Israel reabrió su único paso de mercancías a Gaza y amplió las zonas de pesca del enclave, aliviando un bloqueo paralizante en la Franja asediada a medida que avanzan las conversaciones sobre una tregua duradera.

Los envíos de frutas y verduras, combustible y material de construcción llegaron a Gaza ayer por la mañana a través del cruce de Kerem Shalom, un salvavidas para los 1,8 millones de habitantes de Gaza. El ejército israelí dijo que Avigdor Lieberman, su ministro de Defensa, también había decidido expandir las zonas de pesca de tres a nueve millas náuticas a lo largo de la mayor parte de la costa de Gaza.

Israel dijo que originalmente había implementado las devastadoras restricciones en respuesta a los manifestantes palestinos que lanzaban cometas prendidas fuego hacia Israel, que quemaban franjas de tierras agrícolas, causando cientos de miles de dólares en daños. Desde entonces, a la comida y los medicamentos se les permitió pasar pero el combustible y el gas de cocina fueron bloqueados. Todos los otros bienes fueron rechazados, acumulando presión sobre el empobrecido enclave.

Lieberman advirtió que el cruce volvería a cerrarse si hubiera más violencia y pidió a los habitantes de Gaza que presionen a Hamas, el grupo militante que ha gobernado Gaza desde 2007. “Nuestro mensaje es que deben presionar al liderazgo de Hamas”, dijo en la Radio pública israelí. “Todo está en sus manos. Si la calma prevalece, se beneficiarán. Si la violencia se reanuda, perderán”.

Los pescadores de Gaza dijeron que estaban desesperados por una zona de pesca más amplia después de pasar casi un mes intentando pescar en tan solo tres millas de agua. “Estamos esperando una gran pesca ahora con nueve millas”, dijo Khader Baker, de 25 años. “Casi no había peces en las tres millas. Casi nos morimos de hambre “.

Israel y Gaza han estado al borde de una nueva guerra apenas cuatro años después del último conflicto devastador, ya que las tensiones alcanzaron un punto de ebullición en las vallas fronterizas entre los dos territorios.

Desde marzo, cientos de miles de palestinos marcharon en protesta cada semana hacia Israel exigiendo el derecho a regresar a sus tierras ancestrales de las que fueron forzados o huyeron durante el conflicto de 1948 que rodeó la creación del Estado de Israel.

Al menos 169 palestinos fueron asesinados por disparos de Israel durante las manifestaciones, y más de 15,000 heridos, lo que provocó feroces críticas en el exterior por la acción del ejército israelí. Un soldado israelí fue asesinado a tiros por un francotirador palestino en julio.

Israel ha defendido su uso de la fuerza, diciendo que los manifestantes se volvieron violentos, incluyendo lazando barriletes incendiados sobre Israel, poniendo en peligro la vida de sus ciudadanos en el sur.

En respuesta, Israel endureció un bloqueo de una década sobre Gaza, cuya población desesperada ya está luchando por sobrevivir con una grave escasez de energía y la tasa de desempleo más alta del mundo.

El deterioro de la situación humanitaria provocó un recrudecimiento del fuego en la frontera, amenazando con arrastrar a ambas partes a la guerra. Egipto y las Naciones Unidas han intervenido repetidamente. Están tratando de negociar una tregua integral a largo plazo y de aliviar las dificultades económicas en Gaza.

Esta semana los ministros israelíes revelaron que Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, realizó una rara y secreta visita a El Cairo en mayo para reunirse con el presidente egipcio Abdel-Fattah al-Sisi y discutir un alto el fuego urgente. Sin embargo, Netanyahu enfrenta presiones desde la extrema derecha en su país. El ministro de Educación, Naftali Bennett, del partido ultraconservador Jewish Home, dijo el martes que se opondría a un acuerdo basado en “una calma temporal”. “Esta ‘calma’ le dará a Hamas total inmunidad para que pueda rearmarse con decenas de miles de cohetes”, dijo Bennett en un comunicado.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.