Desde Londres

Maniatada por las facciones de su propio partido y sin progresos en la negociación con la Unión Europea (UE), Theresa May lanzó una “charm offensive” en Africa. En una gira de tres días a los tres países más poderosos de la región –Sudáfrica, Kenia y Nigeria– la primera ministra glorificó las oportunidades que se abrirían para el Reino Unido con la salida de la UE, prometió una lluvia de inversiones en el continente y hasta bailó –muy mal– una danza local que le valió el apodo de “Maybot” (May + Robot) en las redes. 

El proyecto de May es convertir al Reino Unido en el máximo inversor en Africa de los países del G7 para 2022. A tal efecto, la primer ministro se reunió con los presidentes de los tres países acompañada de una nutrida comitiva de 29 capitanes de la industria y las finanzas. May prometió inversiones de más de 4 mil millones de dólares y anunció acuerdos comerciales de alrededor de 330 millones que crearán, según la delegación británica, más de 3 mil puestos de trabajo. “Estos acuerdos muestran el potencial que existe para los empresarios británicos en este continente”, dijo May.

El problema es que la primer ministro llega un poco tarde a la repartija de este “potencial” africano del siglo 21. El presidente de Francia Enmanuel Macron visitó 11 países en sus 9 viajes al continente desde que asumió en mayo del año pasado. La primera visita al exterior que hizo el presidente chino Xi Jinping fue a Africa. En junio de 2016, cuando los británicos votaban en su referendo a favor de salir del bloque europeo, la UE rubricaba un tratado de libre comercio con Africa. 

Los resultados están a la vista. A nivel comercial la UE lidera el intercambio bilateral con Africa (unos 305 mil millones de dólares), seguido por China (188 mil millones) y Estados Unidos (53 mil millones). La vieja potencia colonial del siglo 19, el Reino Unido, está en cuarto lugar con 36 mil millones. Como le recordó a May el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, era la primera visita a su país de un mandatario británico en 30 años. 

Kenyatta no sigue muy de cerca la política británica (en su conferencia de prensa no pudo recordar el nombre de Boris Johnson, canciller británico hasta principios de julio). La realidad es que con el Brexit a cuestas, hace rato que cada jugada política o diplomática de Theresa May suena a desesperación por mostrar un futuro promisorio o a intento de pacificar alguna de las facciones internas que se disputan el destino final de la relación con la UE. 

El optimismo retórico suele chocarse con la realidad. Los tres países que visitó May son la usina económica de Africa, pero juntos tienen un PBI menor al de Holanda, uno de los 27 socios de la UE, es decir que por más promisorio futuro que dibuje, no podrán sustituir ni de lejos al bloque europeo. 

Mientras tanto el reloj sigue avanzando hacia el 29 de marzo a las 23 horas cuando el Reino Unido dejará oficialmente de pertenecer a la UE a menos que las partes logren algún acuerdo de último minuto que postergue la hora señalada. La semana pasada el gobierno anunció 23 de las 80 medidas de emergencia en caso de que no haya un acuerdo con la UE para la relación post-brexit, entre ellas un abastecimiento de emergencia de medicamentos. A May le viene pasando con sus anuncios lo que a Mauricio Macri este miércoles. Lejos de tranquilizar, causa ansiedad y hasta alarma.

Así las cosas los poderes fácticos vienen acelerando sus propios preparativos para una posible salida de la UE sin acuerdo. Muchos bancos y compañías de seguro han creado unidades especiales en el continente para tener una plataforma lista para el éxodo en caso de hecatombe. 

Las multinacionales están contemplando una salida similar. “Estamos extremadamente preocupados. Un día se dice una cosa, otro día, otra, no sabemos a qué atenernos, así que hacemos planes para todas las eventualidades”, señaló Hiroaki Nakanishi, director de Kenidaren, que agrupa a los inversores y empresas japonesas en el Reino Unido. 

Hasta los futbolistas extranjeros de la Premier League están tomando sus recaudos. “En la Premier League hay extranjeros de 65 países. Constituyen el 70% de los jugadores. Están recurriendo a distintos mecanismos para evitar una depreciación de sus ingresos”, indicó al Financial Times John Gloss, director de una consultora financiera y cambiaria, Argentex. 

Desde el referendo a favor de la salida del Brexit en junio de 2016, la libra cayó un 14% respecto al euro. En caso de que no haya un acuerdo con la Unión Europea, analistas y futurólogos variopintos, anticipan una caída y hasta un desplome de la moneda británica.