El ex secretario de Obras Públicas José López vinculó los 9 millones de dólares que llevó en bolsos al convento de General Rodríguez, donde fue atrapado en junio de 2016, con Cristina Fernández de Kirchner. Lo hizo al declarar como arrepentido en la causa de las fotocopias de los cuadernos y, según aseguraron Clarín y La Nación, ese dato será clave para procesar a la ex presidenta. Es la cuarta versión de López en sus cinco declaraciones ante distintos tribunales sobre el dinero y todo lo que rodeó al hallazgo. Es evidente que busca que le achiquen la probable condena que le impondría el tribunal oral que ahora lo juzga por enriquecimiento ilícito, por el hallazgo de ese dinero y propiedades que ocultó que le pertenecían, y también apuesta a que sea mínimo el costo de ser imputado por los relatos escritos de Oscar Centeno. Al juicio de los bolsos se llegó después de la investigación del fiscal Federico Delgado y el juez Daniel Rafecas, que establecieron que los billetes habían estado escondidos donde vivía López en Dique Luján, en un lugar oculto de difícil acceso y que señaló el propio ex funcionario. A partir de la aparición de los cuadernos y el club de la obra pública, López introdujo variaciones notables, que restan verosimilitud a sus últimas descripciones.  

Según una versión publicada ayer por el periodista Joaquín Morales Solá, López dijo en la causa de los cuadernos, donde logró un acuerdo como arrepentido, que el dinero que llevó al convento era de la ex presidenta.  ¿Por qué? Un ex secretario privado de ella, Fabián Gutiérrez, según este relato, lo llamó en su nombre el 13 de junio de 2016 y le dijo que debía “mover plata”, que le haría llegar esa noche. El paquete incluía billetes, relojes y joyas. Lo recibió, según lo publicado, en su departamento en Capital Federal. Como no sabía qué hacer con todo eso, decidió llevarlo al convento de las monjas orantes y penitentes a las que conocía. Cerca de la ex presidenta recordaron a este diario que Gutiérrez –que tuvo una causa por enriquecimiento– trabajó con ella hasta 2010 y luego no tuvo más funciones. El ex jefe de Gabinete Alberto Fernández contó que Gutiérrez no se veía ni hablaba con la ex mandataria desde 2011. Tampoco aparecen llamadas entre López y ese secretario en la causa. Otra descripción que al parecer hizo López es que CFK lo citó a su despacho en 2011, le mostró un cuaderno donde Néstor Kirchner anotaba quién recaudaba, quién pagaba y dónde estaba el dinero: “¿Vas a ser parte de la solución o del problema?”, le habría planteado, y fue entonces que –asume López para mejorar su posición judicial– participó de pagos ilegales.

Lo notorio es que en todas sus declaraciones anteriores López dijo cosas distintas, con giros absolutos: pasó de reconocer que él sacó el dinero de su propia casa, a decir que se lo dieron tres emisarios justo antes de llevarlo al convento, y ahora que se lo dio Gutiérrez en un departamento. Los imputados no tiene obligación de decir la verdad, pero la coherencia es clave a la hora de evaluar su papel y responsabilidad.

  • La primera vez que fue indagado por Rafecas, apenas fue detenido, no quiso contestar preguntas. Unos días después se explayó y dijo por primera vez que el dinero “pertenecía a la política”. “Cuando tenga la fortaleza física, psicológica y espiritual voy dar todos los detalles”, dijo. Por entonces, también buscaba desvincular a su esposa. Contó, según el texto al que accedió PáginaI12, que en una reunión de parlamentarios del Mercosur un colega le dijo que los estaban investigando tanto a él como a otros. Advirtió que tenía interferencias o situaciones y mensajes extraños (por ejemplo, “este es el día, con Google no vas a poder”, cuando intentaba mandar un mail a España y no podía), en sus comunicaciones, por teléfono o correo electrónico, y le parecía que lo seguían. El 13 de junio vio mucha gente alrededor de su casa en una supuesta obra y se empezó a angustiar y alterar, dijo. Relató que al volver de su oficina oía voces, alguien que le decía “te va a pasar lo mismo que al Lauchón” (el ex espía asesinado), y buscó un arma, una carabina. En medio del nerviosismo, contó, agarró una escalera para llegar “a ese lugar inaccesible que nadie sabía, en mi habitación en el primer piso, que hay como una ventana por donde se accede al tanque de agua, estaban ahí los bolsos, en un lugar tapados, como en un falso piso, tomé los bolsos y bajé”.

