“Si la conciencia es el océano interior de imágenes y pensamientos, entonces ahora se volvió exógena. Está afuera, en el océano de imágenes que las redes sociales e Internet nos dan”, escribió Matías Feldman para la flamante revista de dramaturgia La llave universal. Con un artículo que también hablaba del deseo de la humanidad de convertirse en selfie “y viajar de teléfono en teléfono” en el marco de una “depresión juvenil contemporánea”, el dramaturgo y director anticipaba el monumental experimento acogido por el Teatro San Martín: la prueba 7 de la Compañía Buenos Aires Escénica, El hipervínculo.

Desde 2010 –primero en el ámbito independiente–, Feldman viene desarrollando con esta compañía el “Proyecto Pruebas”. A partir de diversas premisas, busca romper con las convenciones del mundo teatral. La última prueba había sido la notable El ritmo, suerte de partitura llevada a la escena que aprovechaba luces, cuerpos y voces, entre otros recursos, para graficar el ritmo que instaura el capitalismo financiero en la vida cotidiana. En El hipervínculo –de casi tres horas de duración y con una treintena de actores en escena–, el modo de percepción contemporáneo ligado a las nuevas tecnologías no sólo se instala como tema, sino que también aporta la forma: aquí no hay relato aristotélico, sino un reflejo de aquella conciencia exógena. Un océano de imágenes y de escenas más o menos hiladas entre sí; diferentes tonos, épocas y espacios. Fragmentación y yuxtaposición, como modo de ver el mundo y de vivir este espectáculo.

La conferencia de una artista plástica devenida metalera. Un grupo de bolcheviques. Un programa de chimentos de la realeza. La cena de una familia burguesa. Astronautas lesbianas en viaje hacia Marte. Monjes medievales. Religión, patriarcado, capitalismo. Wikipedia. Walter Benjamin. Un personaje que escapó del cuadro de Rembrandt La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp. Lugares más comunes como un bar o una oficina. La conquista de América. El hipervínculo plantea combos de sentido entrelazados por un “y”. El director afirma que esta conjunción es la que hila el relato contemporáneo. Por ejemplo, en Instagram: quien ingresa ve una imagen “y” después otra “y” después otra. Ya no hay conectores como “entonces”, “por lo menos”, “en vez de”. Sobre la “y” se edifica la poderosamente actual El hipervínculo.

“Vengo bastante obsesionado con lo que ocurre con la percepción y las nuevas tecnologías, con la cantidad de información que circula y cómo uno va consumiéndola, desde la computadora, las redes, Instagram, Netflix. Mirar una serie, cortar, ver otra cosa, mandar un whats app, un videíto, mirar Instagram. Empezó a haber una enorme fragmentación y yuxtaposición de imágenes. Y también está esa tendencia de las personas a volverse imagen, que en algún punto es convertirse en cosa. La imagen mata el momento para que esté congelado luego en las redes”, analiza Feldman en diálogo con PáginaI12. Lecturas de Bifo y Aby Warburg ordenaron sus pensamientos para esta experimentación. Los procedimientos que lleva adelante con los actores suelen ser plasmados en una bitácora elaborada por un dramaturgista (Juan Francisco Dasso).

Aunque primen la fragmentación y la yuxtaposición en el modo de percibir hoy, no sucede lo mismo al momento de ver ficción, notó Feldman. “Es un riesgo el que asumí. Cuando la gente ve ficción, el consumo sigue siendo aristotélico. Me pregunté qué pasa cuando eso está fragmentado y el espectador no tiene control. En la primera parte, antes del intervalo, esto está muy fuerte: debe costar más. Porque esta parte tiene más que ver con cierto paisaje, con un rango más poético. Es menos narrativa que la segunda, atenta contra el control del espectador burgués”, desliza el también pianista.

El ritmo fue la prueba 5 y representó la llegada de la Compañía al circuito oficial, porque estrenó en el Teatro Sarmiento después de una retrospectiva de los materiales presentados en salas como Defensores de Bravard o el Teatro del Perro. La prueba 6, sobre la rima, está pendiente. Sucede que Feldman había imaginado que este trabajo sobre las nuevas tecnologías debía ser montado en un espacio de grandes dimensiones, y apareció la posibilidad de hacerlo en el San Martín. “Creo que, cada vez más, los creadores de mi generación tenemos que tener acceso a estos espacios. De a poco está sucediendo. Nos estamos corriendo de los lugares más pequeños, que hemos desarrollado muy bien durante muchos años. Espero que sigamos haciéndolo; que empecemos a tomar estos espacios para desarrollar nuestra teatralidad, que entra en choque con ellos. La sala Martín Coronado ha pedido, tradicionalmente, otro tipo de teatro, más obvio y plano, más evidente. Es interesante la tensión y el diálogo”, remarca Feldman.

Cuenta que El hipervínculo le llevó meses de escritura, en los que indagó en sus propios links. “Me cuesta mucho definirla. Tiene algo de patchwork. Quería jugar con la pregunta de si es narración o curaduría. Exploramos no sólo el hipervínculo, sino un montón de cosas en relación a las nuevas tecnologías. La pregunta fue qué combos hacer: qué cosa es más vecina de qué, no tanto siguiendo una consecución lógica. Es la presentación de una cosa detrás de otra con redes a veces obvias y a veces más subterráneas. El espectador es el que genera la vinculación. La prueba tiene muchas capas y niveles; está muy cargada y no tiene un punto de vista central”, concluye. 

El espectáculo se presenta hasta el 12 de agosto de miércoles a domingos en Corrientes 1530. El próximo miércoles se realizará en el hall central Alfredo Alcón una charla abierta con entrada gratuita, con la presencia de Feldman, el filósofo Esteban Bieda y la directora artística del Teatro Sarmiento, Vivi Tellas.