Hasta el momento el cine evocó en tres ocasiones la figura de Blanca Luz Brum, la poeta, periodista, escritora y activista uruguaya que parece haber atravesado el siglo XX en sus instantes cruciales. Esos en los que la historia se escribe con mayúsculas, a veces con sangre. La primera vez que el cine la abordó fue desde el documental. En Los próximos pasados (2006), Lorena Muñoz –futura realizadora de Gilda y, en tres semanas más, de El Potro– evocaba a esta mujer embrujadora a partir de uno de los episodios centrales de su vida, la visita a la Argentina a comienzos de los años 30 junto al gigante de la pintura mexicana David Alfaro Siqueiros, y la relación de ambos con el legendario propietario del diario Crítica, Natalio Botana. Esa misma relación, aderezada con las presencias de Pablo Neruda, Salvadora María Onrubia, Victoria Ocampo y el presidente Agustín P. Justo, fue el eje de El mural (2010), último film de ficción de Héctor Olivera a la fecha. Al año siguiente Blanca Luz reapareció en Juan y Eva (P. de Luque, 2011), relacionada con el Perón de los comienzos y despertando los furiosos celos de Evita, que le habría dado un plazo perentorio para dejar el país.

¿Pero quién fue esta mujer que parece haber sido un montón de mujeres, teniendo en cuenta que además de las nombradas estuvo casada con el poeta peruano Juan Parra del Riego, hizo lo propio más tarde con Siqueiros, militó junto a él en el comunismo mexicano (ya lo había hecho en el PC peruano, de la mano del liminar José Carlos Mariátegui), llamó a tomar las armas para ir en apoyo de Sandino, se casó a mediados de los años 30 con un ingeniero civil en Chile y una década más tarde con el director para América Latina de las Braniff Airlines? Entre una cosa y otra Blanca Luz se hizo tiempo para viajar a Buenos Aires, conocer al coronel Perón siendo secretario de Trabajo, convertirse en su admiradora (ya había renegado del comunismo, gracias a Stalin) y, según dicen, habría tenido no sólo participación clave en el 17 de octubre, sino que habría sido ella la que, en su carácter de asesora de Prensa, habría ideado nada menos que la fórmula “Braden o Perón”, una de las síntesis políticas más arrasadoras de la historia argentina.

En la pregunta no llegan a entrar ni su condición de triple mater dolorosa (tres de sus hijos murieron trágicamente), ni la admiración por Pinochet a la cual habría llegado por puro odio al comunismo soviético, ni su condición final de amante de la naturaleza, animista y nudista. Además de notoria fabuladora, todo lo cual multiplica los signos de interrogación. Con todo ese material, y esas interrogaciones, se enfrenta el realizador Pablo Zubizarreta en No viajaré escondida, documental en el que Blanca Luz Brum pasa por primera vez al protagónico en el cine argentino. Nacido en 1974, Zubizarreta había dirigido previamente 4 de julio, la masacre de San Patricio (2008) y codirigido junto a Matilde Michanie Grete, la mirada oblicua (2014). 

–Una de las productoras de la película es una compañía de la que forma parte Lorena Muñoz, que abordó la figura de Blanca Luz en Los próximos pasados. ¿El de No viajaré escondida fue originalmente un proyecto de ella?

–No, para nada. Es un proyecto que le presenté a Maxi Dubois, socio de Lorena y de Benjamín Ávila en la productora Habitación 1520, y que les interesó rápidamente, supongo que porque estaban familiarizados con el personaje.

–¿Cómo encaró el trabajo de archivo?

–Investigué absolutamente todo. Tanto lo que hay escrito sobre ella como lo que ella escribió, que es mucho y diverso. Hay un problema, que es la variedad de versiones sobre su vida, que tiene que ver tanto con su nomadismo –viaja de Uruguay a Perú, de Perú a México, de México a Buenos Aires, de Buenos Aires a Chile, vuelta a Buenos Aires, vuelta a Santiago, para recalar los últimos años en la isla Juan Fernández– como con sus virajes, la variedad de sus compañías y elecciones y, sin duda, con sus fabulaciones, que son comprobables. Pero también con las distintas versiones que ella va dando sobre sí misma. Escribe tres autobiografias en el plazo de diez años, y en cada una aborda los mismos hechos desde distintos puntos de vista. Esto hace que su vida sea un rompecabezas difícil de armar. La escritora Martha Mercader intentó escribir una biografía novelada y terminó abandonando. El crítico literario uruguayo Hugo Achúgar, que aparece en la película, también lo intentó y cuando llegó a la mitad se encontró con que había episodios que no le cerraban. Entonces decidió llenar los huecos ficcionalizando y escribió un libro que se llama Falsas memorias, que publicó en 2000. El dice que el libro tiene 90% de realidad y 10% de ficción. Yo creo que la proporción es algo distinta.

