En Moreno está pasando algo raro. Algo poco frecuente: una pueblada. Pero no es cualquier pueblada. Es una pueblada gandhiana. Y no hay un solo Gandhi. El Gandhi que dirige la pueblada de Moreno es colectivo. Son las docentes y los docentes del distrito. 

En la historia argentina las puebladas son rebeliones colectivas. Suceden cuando un hecho impactante se monta sobre un mar de descontento previo. En 1972, en Mendoza, fue el tarifazo de la luz lo que unió a comerciantes, gremios docentes y la CGT local. A veces un crimen genera una pueblada, sobre todo si el Estado mira de reojo y no actúa. Pasó en enero de 1990 en Tres Arroyos, cuando el pueblo incendió 16 autos y tomó la municipalidad porque la policía no buscó a tiempo a Naír Mustafá, una chiquita de 9 años que al final apareció muerta.

La pueblada de Moreno, un distrito de 600 mil habitantes ubicado 36 kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires, comenzó el 2 de agosto, con una explosión de gas en la escuela 49. Mató de mañana muy temprano a la vicedirectora Sandra Calamano y a un auxiliar técnico, el carpintero Rubén Rodríguez. Los dos habían ido antes de su horario de trabajo para asegurar el desayuno de los más de 400 chicos y chicas de la escuela.

El Consejo Escolar, un organismo que en la provincia de Buenos Aires ejecuta funciones de infraestructura ordenadas por el Gobierno, estaba intervenido. El interventor Sebastián Nasif había sido designado por el director de Educación y Cultura de la administración bonaerense, Gabriel Sánchez Zinny. En una acta-acuerdo firmada por Sánchez Zinny, por su interventor y por el intendente de Moreno Walter Festa, quedaba bajo responsabilidad del interventor nada menos que el gas. El gas que terminaría matando a Sandra y a Rubén. 

Primera característica de la pueblada: el gremio mayor, el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires, Suteba, no planificó pueblada alguna. En ese sentido podría decirse que el movimiento fue organizado y a la vez de crecimiento natural. 

Segunda característica: el Suteba desde un primer momento amplió el asunto hacia afuera del universo de sus representados. Quizás por eso terminó siendo pueblada.

Tercera: las madres y los padres con alumnos en los 270 centros educativos se involucraron personalmente. Entendieron lo que pasaba, vieron el miedo en la cara de los docentes y compartieron ese miedo. Todos se estaban dando cuenta de que las escuelas, ese lugar de abrigo, se habían convertido en un sitio peligroso. Si el estallido de la 49 hubiera ocurrido una hora después, habría sido incalculable la cantidad de víctimas por la explosión.

Cuarta característica de la pueblada: el Suteba, con su secretaria general Mariana Cattáneo a la cabeza, permitió que otras organizaciones fueran participando de las marchas y del acampe frente a la sede del Consejo Escolar y en todo momento controló los métodos de protesta. En Moreno no hubo una piedra arrojada al aire. Ninguna provocación salió jamás de los manifestantes. El autocontrol resultó tan fuerte como la masividad de las marchas, las concentraciones y los festivales organizados para mantener el ánimo y conseguir comida.

Quinta: en un hecho inédito, los directores y directoras, un nivel clave de la enseñanza que está a tiro de sumario de la administración provincial, se autoconvocaron. No formaron un gremio propio. Lo hicieron de hecho. Y lo mantuvieron. Quieren soluciones para las escuelas.

Sexta característica: el gobierno de María Eugenia Vidal o despreció a los docentes, al no llamarlos ni siquiera después de las dos muertes, o se burló de ellos. Ejemplo de lo segundo es la actitud de Sánchez Zinny cuando se apareció dos veces en instituciones educativas sin darse a conocer. La primera vez fue de incógnito a la mismísima escuela 49, donde lo reconoció el maestro Hernán Pustilnik, y la segunda a un congreso de pedagogía en el partido de Almirante Brown. Pustilnik es el mismo docente que constató durante una reunión paritaria en La Plata que las autoridades ni preguntaron por sus amigos muertos ni amagaron con expresar sus condolencias. Incluso entró a esa reunión luego de que, después de ser rechazado, debió ser admitido porque el secretario de Suteba Roberto Baradel emplazó al equipo de Sánchez Zinny: “O entra él como mi asesor o no hay reunión”.

Séptima: ni el gremio docente, ni la comunidad ni los directores autoconvocados se pegotearon con el intendente Walter Festa, un camporista a quien Vidal se obstina en convertir en contrincante como si el blanco no hubieran sido los docentes.

Octava característica: el apoyo de la comunidad es cada vez más amplio. El miércoles último se acercaron a los docentes también los empresarios de la unión local de Moreno.

Novena: docentes, madres y padres mantuvieron un sistema de alimentación para los chicos, básicamente con ollas, mientras seguían dándoles conocimientos para que la desidia oficial no les arruinara el año.

En medio de este tablero fue que una fuerza definida por Mariana Cattáneo como “grupo de tareas” (ver más información en la página 9) hizo pintadas reclamando de modo amenazante que los docentes volvieran a trabajar en las escuelas-bomba. El corolario fue el secuestro de la maestra Corina de Bonis, a quien le grabaron con un punzón “Olla no”. Como hicieron los nazis con la estudiante judía Graciela Sirota cuando en 1962 le grabaron una svástica en el pecho. 

PáginaI12 buscó saber si existe un plan detrás de la pueblada. La conclusión es que sus protagonistas ni siquiera llaman de ese modo, ni de ningún otro, a lo que hacen todos los días. Que tampoco lo hacen creyendo que así van a precipitar la salida adelantada de Vidal o del propio Mauricio Macri. Que se sienten ninguneados y no escuchados. Y que esperan un resultado concreto tras las declaraciones de Vidal sobre que el ataque a Corina De Bonis marcaba un límite.

Este diario no tiene información propia sobre quién torturó a Corina. Pero es público que ni Vidal ni Sánchez Zinny ni Macri se hacen cargo de la catástrofe escolar de Moreno y de otros distritos. 

¿Será que la pueblada molesta? ¿Será que molesta más todavía cuando es pacífica y ni siquiera fue planificada? La situación en Moreno recuerda los versos de Alfredo Zitarrosa en sus “Diez décimas de saludo al público argentino”. Dice una estrofa: “No hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo la historia./ No lo seduce la gloria/ ni se imagina el futuro./ Marcha con paso seguro,/ calculando cada paso/ y lo que parece atraso/ suele transformarse pronto/ en cosas que para el tonto/ son causa de su fracaso”.

Hay gente dispuesta a inyectar miedo en la lucha autocontrolada de Moreno. Gente a la que seguro no le gusta Zitarrosa. Ni Gandhi, el líder de la desobediencia civil no violenta contra el imperio británico asesinado hace 70 años.

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