La frase dejó a todos perplejos. El financista Ernesto Clarens declaró en la causa de las fotocopias de los cuadernos que nunca vió ni habló con Néstor Kirchner ni con Cristina Fernández de Kirchner. No obstante, se instaló a Clarens como el gran financista de los Kirchner. A partir de ésta última creencia, ayer el fiscal Carlos Stornelli pidió su detención. Clarens sí sostuvo en su declaración que conoció a Daniel Muñoz, el secretario de Néstor Kirchner hasta 2009, y que le entregó dinero, aparentemente de coimas o de aportes en negro para campañas electorales. Lo hizo –según él– en el vestidor del departamento de la calle Uruguay. Ni para Stornelli ni para el juez Claudio Bonadío es suficiente: pretenden que Clarens les diga que transfirió dinero de los Kirchner al exterior, pero el financista lo niega. Por lo tanto, lo presionan ahora con el pedido de detención. 

El gran déficit de la causa de las fotocopias de los cuadernos es que sigue sin aparecer el dinero. Si los funcionarios se llevaron decenas y decenas de millones de dólares en bolsos, en algún lado tiene que estar la plata. Cuando buscaron cuentas, sociedades y bóvedas ocultas, no encontraron nada. La última es que “debe haber containers de billetes enterrados”, tiró Patricia Bullrich, ministra de Seguridad. Una de las grandes esperanzas de Stornelli-Bonadío-Casa Rosada es la “confesión” del supuesto “financista de Kirchner”.

Clarens viene negociando su carácter de “imputado colaborador” básicamente a partir del momento en que otro empresario, Juan Chediak, lo empezó a señalar como recaudador, no sólo como financista. Clarens dijo que sí, que recaudaba puntualmente de empresarios de la obra pública, pero negó que sacara dinero al exterior. Es más, el financista aparece en ese papel en relación con Lázaro Báez, pero tampoco eso se terminó de probar en la causa que investiga Sebastián Casanello sobre lavado de dinero del constructor. 

Durante las últimas semanas, la fiscalía y el juzgado filtraron información de todo tipo respecto de Clarens. Por ejemplo, que registra numerosos viajes a Uruguay. Desde su entorno hicieron saber que el financista tiene una embarcación y que todas las semanas pone proa hacia la casa que tiene en Carmelo, en el barrio El Faro. También lo agrandaron diciendo que fue un genio en la universidad, que se recibió con promedio de nueve, pero lo cierto es que Clarens nunca fue a la universidad.

Tras dos semanas de tenerlo en la mira, Stornelli-Bonadío no consiguieron lo que buscaban y ayer ratificaron el método que utilizaron hasta ahora: el que dice lo que pretenden, se va a su casa; al que niega lo que fiscal y juez precisan, lo amenazan con el calabozo. La resolución la adoptará el juez en las próximas horas, en tanto el abogado de Clarens, Hugo Pinto, volvió a presentar un escrito describiendo lo que su defendido reconoce como “arrepentido”. Por ahora al menos no dice las palabras mágicas: sigue insistiendo en que no conoció ni a Néstor ni a Cristina Kirchner y que no sacó dinero de ellos del país.