A la madrugada tenían que estar los tres en el aeropuerto para volver a Colombia. Aun así, Michel Lacher, el argentino de esta familia formada por Diego Sánchez y la pequeña Emma, sigue charlando hasta tarde y con pasión de la creación de su flamante familia, la primera pareja de gays en Colombia que pudo adoptar. Michel Lacher y Diego Sánchez se conocieron a través de un amigo, cuando Michel se encontraba trabajando en Medellín. Él es argentino, nacido en Israel. Trabajaba como líder religioso en la comunidad judía. Trabajó en un campus universitario de Estados Unidos haciendo eventos de integración entre judíos y musulmanes. Se ordenó a los 21 años en el Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer José Hernández, sabiendo que era gay. “Ellos siempre lo supieron, nunca oculté nada y no tuve ningún problema”. 

¿Cómo es el movimiento?

- Eran de no preguntar y de la postura “no diga nada”. Cuando me querían casar con alguna chica yo les decía que era grande y sabía cómo buscarme mi pareja. Nunca mentí, eso es lo bacán. 

¿Fue Diego el que hizo que te quedaras a vivir en Colombia?

-Nos enamoramos. Él empezaba a amanecer mucho en mi casa, yo en la de él; está muy bueno dormir con la pareja. Renuncié a la sinagoga. Me casé en diciembre y cambié de trabajo. 

¿Qué hubiese pasado si te quedabas?

-Se hubiese dividido la comunidad en dos. Los que me apoyaban y los que no.

Fidel Castro dijo que no quería peluqueros en su ejército ni maestros gay, como si la “gaysitud” fuese una cuestión de contagio o si al no tener visibilidad no existiéramos…

-Ojalá fuese contagiosa. La hija de Castro es una gran activista por los derechos minoritarios. Una cosa es el discurso y otra lo que hacen. Está clarísimo que el rechazo de la homosexualidad era un discurso para afuera. Senadores de ultraderecha van a prostíbulos gay. El mundo militar es homoerótico. Que hayas tenido una relación homosexual no es que lo seas. Además, ¿qué es ser homosexual? ¿Tener muchas relaciones homosexuales? Pues sí, entonces yo lo soy. Hay una frase en Colombia que dice: “Un muchacho al año no hace daño”. Ahora podemos hablarlo y eso es visibilización. 

¿Por qué se casaron en Argentina?

-Porque en Medellín todavía no estaba legalizado el matrimonio igualitario. 

¿Diego es católico?

-Sí. Y la mamá súper católica, de ir a la iglesia todos los días. Me adora y me ama. Legalizamos el casamiento en una escribanía y esperamos para adoptar porque la corte constitucional reinterpretó el concepto de familia, dice que fácticamente una pareja gay puede adoptar. 

¿Cómo tomaron ese cambio?

-Fue un problema gigante. Entre la Iglesia y senadores juntaron dos millones y medio de firmas para revocarlo. En esa campaña se veía gente con carteles y la foto de mi hija diciendo: buscamos una mamá para Emma. Fue terrible. Pero perdió. Esos pastores que después se llenan de plata por doquier. 

Contanos sobre el proceso de adopción.

-Allá se puede hacer por una institución autorizada para adoptar, hay 8 en Colombia o por la ICBF. Optamos por ésta porque nos quedaba más cerca de casa y porque sabíamos que a los niños que estaban ahí los súper cuidaban. Éramos 8 familias 5 heterosexuales, una mujer soltera y otra pareja  homoparental de españoles además de nosotros. Todo bien hasta que le quitan la licencia de adopción al organismo, por problemas administrativos. Por este tema nos pasamos de hogar al que se llama Casa de María y el Niño, pero ahí me piden la visa de residente llamada RE, que implicaba una espera de un año y medio más; eso no estaba en el reglamento. Ahí pedimos una cita al director de adopción de Colombia. Me recibió un abogado, con una arrogancia que no entra en este café. A las 4 semanas me escriben que no, según el Convenio de La Haya. Pedimos un recurso de amparo. Hicimos la tutela con nombre de otro menor indeterminado, que está esperando por su derecho de tener una familia. La tutela se estudia hoy en las universidades. 

¿Cuál fue la clave?

-Que los adultos no tenemos derecho a adoptar. Son los menores los que tienen derecho a tener una familia. Ahí viene el discurso homofóbico. Fue un tema filosófico para ganar. Ganar no sólo es tener al menor sino abrir el juego. 

¿Cómo siguió el caso?

-Falla la jueza en primera instancia y me dice que no tenían problemas con los gay. Les dije que era una vergüenza que el poder judicial apele al Estado. Empezamos a hacer ruido porque el caso hasta ese momento no era mediático. Habló una funcionaria diciendo que habían dado 5 casos de adopción homoparentales, pero no tenía ningún nombre, porque no existían. Estaba en desacato y la funcionaria podía ir a la cárcel. 

¿Qué pasos siguieron?

-El proceso sigue con talleres, entrevistas y la evaluación de idoneidad basada en las referencias. Los tiempos pueden ser de dos semanas, un año, tres, generalmente es más corto, y te dan una asignación. Es una carpeta con toda la información que el Estado sabe de ese menor y fotos. Hay 7 días para decir sí o no. Sí decís que sí, un amigo o un familiar tiene que ir con ese menor al médico que tu eliges para tener tu versión para comprobar si hay alguna enfermedad que el Estado no vio. Te dan una carta formal y te entregan al menor. Después pasan 8 días y hay una visita y te preguntan si te lo querés quedar. ¿Es un chiste? 

Te dan un formulario con 36 condiciones para marcar que cosas aceptarías y cuáles no. ¿Qué preguntas te llamaron la atención?

-Uno tiene que ser honesto porque acá no hay vuelta atrás. Pero el efecto en el menor es terrible. Por ejemplo, si uno estaría dispuesto a tener un menor con una enfermedad cardíaca, lo tenés que decir. O con VIH. Mirá, cuando nos dan la idoneidad nos llamaron que ya estaba Emma. ¿Por qué tan rápido? Acá viene lo triste de la sociedad colombiana. Estábamos 8 en la lista. El primero esperaba desde hacía un año y medio, y nos dicen que iba a ser rápido. Pero, ¿cómo? Los 8 anteriores querían un bebé blanco, de 0 a 6 meses, y sin enfermedades. Cuando nos preguntaron si teníamos apertura étnica les dije: me parece que tu pregunta insulta. Nunca entró en nuestra cabeza eso. El IECF tenía grados para el color de piel. No sé si el 1 o el 4 era el más oscuro, pero la pregunta era hasta cuánto uno estaría dispuesto a aceptar. ¿El Estado es una mierda? Sí, pero está conformado por nosotros. 

¿La comunidad gay cómo está en Colombia ?

-En Medellín bien. Estamos muy seguros de nosotros. Es como si te dijeran “Vos sos puto”, del mismo modo que “Vos usás anteojos”. Se ha avanzado tanto que hoy decir gay no es decir soy progresista. Hay gays de derecha. Tengo en claro que soy extranjero en Colombia y eso agrada mucho. Porque soy blanco, hablo idiomas, tengo recursos, no soy combativo. Mi ex trabajaba en minorías de desplazados. Una mariconería, pero que es necesaria para llegar a ese estado ideal que es el poliamor