–¿A la inversa, tal vez?

(Risas) –No sé si tanto. Pongamos que 50 y 50. El que logró recopilar más datos, después de una investigación más exhaustiva, fue el uruguayo Alberto Piñeyro, que también aparece en la película, investigando unos materiales con unos guantes de protección. Pero el libro que él publicó se editó después que yo empecé la película. Yo empecé en 2010 y el libro de él salió para 2013, más o menos. Lo que quiero decir es que cuando empecé, lo único que había escrito sobre ella era un libro mitad verdad mitad ficción y un ensayo de la investigadora literaria María Pia López. Lo otro eran las tres autobiografías, donde resultaba imposible saber cuánto había de verdad y cuánto de ficción.

–El tema, también, es que algunos episodios que parecerían “de biógrafo”, como se decía en una época, resulta que eran ciertos. Como el de la fuga de Guillermo Patricio Kelly que usted cuenta en la película, que le habría encargado el propio Perón.

–Sí. En el año 57. La Revolución Libertadora había puesto a Kelly, Cámpora, Cooke, Jorge Antonio y otros peronistas de cartel en la cárcel de Río Gallegos. Se fugaron de allí y pidieron asilo político en Chile, pero se lo negaron. Allí interviene Blanca Luz, que engaña al guardia vestida de chola, le pasa a Kelly ropas de mujer que llevaba debajo de las suyas, salen así de la prisión, Kelly se va a Venezuela a encontrarse con Perón y a Blanca Luz la detienen. El que la adorna después es Kelly, que cuenta que la que lo rescató era una actriz con la que salía, y que se dieron un beso… en fin.

–O el hecho de que Mariátegui dice de ella que es una de las poetas más importantes de América.

–Blanca Luz había empezado a publicar poesía a los 20 años, cuando enviuda del poeta peruano Juan Parra del Riego, con el que estuvo casada un año. En Lima publica un libro más, pero lo que es muy llamativo es que de los treinta y dos números publicados de Amauta, la revista que editaba Mariátegui y que está considerada una de las más importantes en la historia de Latinoaméricana, en la mitad de ellos publican poemas de Blanca Luz. A mí me parecen muy bonitos sus poemas, sobre todo aquellos en los que habla de la naturaleza que la rodea, en su pueblito natal de Pan de Azúcar, en Uruguay. Tal vez sea porque yo pasé muchos veranos cerca de allí, en un lugar muy parecido, donde mi abuela tenía su casa. Lo curioso es que mi abuela nació el mismo año que Blanca Luz. No es que yo supiera esto desde antes de iniciar el proyecto, me enteré más tarde. Un día, repasando cosas viejas de mi abuela, veo su año de nacimiento y caigo en la cuenta que nació en 1905, como ella.

–Usted mencionó su viudez y ahí aparece otro dato muy fuerte, que es su condición trágica.

Se le murieron tres hijos. Dos de ellos de adultos, en accidentes de tránsito. La muerte que más sufrió fue la de Eduardo, su primer hijo. Jamás se repuso de la muerte de Eduardo, ella dice que le partió la vida en dos, que se murió con él. La sobrevive una hija, María Eugenia, que vive actualmente en la isla antiguamente llamada Juan Fernández, actualmente Robinson Crusoe.

–Para no ser menos, fue ella la que hizo que le cambiaran el nombre.

–Aprovechando sus contactos con las altas esferas (tuvo acceso a varios presidentes chilenos, incluyendo a Frei y Pinochet; no así a Allende) y basada en el hecho de que Daniel Defoe se inspiró en esa isla para escribir su novela, que es la más leída del mundo, pidió el cambio de nombre, y lo logró. La isla es impresionante. Está alejada de todo, y a la vez parece como integrada al océano. Ella, cuando la conoce, escribe que ese sitio parece hecho para ella y es verdad: la naturaleza es  extrema allí. 

–¿Qué hay de su participación en el 17 de octubre y su presunta relación amorosa con Perón?

–Lo único registrado es una foto en la que ella está con Farrell y Perón, cuando éste era Secretario de Trabajo y Previsión. De ahí en más son todas especulaciones y sus propias afirmaciones, que no son confiables. En un material de archivo que muestro en la película se la ve de espaldas repartiendo volantes, lo cual no llega a ser probatorio. Sí hay escritos de ella atacando reiteradamente a Braden, por lo cual sí podría ser que la frase “Braden o Perón” fuera cierta.