La cada vez más accesible y difundida utilización de microcontroladores y placas de desarrollo (Arduino, Teensy, el redondito Circuit Playground Express, de Adafruit), tanto como las microcomputadoras, lideradas por la adorable Raspberry Pi, abrieron el juego a la experimentación y al intercambio de información de proyectos de todo tipo. Basta googlear y scrollear un toque para verlo.

Desde el aspecto del audio, el procesamiento en tiempo real mostró posibilidades que nos dejan muy manija. Atravesando el umbral de las máquinas looperas, chiches reducidos en tamaño y extremos en su desempeño, como el Organelle, de Critter & Guitari; el OP-1 y los adorables Pocket Operators, de los suecos Teenage Engineering; o el Octatrack, de sus coterráneos Elektron, así como las marcas de pedales Chase Bliss Audio, Earthquaker Devices, Calimbread, Hologram Electronics y otras, han traído a la mesa una vuelta de tuerca de qué tipo de alteración y manipulación puede aplicársele a una señal.

Corriéndonos un poco de estos desarrollos industriales, pero manteniéndonos en la posiblidades que brinda la cercanía de estas herramientas, hoy hablamos de DSPIC. Tranqui. La sigla responde a Circuito Integrado de Procesamiento Digital de Señal. Un circuito integrado es lo que comúnmente se conoce como microprocesador o chip: un pequeño ladrillito negro con varias patas, en cuyo interior ocurren mil maravillas. Estos integrados pueden ser programables e incluso funcionar de manera independiente (stand-alone) sin estar ligados a una compu.

 

 

Sebastián Cordovés, por ejemplo, confecciona módulos de sintetizadores desde hace once años: “Empecé en formato 5U o MU (el original de Moog) y hace tres años me volqué al Eurorack, que es más chico y popular en este momento”. Su primer contacto con los microprocesadores fue en la secundaria, donde aprendió programación en Assembler para el Intel 8085. Era 1990, recuerda. Después se olvidó un poco de todo ese asunto hasta que en 2005 volvió a interesarse en los microprocesadores para usarlos en proyectos de sintetizadores e instrumentos musicales que desarrolla bajo el nombre de Sebo Synths: “Comencé programando en Assembler PICs de Microchip”, cuenta quien también es responsable y compositor del dúo de synth-pop Cosaquitos en Globo.

En este momento el microprocesador que más estoy usando es el Atmega328 de Atmel con el IDE de Arduino”, actualiza. El Integrated Development Environment o entorno de desarrollo integrado es el medio a través del cual se programa el circuito integrado. “Tengo varios módulos hechos con el Atmega328 en los que lo uso para reproducir samples de 8 bits, generar audio, sintetizar formas de onda y producir señales de control. Estuve intentando procesar audio en tiempo real pero el Atmega328 es muy limitado y no conseguí buenos resultados, por lo que estoy empezando a experimentar con chips un poco mas poderosos: PJRC Teensy, que también se puede programar con el IDE de Arduino.”

Algo que lo sorprendió del Atmega328 y la plataforma Arduino fue la versatilidad y la velocidad para obtener resultados, lo que le permitió desarrollar módulos en relativamente poco tiempo. “Tengo planeado hacer varios módulos que impliquen procesar audio en tiempo real y otros que generen señales de control complejas. Ideas no faltan.”

 

 

Luma Sonido son los ingenieros electrónicos Gustavo Roitman y Marcos Cervetto, y el músico

Pablo Butelman. El proyecto Luma viene desde 2014, cuando Marcos y Gustavo empezaron con las primeras pruebas de hardware y software de efectos sonoros. “Nos resultó atractivo el marco teórico que lo fundaba y el potencial experimental que subyace en estos fundamentos”, cuenta Marcos. Su primer desafío fue desarrollar un trémolo digital: “Es un efecto clásico pero interesante, porque permite un gran número de variaciones. PureData fue un gran aliado en este camino de reconocimiento y se podría decir que casi todo lo que tiene nuestro trémolo actual fue programado y testeado previamente en PD antes de pasar a una instancia de prototipo stand-alone”, recuerda Pablo.

Esa creación fue Trueno, un trémolo/oscilador stéreo. Haciendo uso del integrado dspic33, de Microchip, con la IDE MPLABX, lograron un efecto versátil, dinámico y con excelentes prestaciones sonoras: tap tempo, 8 formas de onda, subdivisiones en negras, corcheas, tresillos y semicorcheas, partrones rítmicos y modulador en anillo.

Estamos investigando integrados que nos den mayores posibilidades de capacidad de procesamiento y memoria. Esto nos va a abrir la puerta para desarrollar efectos de mayor complejidad, con más prestaciones y con un alto grado de parametrización”, cuenta Marcos con la atención puesta en los micros de la familia Cortex, con capacidades de correr linux embebido. “Tampoco dejamos de mirar los otros monstruos en el procesamiento: las FPGAs, matriz de puertas programables.”

