Qué dificil cuando lo que domina al ser humano es el ansia de control. Concretamente cuando  la incapacidad para crecer en ese estar siendo domina los guiones de la ficción, de las noticias, de la vida cotidiana. Y no es que no sea motivo de festejo la llegada de la pedagogía en el culebrón y la circulación de información en medios. Aquí haremos una crítica a conciencia de que desde la crítica cultural no se puede ser obstáculo de diálogo y menos si el vehículo es el arte o los productos culturales… Pero “¡una cosa es una cosa y otra cosa es semejante cosa!” le hace decir Susy Shock en sentido inverso a un personaje conserva. Es decir, yo me pregunto cuando veo en la serie 100 días para enamorarse, la escena de la experta explicando lo que es trans, transgénero y travesti como si levantara el puntero en una escuela del siglo XIX… ¿Es a propósito? o ¿en su ansia de progre-imagen cometieron un yerro?

Hoy que las novelas del prime time eligen explicar al vulgo esa taxonomía de la diversidad, cualquier animal humano (quienes dicen tener todos/as un/a muerto/a en el ropero) puede venir a decirme a mí qué corchos soy. “Travesti significa bla, bla, bla…” Una vez más, vienen por mí, como diría Claudia Rodríguez; quieren mi cadáver en sus roperos, sus vitrinas o sobre sus chimeneas. 

No será así, porque no soy apta (ni nadie lo es) para disecar con categorías y palabras, no porque des-crea de las palabras sino porque sospecho de ustedes y el uso que les dan. Cuando niñe me quitaba la remera y la dejaba en mi cabeza desde el nacimiento del cabello y tirarla hacia atrás ya la transformaba en larga cabellera, si era mangas largas, atadas a la nuca, podía llevarme a medio oriente o egipto si se sostenían detrás de mis orejas y caían hacia los costados o podía ser monja, institutriz, nipona, indiecita o simplemente yo de pelo largo y suelto ¿era más travesti si lo hacía con un toallón? No. ¿eran hormonales las telas? No. ¿era para siempre mi cambio? Nunca. Hubiese sido muy aburrido quedar frizada.

El problema de fondo con el bicho humano es el olvido permanente de su twemporada incial en un medio lìquido, la vida intrauterina. Será que estar de pie sobre suelo firme desespera al punto que ahí de pie nos quieren ver al resto de les mortales sobre el mismo piso firme; siguiendo sus cursos prefijados; al ritmo que ellos establecieron; vestidites para la ocasión tal como ellos/as piensan. O sea, asì como viene la cosa, me  me tengo que comer  que la “Especialista”, el personaje del saber y la voz autoritativa de la medicina, encarnado por Sandra Mihanovich diga en la serie de Telefé que “y por el otro lado están las personas que se quieren vestir con ropas que socialmente están asignadas al otro género; Travestis”. Ropas-Asignación-Género: Travesti. Se me cruza todo ¿ella es la que me hizo gritar Soy lo que Soy? ¡Nadie tiene en el piso donde se está grabando esta secuencia algo para decir! Es ofensivo en grado sumo, de un dolor inconmensurable que sea quien sea, me hable, me escriba, me comunique disecada y vuelta wikipedia definición, tan pobre y tan maltratadas ipso facto cada una de mis muertas. Tan agraviante y oprobioso como ignorante sería afirmar que una “Madre de Plaza de Mayo es una vieja que se obsesiona con vestir pañuelo blanco en la cabeza” ¿Por qué no intentan definirse a sí mismos/as? ¿Lo harían con esa crueldad? No me atrevo a ejemplificar sobre el director, los/as guionistas o quienes asesoraron… pero podrían estudiar. Por ejemplo, podrían empezar a saber que las Travestis hemos conmovido las estructuras mismas de esta sociedad, sus criterios para definir los Derechos Humanos, los alcances de la ciudadanía civil y el derecho al espacio público; que pusimos en tensión y discusión el concepto de la mismidad y la autonomía sobre el propio cuerpo; que visibilizamos la historicidad de las construcciones del género y la severa aculturación de las identidades por efecto del colonialismo; que reivindicamos una sexualidad y deseo libertarios; que propusimos lo lábil de lo hombre y lo mujer; el fracaso heterofamiliar sobre todo en sus funciones paterno-maternales, la crueldad del sentido común heteronormado...