Por muchos colores que tengan, los mapas apenas permiten intuir hasta qué punto pueden ser diferentes los paisajes de una región. Así ocurre en el norte de Santa Cruz, del lado de las montañas, en una de las comarcas menos conocidas de la vasta Argentina. ¿Qué se sabe, salvo que Los Antiguos es la Capital Nacional de la Cereza y que en las cercanías queda la Cueva de las Manos? Mirando el mapa pueden verse, sí, algunos indicios de la seguidilla de bellezas que esperan al viajero: algún que otro pueblo, lagos, ríos, una meseta. Pero solo quienes ya han transitado por el largo y solitario tramo de la Ruta 40 entre Perito Moreno y Bajo Caracoles pueden poner imágenes sobre las frías referencias del papel o la pantalla. 

Tierra de Colores, un inesperado paisaje de rocas coloridas en medio de la meseta, cerca de la Cueva de las Manos.

LA MESETA ESTÁ SERVIDA Este será el telón de fondo de quienes se animen a recorrer este verano el circuito más novedoso de la Patagonia. Un viaje que se lleva a cabo en parte a lo largo de la Ruta 40, pero sobre todo circulando por caminos de ripio, para rodear la Meseta Lago Buenos Aires y conocer el nuevo Parque Nacional Patagonia. No es que el derrotero sea nuevo en sí, sino que las pocas agencias de Los Antiguos lo están empezando a vender esta temporada y funciona por lo tanto una red de bases para recibir a los turistas. 

La idea y las obras partieron de dos fundaciones privadas, el Conservation Land Trust (CLT) y Fauna y Flora. Ambas están detrás de la creación del Parque Nacional Patagonia, el eje del viaje, y también han sido generadoras del Parque Nacional Iberá, constituido en noviembre en la provincia de Corrientes. El principio es sencillo: el fallecido empresario y ambientalista norteamericano Douglas Tompkins compraba tierras en Chile y la Argentina para devolverlas a su estado original y luego entregarlas a la administración pública con el fin de convertirlas en reservas naturales. Las obras del CLT actualmente son continuadas por su viuda y varios de sus discípulos, como los creadores de la Fundación Flora y Fauna, que compró las tierras con las que se formó el PN Patagonia en 2015. 

En cuanto a las obras se las llama “portales”, uno por cada gran atractivo que hay en la ruta. La –buena- idea del CLT y de Tompkins es que se quiere y se protege lo que se conoce. Y desde siempre decidieron involucrar el turismo en sus obras de conservacionismo. Los llamados portales son de esta manera las puertas de ingreso a los distintos ambientes sobre los cuales es preciso concientizar. Ya hay tres en la Argentina y uno más está en construcción, en tanto son un poco más del lado chileno, pero la meta final del trabajo del CLT y Flora y Fauna es seguir comprando terreno para agrandar el PN Patagonia argentino y llevar sus límites hasta la frontera, hasta donde ya llegan las tierras compradas por Tompkins en el Valle Chacabuco, que se convertirá en 2020 en el Parque Nacional Patagonia chileno. Será así el primer espacio natural protegido binacional. 

Sin embargo, falta todavía para llegar a esa meta. El desarrollo del circuito es parte de este plan. Por lo tanto, para preparar el viaje y no perderse nada en el camino, la mejor opción es arrancar en el primero de esos portales, la ex Estancia La Ascensión, a orillas del lago Buenos Aires. Fue la más grande de la región y contó hasta ocho mil ovejas. En su casco había una escuelita rural que hoy sirve de sala para cursos de capacitación de los ambientalistas y los voluntarios que van a trabajar en el Proyecto Macá Tobiano, sobre la desolada y ventosa Meseta Lago Buenos Aires. 

Allí Guido Vittone, el coordinador de Flora y Fauna, entrega mapas del recorrido y da las primeras explicaciones. “El viaje que están por emprender es como un condensado del interior de la Patagonia. Van a ver casi todos sus paisajes. Habrá planicies, salinas, ríos secos, cañadones, arroyos, rocas de colores increíbles, grandes lagos, lagunas de aguas saladas y por supuesto montañas. Siempre bordeando la Meseta Lago Buenos Aires”. Aquella montaña trunca, inmensa y enorme será la compañera de viaje muda pero omnipresente. A un costado u otro del camino, nunca dejará de recortar el horizonte desde sus mil metros de altura. 