Actualmente Trueno tiene ciertas capacidades desarrolladas para que el usuario pueda ampliar sus recursos al procesar su señal. “El control de phase para la salida nos resulta muy interesante: permite explotar la estereofonía del efecto. En la versión actual se pueden controlar tres parámetros usando la entrada de voltaje de control (0-5 Volts). Esto nos entusiasma aún más, ya que permite que el equipo interactúe con procesadores de diferentes ámbitos (pedales, sintetizadores, secuenciadores). Creemos muy importante empezar a acercar este tipo de procesadores al mundo de la síntesis y poder brindar herramientas poderosas en tamaños portables.”

 

 

La Fábrica Marciana surgió a mediados del año pasado con la idea de manijear un espacio dedicado a la experimentación electrónica en La Plata. “Terminaba el último año de la carrera en Artes Visuales cuando bajé la ‘cajita de electrónica’ que tenía guardada hacía más de cinco años: mi primer oscilador con un (integrado CMOS) 40106, gracias a una charla que dió Jorge Crowe, donde nos contó sobre el hardware libre, (el soft de diseño de PCB) Fritzing y la idea de la electrónica creativa”, cuenta Nicolás Restbergs, quien se reecontró con la protoboard, los cables y el soldador, y viajó a capital para tomar los talleres de Electrones Libres y el intensivo de sintes analógicos en Tercer Brazo, con Manu Osorio. “Me dieron ganas de crear un proyecto al estilo del Labo de Juguete o Chimbalab en el living de casa”, recuerda. Eso fue Taller Noise: armado casero de circuitos y diseño de PCBs, mezclando activismo sonoro con el universo de los fanzines y la gráfica.

La idea de La Fábrica es que funcione como un espacio de aprendizaje e investigación de la electrónica con fines artísticos, y también como un sello de producción de hardware experimental”, dice. Las últimas producciones de la Fábrica se centraron en aparatos sonoros hechos con Arduino. “Hubo algo que me pareció genial, que era la posibilidad de usar el Atmega328, el microcontrolador que usa Arduino Uno, de manera stand-alone, es decir sacarlo de la placa Arduino, diseñar un circuito específico y colocarlo allí.”

Los proyectos que Nicolás quería hacer, relacionados a la síntesis y el audio, eran de cierta complejidad. Por suerte, en el mundo del hardware libre hay proyectos ya hechos, disponibles y bien documentados. “Eso es hermoso: uno puede copiar y pegar código, y así aprender. El saber programar no es una barrera, a la larga se vuelve un límite, sí, pero la posibilidad de seguir adelante está, y te da más curiosidad de aprender al poder ver resultados concretos.” Gracias a esos proyectos, Nicolás se puso a cargar códigos al Atmega y a recorrer un proceso de investigación y curiosidad. “Estoy viendo sus posibilidades, qué librerías usan, cómo se realiza la síntesis digital en más bajo nivel... veo códigos que se ponen cada vez más hardcore, pero intento investigar y ver qué es lo que puedo hacer.”

Lo primero que armó fue el Nebulophone, de Bleep Labs, una experiencia de insistencia y aprendizaje. En su sitio se pueden encontrar varios proyectos abiertos de sintes con Arduino. Nicolás recuerda que, a primera vista, el código lucía más complejo: “No era el que estaba acostumbrado a ver, usaba los timers, creaba tablas de onda y funciones que eran de más bajo nivel. Siguiendo el esquemático, armé el circuito en la protoboard, cargué el código y, como pasa muchas veces, no funcionó. De madrugada le mande mail a Dr Bleep preguntándole unas dudas. Desde Texas, respondió con re buena onda y me explicó unas cosas re simples que no entendía de su proyecto.” Finalmente funcionó y del Atmega salieron “un montón de sonidos locos con un tinte 8bit, diferentes formas de onda, notas, un arpegiador, ¡fue una fiesta!”.

Al Nebulophone le siguió el Gamelin, de Crowe, y su propia modificación, llamada Space Monkey: “un mono marciano sobre la PCB que cuando le tocás el cerebro lee la resistencia del cuerpo, mapea y recorre un array de notas”. Y ahora, la cuenta de Instagram de Fabrica Marciana permite ver sus avances con el soft de diseño KiCad, mientras Nicolás continúa rastreando proyectos e incorporando y repartiendo data. “Estoy con el Kastle y la serie Trinity, de Bastl Instruments, que están basados en la librería Mozzi de Síntesis para Arduino, y que estoy insistiendo para que mi cerebro empiece a comprenderla. Con lo último que me enganche, son unos proyectos de Jan Ostman. En su blog ‘dsp-synth’ tiene unos proyectos increíbles basados en el Atmega. A nivel sonoro, lo más zarpado y distinto que escuché. En su página comparte código y esquemáticos, algunos tienen unos manejes para subirlos al Atmega, pero después de una buena googleada sale. Y en paralelo a los sintes estoy empezando a investigar más en profundidad el mundo MIDI.”