Juan Bayón habla de su música y no deja de usar el plural. A punto de presentar un disco con su nombre, articulado con temas propios, el contrabajista prefiere salir de su ego y completar sus argumentos en otros nombres. Tal vez sea esa la característica saliente de una generación de jazzistas que marca la escena local con actitudes precisas, de las que deriva un sonido propio. “Es la poligamia artística”, relaciona Bayón, que hoy a las 21 presentará Vidas simples, su nuevo disco, en Thelonious. Con él estará Lucas Goicochea en saxo alto, Fermín Merlo en vibráfono, Santiago Leibson en piano y Fran Cossavella en batería. 

“En cierto jazz actual se da una dinámica de trabajo que hace que los músicos participemos en distintos proyectos; que tengamos el propio y al mismo tiempo intervengamos en el de otros. De ahí que aparecen formas comunes de resolver las distintas situaciones que van articulando un lenguaje común”, asegura Bayón, que si bien duda de la existencia de un “jazz argentino” acepta la idea de que existen necesidades compartidas que delinean una cercanía estética. “Somos un grupo de músicos atravesados por obsesiones comunes y existen numerosas líneas que nos entrelazan”, agrega el contrabajista que como instrumentista se formó con Hernán Merlo, Javier Dragún y Juan Pablo Navarro, estudió composición con Juan “Pollo” Raffo y siguió cursos además con Dave Douglas, Joshua Redman y Tony Malaby, entre otros.

Bayón, que entre otras cosas también forma parte del formidable colectivo Tatadios e integra el trío de Paula Shocron, es además uno de los artífices del sello independiente Kuai, un espacio cooperativo que a través de más de cincuenta títulos publicados resulta una de las mejores maneras de explicar los impulsos y las tensiones del jazz actual. Vidas simples, sin embargo, fue editado por ears & eyes, un sello de Chicago.  “Me pareció importante aprovechar la oportunidad de salir del circuito, de ampliar los horizontes y que la música que se hace acá resuene en otros lados. Pienso que puede ser una punta importante para muchos de nosotros, sobre todo porque entre Kuai y ears & eyes existen afinidades”, explica. 

Armónicamente más cerca de Béla Bartók y de Erik Satie que del blues ancestral, para esbozar con inmediatez alguna coordenada posible que la explique, la música de Bayón se nutre sobre todo de un vigor rítmico que tiene que ver con atravesar el tiempo por el punto menos esperado. En esa riqueza que templa asimetrías y encuentros retoza lo que con salud jazzística se completa en la ejecución. “Cuando termino de componer un tema siento que está afuera mío. No sé cómo llegué a eso y tampoco me lo pregunto demasiado y eso está bueno. Recién cuando lo llevo a la sala de ensayo y lo comparto con otros, empiezo a escuchar lo que pasa con eso. En el jazz la palabra ‘composición’ es relativa, es parcial. La música la completan quienes la tocan y me siento bien dentro de esa idea, como compositor y como instrumentista”, explica Bayón. “Para mí el proceso de la composición comienza en elegir a los músicos con los que vas a tocar, ahí se empieza a delinear un sonido”, agrega.

La música de Vidas simples se articula en ocho temas que tensan un arco expresivo potente y pleno de matices.  Hay momentos de gran plenitud como el fugaz “Pausas”, un suspiro coloreado en el piano, “Rupturas”, con un solo formidable de saxo que exalta su inestabilidad rítmica,  y el final Fortaleza, que de alguna manera resume la generosidad del quinteto en torno a esa música. Bayón asegura que esa música fue pensada para ese quinteto: piano, contrabajo, batería y saxo, con la participación del vibráfono. “La base de la música de este disco está en el encuentro entre el piano y el vibráfono. Se dio que Diego Urbano, un vibrafonista chileno radicado en Los Angeles, y Santiago Leibson, un pianista argentino que vive en New York, coincidían por unos meses en Buenos Aires. Entonces los reuní en torno a la música que estaba escribiendo pensando en un disco, llamé también a Lucas Goicoechea y Sergio Verdinelli y armé este quinteto. Liderarlo fue un gusto, pero también una gran responsabilidad, porque ante estos m´sucios hay que tener las ideas bien claras”, señala Bayón, que en ausencia de Urbano y Verdinelli, para la presentación en Thelonious contará con Fermín Merlo en vibráfono y Franco Cossavella en batería. “Para la presentación se formó un seleccionado sub 30 con músicos fuera de serie. Imagínese que yo con 35 años me siento el abuelo de estos monstruos”, bromea el contrabajista que a esta altura de su carrera ya colaboró y grabó con los más importantes músicos argentinos.

Trance, de 2010, y Control, de 2014, son los antecesores del reciente Vidas simples. Editar con la cadencia de los mundiales de fútbol no termina de satisfacer a Bayón, que espera a partir de un trabajo de residencia que viene realizando en Vicente el Absurdo, un reducto musical de Palermo, con distintos ensambles poder tener motivos anuales para celebrar nuevos discos. “Los tres discos marcan un proceso lógico, a pesar de la distancia en tiempo que los separa. El primero fue el gran salto y sobre todo fue una experiencia formadora. Al segundo lo siento más maduro, sobre todo da cuenta de que supe producir un disco que me sedujo como oyente y de alguna manera todavía lo siento cerca”, asegura Bayón y concluye: “Vidas simples, el tercero, es la continuación de eso, el de- sarrollo de una línea que siento que ya encontré”.