 “El Parque Nacional –sigue Vittone– abarca lagunas en el interior de esa meseta. Fue creado para proteger el macá tobiano, un ave acuática endémica de esta región, fuertemente amenazada de extinción. Estamos luchando por su supervivencia y podrán saber más acerca de ellos si llegan hasta el portal del parque. Pero quizás preferirán seguir y dar la vuelta más al sur, por caminos más cómodos, hasta la localidad de Lago Posadas”. 

El escenográfico arco de roca que se levanta en medio del lago Posadas, al sur de Los Antiguos.

UN ENIGMA EN LA CUEVA Luego de haber recorrido los senderos de la estancia hasta las orillas del lago Buenos Aires, para escuchar sus consejos, es hora de emprender el viaje. Dejamos Los Antiguos en nuestras espaldas, y habrá tiempo de conocerlo al final del recorrido. La meta ahora es Perito Moreno, a 40 kilómetros. La costa del lago se va alejando poco a poco hasta que la estepa forma una sola unidad de paisaje. Perito Moreno es como los demás pueblos de la solitaria Patagonia austral: un oasis de árboles y casas en medio del desierto. En la esquina de las calles San Martin y Rivadavia está la cafetería boutique que todos los viajeros destacan como lugar más entrañable del pueblo. El Salón Iturrioz es a la vez un café y un museo con viejas fotografías y objetos del pasado. Hay un buen wi-fi, para chequear una vez más los datos del viaje. Tenemos por adelante un día entero de ruta. 

Desde Perito Moreno se sigue la mítica Ruta 40 en dirección al sur hasta Bajo Caracoles. La primera parada, luego de unos 60 kilómetros, es en los terrenos de la Estancia Los Toldos, que fue comprada por Flora y Fauna para integrar algún día el Parque Nacional Patagonia. Mientras tanto se sigue preservando, con el apoyo logístico de la Municipalidad de Perito Moreno, el sitio de la Cueva de las Manos, uno de los Patrimonios de la Humanidad de la Unesco en la Argentina. Un patrimonio que hoy se ve amenazado. Sofía Heinonen, integrante de la Fundación Flora y Fauna y presidenta del CLT, advierte que el peligro tiene fecha: el próximo 14 de febrero podrían verse obligados a ceder el paso a la empresa Patagonia Gold para la exploración minera que reclama la compañía. La autorización ya está dada por las autoridades de Minería provinciales, y en la mediación prevista para febrero Flora y Fauna –explica– tiene pocas posibilidades de poner un freno si no hay una intervención de las instituciones públicas interesadas. Heinonen pide un pronunciamiento de Parques Nacionales, organismo que por su parte dice no tener todavía jurisdicción sobre el área, y del Instituto Nacional de Arqueología y Pensamiento Latinoamericano (INAPL), además de la Unesco a nivel internacional por su denominación de Patrimonio Mundial. “Estamos en Perito Moreno –dijo Heinonen a Turismo12– tratando de lograr visibilización. No se trata de un cerro alejado, está en la Ruta 40. Están tratando de desdibujar el problema, porque ‘la exploración no es adentro de la cueva’. Es obvio eso, pero es como si se hiciera una exploración en la entrada del Parque Nacional Los Glaciares. Lo fundamental es que el problema no se evalúe desde lo privado sino desde lo público, protegiendo el derecho ambiental y el patrimonio arqueológico”.

