El manejo del FMI de la política monetaria y cambiaria es casi total. Además, los técnicos del organismo están obsesionados con las Letras Intransferibles contabilizadas en el balance del BCRA. Puede ser que esa obsesión tenga que ver con que son prueba del desendeudamiento del gobierno anterior y que la primera fue originada en la cancelación total de la deuda con el FMI, a comienzos de 2005. La insistencia por hacer desaparecer esas Letras será porque necesitarán reparar esa herida a la autoestima fondomonetarista asestada por el primer gobierno kirchnerista. 

En el acuerdo reclamaron que esas Letras sean rescatadas por el Tesoro por el equivalente a un monto de 25 mil millones de dólares en un plazo de tres años, además de ser contabilizadas a valor de mercado. Esto último es lo que ya realizó el Banco Central al cerrar el ejercicio 2017, registrando una pérdida de 134.520 millones de pesos (equivalente a 7167 millones de dólares). Una operación innecesaria y costosa para el patrimonio del Central, en un balance firmado por Luis Caputo. Así el saldo final del ejercicio fue una pérdida de 66.978 millones de pesos, cuando un año antes se había anotado una ganancia de 67.450 millones. El Patrimonio Neto disminuyó a 7542 millones, un 94 por ciento menos que en el balance anterior. 

Un Banco Central más débil patrimonialmente lo hace más vulnerable a las exigencias del FMI y a la codicia de los tiburones de la city.

El fondo de la olla

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, informó a los diputados en la última visita al recinto para dar cuenta de la gestión de gobierno, que en el acuerdo con el FMI está prevista la cancelación de la deuda del Tesoro con el Banco Central “con el fin de mejorar la hoja de balance” de la entidad monetaria. Indicó que ese cronograma está sujeto a condiciones de mercado y al acceso a financiamiento, y que aún no existe un mecanismo definido de cómo se hará la operatoria de rescate. Para asegurar que “la recompra gradual de Letras Intransferibles no se ha efectuado hasta la fecha”.

Esa afirmación colisiona con un comunicado del Ministerio de Hacienda y Finanzas del 19 de junio pasado, donde se informó que se iban a utilizar 67.552 millones de pesos de una colocación de deuda del día anterior para cumplir con ese compromiso con el FMI. El reporte oficial dice en forma textual: “Con esta transacción se inicia un proceso de recompra de letras intransferibles que tiene como objetivo fortalecer la hoja de balance del Banco Central”. 

Sin embargo, el ministro Nicolás Dujovne no derivó al Banco Central esos recursos obtenidos en la emisión de los bonos PeDo (Pesos/Dólar, denominado Dual en el mercado) y Bote. El dinero que iba a estar destinado a la recompra gradual de Letras Intransferibles, como se había anunciado oficialmente, fue orientado hacia una cuenta en el Banco Nación para atender las necesidades fiscales del Tesoro. 

No sólo no hay dólares suficientes en la economía, sino que tampoco alcanzan los pesos y Hacienda raspa el fondo de cada olla que encuentra para conseguirlos.  

Bomba Lebac

El rescate de Letras Intransferibles está vinculado también a la intención del Gobierno de empezar a desarmar la Bomba Lebac. El dinero que el Central recibiría del Tesoro a cambio de Letras Intransferibles sería utilizado para cancelar Lebac. Esos recursos no están llegando a la entidad monetaria y el stock de Lebac sigue presionando sobre el mercado cambiario y monetario.

El objetivo de disminuir el stock de Lebac de la anterior y actual gestión del Central no está pudiendo ser alcanzado. Pese a no renovar el ciento por ciento en cada uno de los últimos vencimientos mensuales, el monto total de Lebac casi no ha variado. En junio pasado anotó 1,145 billón de pesos, muy cerca del máximo de marzo último de 1,253 billón. El acelerado ritmo de devengamiento de intereses, ahora todavía más rápido con tasas de interés del 45 por ciento anual, neutraliza la estrategia de renovar menos del monto total del vencimiento. 

La emisión de Lebac es una de las peores medidas implementadas en la economía macrista, puesto que fue inútil como herramienta anti inflacionaria (la idea monetarista de retirar pesos del mercado para domar el alza de precios) y también como vía para desalentar la dolarización de activos (el tipo de cambio oficial subió de 9,76 a casi 30 pesos, un 210 por ciento). El saldo de ese desquicio, que alimentó una inmensa bicicleta financiera, fue el pago de intereses por 362.920 millones de pesos en el acumulado 2016-2017, según registros en el balance del Banco Central correspondiente a la gestión de la dupla integrada por “Yo no me quiero ir” y “Corredor de guanacos”. Es un monto equivalente a unos 20 mil millones de dólares, al tipo de cambio de cierre de cada ejercicio anual.  

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