Los mosquitos que sobrevuelan -y castigan- a cualquiera que se anime a acercarse al estadio Nacional de Béisbol no saben que hace unos meses ahí se vivió historia pura. En Ezeiza hay lugar para algo más que fútbol: junto al predio de la AFA hay un diamante en el que se siembra la semilla de la pelota caliente a fuerza de bate y guante. Un colombiano es el responsable de esta tarea. Se trata de Manuel Villa Ortega, el barranquillero que sin proponérselo anotó su nombre en la historia grande de un deporte que busca consolidarse en Argentina y afianzarse internacionalmente, donde pasó de perder por mucho a empezar a acostumbrarse a ganar.

-Llegaste a la Argentina porque tu esposa vino a trabajar acá…

-Ella trabajaba con los seguros sociales en Colombia, pero estando Uribe como presidente se cerraron, y tras 15 años de experiencia se vino a ver cómo resultaba. A los cuatro meses, me dijo que me viniera, y lo hice. Al día siguiente de llegar empecé a trabajar en un maxiquiosco que queda al lado de la Embajada de Colombia. Como había puros taxistas, ellos me preguntaban que quién era yo y porque andaba todo el día vestido con ropa de béisbol. Me averiguaron donde quedaba el estadio de béisbol y fui a ver qué pasaba.  Al mes, regresé y encontré a un muchacho. Le conté quien era yo y le gustó mi formación. Me llevó a DAOM a dar una clínica y allí me quedé. Me nombraron mánager y en los seis meses que estuve fuimos campeones. La Federación Argentina me contrató, por parte del Enard, y me mandaron a Panamá con la Sub-21.  

-Y después pasaste a ser director nacional.

-Sí. Fuimos a un Mundial Sub-23 y quedamos novenos. Mi objetivo era principalmente achicar las carreras que le hacían a la Argentina. En esos momentos recibía entre 20 y 25 por juego. Me nombraron en diciembre de 2016. Lo primero que tuve que hacer fue un recorte de jugadores, pasar de 55 a 35 becados. 

-¿Cómo ves la evolución del béisbol en la Argentina? 

-Aquí sí había jugadores. La mayoría de los mayores han jugado afuera; algunos han firmado contratos profesionales y todo. Yo tengo una visión más ordenada de las cosas y de armar un buen lineup, para ser un mejor equipo. Eso me ha ayudado a dar un paso al frente en la estructura del béisbol nacional. Cuando yo llegué venían a entrenar los seis muchachos que estaban becados nada más y hoy ves cualquier cantidad de chicos, Sub-18, Sub-23. La visión de hacerles sentir que cuando salimos de aquí vamos a jugar béisbol es muy importante. Antes, sentía que cuando ellos salían del país iban a ser turistas y no a competir. Solo se aspiraba al equipo más pequeño del torneo y después perdíamos todos los partidos por veinte carreras.  

-¿Cómo desarrollaste ese trabajo mental para cambiar los objetivos? 

-Lo primero que dije cuando llegué fue que tenían que desayunar béisbol, almorzar béisbol y cenar béisbol. Lo segundo fue que teníamos que achicar las carreras que nos hacían por juego, porque no es lo mismo perder todos los partidos por una o dos carreras, que ganar un partido y perder el resto por más de veinte. Eso se ha logrado con mucho trabajo, empezamos a darle más importancia al gimnasio. Para implementar esto reuní a todos los entrenadores y les expliqué los motivos del cambio. Cuando la Argentina iba a un torneo, los jugadores miraban los físicos de los rivales y se impresionaban, y al impresionarse ya se les jugaba psicológicamente. 

-¿El beisbolista argentino es talentoso?

-Muy talentoso. Lo que pasa es que aquí se comienza muy tarde a jugar. Si empiezas a los 11 o 12 años estamos perdiendo mucho tiempo con el resto de las potencias, donde los chicos que arrancan a los 3 o 4. O sea, son seis años de ventaja. Entonces los argentinos empiezan a explotar después de los diecinueve años, muy tarde. 

-¿Y cómo se hace para empezar a achicar esa brecha de edad?

-Tenemos un pulpo que es el fútbol, que se lleva a la mayoría de los chicos que hacen deporte en el país. Pero se puede lograr cuando los que juegan hoy vayan pasando la costumbre del béisbol con sus hijos. Esa descendencia en el deporte será clave para el crecimiento. También, ahora que se dio el título en el Sudamericano, el deporte empezó a oírse más, pero es un paso a paso muy pequeño. 

-¿O sea que la clave es la cultura del deporte?

-Exactamente. Creo que hay que ir a hablar a los colegios y que los chicos tengan sus primeros conocimientos del deporte cuando recién arrancan con la actividad física. Si en los colegios no se fomenta el béisbol será muy difícil alcanzar al resto de los países. Un intercolegial sería la base ideal para el avance del deporte en la Argentina.  

