Desde Brasilia. "No me van a callar". Con ese aviso Luiz Inácio Lula da Silva inició hoy una semana política que tendrá su pico de tensión el próximo miércoles. La carta escrita por el líder arrestado en la sureña Curitiba fue leída en Fortaleza, una de las capitales importantes del la región nordeste donde el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) recoge los mayores índices de aprobación, que en algunos estados roza el 70 por ciento. A nivel nacional tiene en promedio un 35 por ciento, número que varía según la encuestadora. En todos los sondeos está primero con más del doble de intenciones de voto del militar retirado Jair Bolsonaro, autoproclamado el Donald Trump de los trópicos.

"Quiero mandarles un mensaje: sí, soy candidato a presidente de la República", se plantó Lula. Su texto fue leído en una radio de Fortaleza, capital de Ceará, como introducción de una entrevista con Fernando Haddad, candidato a vice en la fórmula del PT que pasado mañana será presentada ante el Tribunal Superior Electoral (TSE) en Brasilia. Si ese tribunal respetara la ley y la jurisprudencia, el petista tendría que ser autorizado a competir por la presidencia. Pero el comportamiento del TSE suele ser político, y permeable a las presiones de quienes abogan por la proscripción del candidato privado de su libertad.

"Lula está preso ilegalmente y por una maniobra sigue en Curitiba, por eso nuestra lucha sólo termina cuando suba la rampa del Planalto", tras ser electo en los comicios del 7 de octubre, prometió Haddad.

El candidadto a vice denostó el "golpe" de Michel Temer que no pudo "encarcelar las ideas de Lula (..) que van a seguir recorriendo Brasil".

En Brasilia tres rutas nacionales fueron ocupadas hoy a las 6 de la mañana por las caravanas de los campesinos sin tierra llegados de varios Estados para participar del acto que el miércoles respaldará la presentación de la candidatura del ex tornero mecánico ante al TSE.

Al mediodía la ciudad era un hervidero. En el estadio mundialista Mané Garrincha los Sin Tierra montaron un campamento donde harán vigilia hasta la concentración de pasado mañana, mientras un pequeño grupo de campesinos visitará a sus compañeros que mantienen una huelga de hambre desde hace dos semanas exigiendo la libertad del expresidente preso.

En el centro de la capital el calor era sofocante: se mezclaba el aire caliente y seco con el embotellamiento en la avenida Eje Monumental cerca de la Cancillería, por donde circulaban las camionetas blindadas de la embajada de Estados Unidos que anunciaban la inminente llegada del secretario de Defensa, James Mattis. El enviado de Trump es un general de la línea dura apodado "Perro Rabioso".