Mientras se abre el compás de espera, el casco de la estancia ha sido reconvertido al turismo y es hoy una hostería y un restaurante. Algunos carteles indican dónde salir de la ruta para seguir un camino de ripio. Allí cerca, algunos autos estacionados indican que hay algo más para hacer. Las rocas son de un color ocre que tira al rojizo. Hay que escalarlas para descubrir un increíble sitio: en medio del relieve un pequeño cañadón ha sido cavado por la erosión y desnudó un terreno de tonos pasteles amarillos y rosados, como si algún gigante hubiese dejado caer su milk-shake en medio del paisaje. Como no está indicado con carteles, lo mejor es preguntar cómo encontrarlo: lo conocen en la región como Tierra de Colores. Al mismo tiempo, se puede preguntar dónde salir nuevamente de la ruta y cómo llegar hasta el Cañadón del Río Caracoles, un curso de agua que se secó hace mucho tiempo y solo dejó un rastro salitroso en el medio de un profundo desfiladero. Se puede caminar ese “arroyo de salitre” hasta volver a la ruta y ver una pequeña laguna salada con su colonia de flamencos. 

Finalmente se llega a la Cueva de las Manos, una de las mayores paradas del circuito. Si nos acordamos de la charla previa de Guido, vuelven sus palabras. Ya hemos visto varios paisajes dentro de uno, pero nos espera uno más. El río Pinturas cavó un profundo tajo en la Meseta y da agua a una abundante vegetación que forma un corredor verde en medio del desierto. Es bajo los aleros de ese cañadón que hace más de diez mil años un grupo de hombres pintaron sus manos. 

Las visitas se hacen con guías todos los días. La unidad de servicio es el Portal Río Pinturas, el lugar de donde salen las caminatas hasta las pasarelas de madera que pasan delante de los aleros pintados. Hay también un pequeño centro de interpretación. Durante la visita, además de disfrutar de la vista real de las tan difundidas imágenes de esta cueva (que no lo es en realidad), se aprende que no solo es el mayor conjunto de arte rupestre de las Américas, sino que es sobre todo un verdadero rompecabezas para los científicos. Los dibujos más antiguos tendrían 130 siglos de antigüedad y cuestionan las habituales teorías de la población del continente desde Asia y Alaska: mientras se supone que los primeros hombres estaban cruzando el estrecho de Bering, algunos clanes ya estaban pintando las rocas del Río Pinturas…   El enigma, sin embargo, no podrá resolverse solo con esta visita; habrá que volver con preguntas. Además de inolvidables fotos de las manos de los hombres que nos precedieron en el lugar hace alrededor 13.000 años.

Los guanacos abundan en la zona chilena de Valle Chacabuco.

GUANACOS A LA VISTA Luego se vuelve a seguir la Ruta 40 en dirección al sur. El Monte Poivre, a mano izquierda, es el único relieve que puede alcanzar la Meseta Buenos Aires, que sigue dominando el paisaje por la derecha. Se llega finalmente a Bajo Caracoles, tan pequeño como estratégico: ahí está el único surtidor que vamos a encontrar hasta Lago Posadas, al final de esta primera jornada. El hotel local es por este motivo una parada obligada y se ha convertido en una de los rituales para todos los que viajan a lo largo de la 40. 

Allí se deja la ruta asfaltada para seguir la 39, de ripio. Este camino es una de las dos opciones que nos recomendó Guido Vittone. Si el objetivo es tratar de ver al macá tobiano, había que salir de la ruta un poco antes y bordar la Meseta por el sur con la Ruta 41. Se llega de esta manera hasta el Portal Petroglifos, la puerta de entrada al Parque Nacional Patagonia y punto más cercano a las lagunas de nidificación de los macás. La Estación Biológica está instalada en lo que fue la Estancia 9 de Julio. Es también la base de operación del Proyecto Macá Tobiano, que obra para la protección del ave más discreta del país. La misma ruta sigue luego hacia el norte, bordea la frontera chilena, pasa al pie del Monte Ceballos, el punto culminante de la Meseta (más de 2700 metros) y llega hasta Los Antiguos. 

Por la Ruta 39, por el contrario, se vuelve a la civilización el tiempo de un pernocte en la pequeña ciudad de Lago Posadas. No es tan grande como para merecer dos nombres, pero así es. Se la conoce también como Hipólito Yrigoyen. Tiene hoteles y negocios, y su plaza central luce parquizada con plantas, todo un lujo en medio de tanta estepa.

