cracks nacidos en Bélgica en familias congoleñas, malíes o marroquíes. PáginaI12 dialogó con el realizador belga Matthieu Donck, director y creador de La Trêve.

–No hay demasiados ejemplos de producciones de origen belga en la TV internacional. ¿Cuál es el tono local que tiene La Trêve?

–La historia de La Trêve podría pasar en cualquier otro lugar, pero está ambientada en Bélgica y contada desde un punto de vista belga. Eso la hace un poco diferente, supongo. El objetivo no era hacer que pareciera belga, sino simplemente escribirla desde donde estábamos, sin intentar fingir que estábamos haciendo una serie americana. Como espectador, me encanta ver series (o películas) de diferentes países. Es una buena manera de descubrir otras culturas. Con Netflix y con todos los espectáculos extranjeros que de repente están disponibles en todas partes, es una edad dorada maravillosa para los escritores. Ahora, más que nunca, escribir desde lo local hace que las producciones sean interesantes para el público internacional. 

–¿Qué tiene La Trêve para destacarse en la nutridísima oferta de series?

–Puse en La Trêve todo lo que quería, como espectador, ver en una serie. La Trêve es nuestra primera serie. Fui a la escuela de cine e hice películas antes, pero fue emocionante descubrir este nuevo campo. Es una clásica historia de “¿quién lo hizo?”, la particularidad que tiene la serie son su universo, su personaje principal y la arena donde se desarrolla: Las Ardenas. Bélgica es un país pequeño y Las Ardenas forman la parte sur. Es una zona muy bonita que, al mismo tiempo, puede dar miedo. Una región que me parece muy cinematográfica. Establecer nuestra historia en ese paraje fue el punto de partida para esta serie. Cuando comenzamos a escribir La Trêve, nuestro objetivo era darle “aspecto cinematográfico” a una serie de televisión. Artísticamente, creamos esta serie como un largometraje. Creo que es ese “aspecto cinematográfico” es lo que hace que La Trêve sea especial. Está extremadamente cerca de los personajes. El segundo punto es la libertad total que tuvimos en el proceso de escritura, que nos permitió mezclar la tensión con momentos de humor de una manera realmente especial, y desarrollar bien los personajes secundarios, que son mis favoritos.  

–La llegada de un detective que huye de la gran ciudad y se encuentra ante un crimen rural se ha convertido en un punto de partida recurrente. La Trêve también comienza así. ¿Por qué?  

–La tensión entre el campo y la ciudad es un género en sí. Es un tema que amamos mucho con Stephane Benjamin, uno de los guionistas que trabajó conmigo en La Trêve. Una vez más, no es sólo la historia, sino la forma de contarla lo que la hace interesante. El personaje principal, el detective Yoann, llega proveniente desde Bruselas a un pequeño pueblo del sur y le cuesta encontrar su lugar en este nuevo entorno. La gran ciudad mira con recelo hacia el campo, pero lo opuesto también ocurre. Los pequeños pueblos rurales desconfían de las grandes ciudades. Fue interesante que en nuestro equipo de trabajo tuviéramos gente que venía de ambos lados. Teníamos mucha inspiración para alimentar esas tensiones.

–El Mundial Rusia 2018 está todavía tibio y La Trêve comienza con la muerte de Driss, un adolescente africano que había llegado a Europa en busca de oportunidades con la pelota. El propio detective Yoann lo pregunta en la serie: ¿es común encontrar chicos extranjeros, aspirantes a futbolistas, tratando de destacarse en pequeños clubes rurales de Bélgica?

–Sí, definitivamente. Los niños africanos –jóvenes y pobres– ven a Bélgica, y a Europa en general, como una tierra de oportunidades, aunque muy difícil de alcanzar. Ven el fútbol como una forma perfecta de venir y establecerse aquí. Pero la realidad es mucho más difícil que el fútbol y a menudo se encuentran viviendo una pesadilla. Se ven obligados a vivir en malas condiciones y sólo el mejor jugador consigue quedarse. Nos hemos encontrado con jugadores jóvenes mientras escribíamos. Todo en La Trêve está inspirado en la vida real, en personas reales que hemos conocido. Nosotros venimos del género documental, lo que nos ayudó mucho para escribir La Trêve. Los nombres y lugares han cambiado, pero gran parte de lo que ve en la serie es cien por ciento real. A veces, la realidad es incluso peor.