Con esos datos, Rafecas hizo un procedimiento en el lugar y constató que el escondite existía tal como lo había descripto López. La humedad del recoveco junto al tanque, entendieron los investigadores, permitía explicar la humedad de los billetes. López declaró que agarró de ahí los bolsos y se fue para el convento, y que como tardaban en abrirle, los tiró por arriba de la pared. En el operativo en su casa encontraron cotillón de una campaña donde se lo postulaba para gobernador de Tucumán en 2015, aunque se impuso la candidatura de Juan Manzur. Una de las hipótesis en la causa apuntaba a dinero de la política. Alberto Fernández también contó ayer que CFK lo bajó de la cabeza de lista de diputados.

  • Ya ante el Tribunal Oral Federal 1, en el juicio por los bolsos, donde se lo acusa de enriquecimiento ilícito (por ese dinero, por los relojes y propiedades que ocultó en su patrimonio), pidió declarar. Ese delito implica que el imputado debe justificar su patrimonio, por eso todo el tiempo López dice que el dinero no era suyo. Ya estaba en marcha el escándalo de los cuadernos. Parecía que haría una gran revelación. Pero no. En esta versión, el dinero nunca estuvo en su casa. Refirió que poco después de enterarse por el colega del Parlasur que lo investigaban, “fui citado a una reunión sobre la que no puedo dar detalles pero sí decir que a partir de allí resulté obligado a quedar a disposición para realizar algunas diligencias. La primera y por lo tanto la única fue el tema de los bolsos”. Y explicó que había dicho que era dinero de la política porque “porque así me indicaron”. No habló de CFK. Es más, afirmó que “no es una persona sino varias, y yo mismo no sé bien quiénes son ni quiero saberlo”. Sostuvo que lo escoltaron tres personas en el trayecto al convento –de donde alguien iría retirando la plata–, una en una moto y dos en un auto. “Cuando digo que me escoltaron no eran simples acompañantes, son las personas que me entregaron el dinero que debía trasladar y me siguieron por todo el camino a modo de control”, describió. Las cámaras de seguridad analizadas en la causa, como recordó el fiscal Federico Delgado, no mostraban que nadie lo estuviera siguiendo ni escoltando.
  • En un juicio en los tribunales de Mercedes por la tenencia ilegal de la carabina que llevó al convento, hizo una presentación en la que dijo que el kirchnerismo lo había presionado para que dijera que el dinero era de Lázaro Báez y que, además, a sus abogados los puso y los pagó Julio de Vido, aunque no aportó pruebas. Es conocido que el ex ministro de Planificación no le tenía gran estima a López. A Fernanda Herrera, conocida como la “abogada hot”, la había nombrado de apuro cuando ella visitaba a otro detenido. Después tuvo como defensores a Fernando García y Diego Sánchez, de quienes jamás se quejó. Con el argumento de que no tuvo una defensa fiel, pidió que le anulen la condena por la carabina. Otro punto curioso es que las supuestas presiones para que señalara a Báez vinieron de la policía bonaerense, cuando ya gobernaba el macrismo. Ahora tiene defensa oficial.

Hasta el momento, con los matices con que fue acomodando su narración, a López le fue bien. De hecho consiguió que del penal de Ezeiza –donde nadie lo visitaba– lo trasladaran a una unidad policial en Palermo –donde está seguro y oxigenado con algo de verde–. Con las variaciones de su última declaración en la causa de los cuadernos, que ofrece un conveniente nexo con CFK a medida de las expectativas de fiscalía y juzgado, va por más.