-Si tuvieras que elegir una cualidad del beisbolista argentino, ¿con cuál te quedarías?

-Acá no importa cuál es la cualidad, sino si sus talentos tienen mayor sustento en la fase defensiva o en la ofensiva. La clave para armar un lineup competitivo es esa porque la cantidad de jugadores no abunda. Yo no tengo más de 25 jugadores para elegir, y de ese grupo, no todos tienen cualidades excelentes en las dos facetas del juego, por lo tanto tratas de hacer un lineup equilibrado. Acá se están entrenando muy bien, prestan atención cuando les cambio su manera de batear, porque los resultados están siendo mejores y eso los estimula cada vez más. 

-¿Cuál es la percepción que tiene el resto de los países sobre el béisbol argentino?

-Ya las últimas veces que he ido a un torneo internacional a la Argentina lo miran de otra manera. Principalmente los que más han participado fueron los Sub-23. Ellos han mostrado un avance muy significativo. El año pasado, en Panamá, fuimos los segundos mejores bateadores en todo el torneo (solo por detrás de Colombia), sin contar con ningún jugador profesional ni ningún nacionalizado 

-¿Creés que en algunos años habrá un argentino en las Grandes Ligas?

-Ya han venido scouts de franquicias yanquis a mirar. No tienen todas las condiciones, pero los están mirando a nivel internacional. Hemos hecho pruebas y le dije al presidente de la Federación (Sergio Martin) que voy a elegir a los chicos que den la prueba para que los que vengan a verlos sepan que la Argentina tiene prospectos de calidad. 

-¿Con qué expectativas van a ir al Panamericano de Lima?

-Estamos trabajando en ese desafío desde que terminó el Sudamericano. Le dije a los jugadores que esta era una etapa nueva y que si creen que por ser campeones sudamericanos ya están seguros en Lima, se equivocan. El que no duplica su trabajo y sus condiciones se saca solo de la lista, porque yo no saco a nadie, ellos mismos se sacan. Si hay algún jugador nacionalizado que supere en dos veces el nivel de un jugador argentino se lo sumará al plantel, si no, los de aquí seguirán jugando. 

-¿Cómo es para un extranjero ser el entrenador de una selección argentina?

-La verdad que difícil. En esta parte, más que ser entrenador tienes que ser gente. Tienes que ganarte su confianza para que ellos se abran a aprender. No dejan entrar a cualquier entrenador extranjero aquí. Algunos dicen que estoy metiendo muchos entrenadores extranjeros, y yo lo que quiero es que esto cambie a nivel de entrenadores. Esta camada de jugadores mayores tiene que ser la próxima camada de entrenadores, porque si ellos no lo hacen habrá que seguir contratando extranjeros. 

-¿La gente te hace sentir que sos extranjero o te aceptaron de entrada? 

-Al principio hay recelo. Lógicamente porque nadie quiere que le quiten su puesto. No creían en mi porque habían llegado muchos dominicanos, muchos cubanos, diciendo que eran estrellas, y eso era mentira. Solo venían a desarmar lo poquito que estaba hecho. Cuando yo llegué mandaron a averiguar si lo que decía era verdad. Corroboraron todo lo que yo decía y quedé. 

-¿Llegará la Argentina a jugar el torneo más importante de béisbol en el mundo, el Clásico Mundial?

-Es duro porque para ir al Clásico tenemos que tener jugadores profesionales que estén activos en las Grandes Ligas. Pero en el futuro tendremos jugadores profesionales, que puedan entrenar ocho horas diarias, y ahí el camino será más fácil. 

-¿Y un Juego Olímpico?

-Siento que este equipo que salió campeón del Sudamericano juega bien, entrena bien, es disciplinado. Vamos a enfrentarnos con pitchers de mejor brazo, que tiran la pelota más rápido, pero ya lo hemos visto en Venezuela, en México y hemos salido victoriosos. Yo siento que es posible. 

-¿Qué te dice la gente cuando comentás que eres entrenador de Los Gauchos?

- Muchos me preguntan dónde se practica, cómo se juega. Y eso pasa porque no hay tradición y no tiene mucha repercusión en los medios. Hay 23 equipos de la primera categoría (el único país que no tiene béisbol profesional) y de esos 23 hay 15 clubes que tienen todas las categorías. Pero es muy bonito lo que pasa aquí y lo defenderemos siempre. Cuando yo llegué estábamos en el puesto 27 y ahora estamos en el 20. Colombia está en el 18 teniendo jugadores Grandes Ligas, nosotros solo amateurs. Ya le agarraron el amor al béisbol. 

-¿Que tenés de argentino?

-El amor por la carne. Es hermosa la parrilla acá. Uno solo tiene que echarle sal y se come muy sabroso. En Colombia toca echarle de todo y colocarla en una olla a presión para que se ablande.