En los mapas el lago Posadas podría pasar por un apéndice del lago Pueyrredón, en la realidad son dos espejos totalmente independientes. Hasta tienen aguas de colores distintos: uno es más celeste y lechoso que el otro. Sin embargo están separados por apenas una fina franja de tierras y rocas, tan rectilínea que podría haber sido hecha por el hombre. Pero es meramente un capricho de la naturaleza. El río más corto del mundo –tendrá apenas unos 200 metros– corre entre los dos. Vuelca las aguas del Posadas dentro del Pueyrredón, compartido con Chile (del otro lado de la frontera se llama Cochrane). Por este motivo esta porción de la Argentina forma parte de una cuenca que desagua en el Pacífico. Gracias al Perito Moreno es un territorio que se mantuvo bajo la bandera nacional. Además del istmo, que se admira desde varios puntos panorámicos a lo largo de la ruta, en medio del lago Posadas se encuentra el Arco de Piedra,  una enorme isla formada por una sola roca: con una ventana en el centro, forma la postal perfecta del viaje. 

En el encadenamiento de paisajes, ahora no falta mucho para la cordillera. Ya se ven sus cumbres nevadas en el horizonte, en territorio chileno. El camino lleva hasta el paso fronterizo Roballos, donde la Fundación está construyendo otro portal que completará la red en la porción argentina del futuro parque binacional. El paso fronterizo es uno de los más pequeños del país y un solo gendarme a veces se ocupa de todos los trámites para los escasos autos que cruzan hasta el Valle Chacabuco en Chile. 

Allá, las lluvias son más frecuentes y hay pasturas donde conviven ovejas, vacas, caballos y guanacos. A la diferencia de la estepa, las estancias no han sido abandonadas y se cruzan silenciosos gauchos a la vera del camino. En cuanto a los guanacos y los choiques, su presencia no asombra porque fueron recurrentes compañeros de ruta a lo largo de todo ese viaje. Solo en pocas partes del país se puede ver fauna salvaje en tal cantidad y con tanta repetición: los Esteros del Iberá y el Cabo Dos Bahías. 

Si la intención es quedarse en territorio argentino, seguimos la Ruta 41 en dirección a Los Antiguos, allá donde termina el circuito. El mapa de la Fundación Flora y Fauna ha dejado de ser un mero dibujo de colores sobre el papel. Se transformó en relieves y en aguas de colores distintas. Se pobló de charlas con la gente cruzada en la Cueva y en torno al surtidor de Bajo Caracoles. Se animó con cientos de rebaños de guanacos vistos en el camino. Y si falta ponerle algo al punto final, tendrá el sabor de la cereza. La Capital Nacional de esta fruta mantiene su rango con árboles en las veredas y la infaltable monumental cereza sobre la avenida principal. Un motivo más –y no menor– para recorrer una ruta que tiene naturaleza y un patrimonio que reclama conservación.

Un área clave para el patrimonio arqueológico patagónico: el Cañadón del Río Pinturas.

DATOS ÚTILES

  • Cómo moverse: Chelenco Tours es una agencia de turismo de Los Antiguos. Es una de las pocas que empezó a proponer este recorrido, con un viaje de tres días que incluye visitas de Los Antiguos, Lago Posadas, la Cueva de las Manos y pasa por Chile (Puerto Bertrand y Capillas de Mármol). Todo incluido con alojamiento, recorrido en vehículo todo terreno y todas las comidas: US$ 950 por persona desde el aeropuerto de Comodoro Rivadavia (en camino se visitan los bosques petrificados de Capitán Sarmiento). Para grupos de mínimo cuatro personas. www.chelencotours.tur.ar
  • Fundación Flora y Fauna y el Parque Patagonia:  www.florayfaunaargentina.org 
  • Cueva de las Manos: de octubre a abril, las visitas guiadas salen cada hora de 9.00 a 19.00. La entrada cuesta $ 100 para nacionales. www.cuevadelasmanos.org 
  • Hostería Cueva de las Manos (ex Los Toldos): tiene nueve habitaciones y un restaurante. No hay señal de teléfono ni Internet. Reservas en la oficina de Perito Moreno: [email protected].