Kive Staiff, periodista, crítico, productor y director general y artístico del Teatro San Martín en distintos períodos, falleció el miércoles a los 90 años. Nacido en 1927, estuvo a la cabeza del teatro durante los períodos 1971-73 y 1976-89; retomó la tarea en 2000 y renunció en 2010. Fue, sobre todo en los primeros períodos, un gestor de amplia visión, en la que cabían clásicos del teatro, la danza contemporánea, la música y el cine.

La historia de Staiff está profundamente ligada a la del teatro de la calle Corrientes. Parte de la prensa supuso que su renuncia en 2010 tenía que ver con la situación edilicia y financiera durante la gestión de Hernán Lombardi como Ministro de Cultura porteño, pero Staiff lo negó. “Hace 50 años que estoy vinculado al San Martín: me recuerdo como crítico de las propuestas de teatro, porque en mi actividad de periodista era crítico teatral”, contó a este diario cuando estaba a punto de dejar el cargo. Tuvo la capacidad de realizar su labor en diferentes momentos políticos. Había asumido por primera vez en 1971, durante la presidencia de facto de Alejandro Agustín Lanusse. Las primeras obras que programó fueron Un enemigo del pueblo, de Henrik Ibsen, y Nada que ver con otra historia, de Griselda Gambaro. 

Durante el gobierno peronista fue reemplazado y retomó el puesto en 1976. Lo conservó durante toda la dictadura y la presidencia de Raúl Alfonsín. “Los regímenes militares fueron extraordinariamente ignorantes, no sabían lo que significa el fenómeno cultural. Y el teatro mucho menos, al que consideraban un arte minoritario”, dijo en una entrevista de Clarín. Durante las gestiones que coincidieron con gobiernos militares puso en escena espectáculos que interpelaban al público sobre la violencia y la usurpación del poder (como Las Troyanas, de Eurípides, en la versión de Sartre, o La casa de Bernarda Alba), clásicos con lecturas contemporáneas que generaron una fuerte corriente de público. Consultado por hechos de censura, Staiff debió admitir que “había que hacer equilibrio”.

En el tercer subsuelo del teatro, donde había una confitería abandonada, creó la Sala Cunill Cabanellas. Además, fue fundador del Grupo de Danza Contemporánea, el de Titiriteros, de la revista Teatro y del Centro de Documentación de Teatro, Música y Danza, que continúan al día de hoy. Convocó a grandes compañías extranjeras, de fuerte sesgo contemporáneo, como las de Tadeusz Kantor y Pina Bausch, además de bailarinas y compañías de danza de primer nivel. La bailarina Iris Scaccheri hizo de la sala Martín Coronado su escenario predilecto y el teatro Noh de Japón se conoció en el San Martín gracias a Staiff. 

Entre 1991 y 1996 fue director de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, con rango de embajador. Por un breve período, ocupó la dirección del Colón (1996-98). En 2000 regresó al San Martín; conducía además otras salas del Complejo Teatral (el Alvear, el Sarmiento, el Regio y el Teatro de la Ribera). Su alejamiento se produjo en circunstancias complicadas en términos económicos para el San Martín, al punto de que se celebró en el teatro un cumpleaños privado y se suspendieron funciones a cambio de 80 mil dólares, hecho que el funcionario avaló.

“Sentí que era un buen momento para retirarme. Tengo la imagen de un círculo que se había completado”, explicó. Quería recuperar tiempo libre, leer novelas, disfrutar de su familia, viajar. Fue cuestionado por ocupar el cargo durante tanto tiempo, y respondió en el programa televisivo Los siete locos: “No sería el único caso en el mundo. La continuidad establece una línea política que tiene que ver con lo ideológico y lo estético. Si funciona la gente lo va a reconocer y si no, va a decir que no”. 

Nació el 19 de octubre de 1927 en Entre Ríos. Sus estudios fueron en Contabilidad y Ciencias Exactas, pero sus comienzos laborales fueron como crítico cultural y editor. Trabajó en publicaciones como La Opinión, Análisis y Confirmado. Fundó la Asociación de Críticos e Investigadores de Teatro y varias revistas especializadas. Fue columnista de teatro y política internacional en programas de radio y TV. Además, se desempeñó como jurado en concursos de teatro nacionales e internacionales y como docente del Instituto de Cinematografía y de la Universidad de Puerto Rico. Algunos de sus ensayos fueron “El teatro de Armando Discépolo” (1968) y “Tadeusz Kantor y el teatro de la muerte” (1984). Produjo obras de teatro independiente como Final de partida, La dama boba y El zoo de cristal. Fue distinguido en diversas ocasiones: el gobierno francés lo reconoció como Oficial de la Orden de las Artes y las Letras. Obtuvo dos premios Konex, la declaración de “Personalidad Destacada de la Cultura” por parte de la Legislatura porteña y el doctorado Honoris Causa de Buenos Aires.