“El Gobierno no cree que imponer restricciones cambiarias resuelva ninguno de los problemas de la economía. Argentina ya lo probó y fracasó. Eso fue el cepo. Nosotros no tenemos ninguna idea de restringir nada”, aseguró el 13 de agosto, hace cuarenta y tres días, el nuevo presidente del Banco Central, Guido Sandleris. El funcionario entonces se desempeñaba como secretario de Política Económica del Ministerio de Hacienda y era el número dos de Nicolás Dujovne en esa cartera. Si en el tiempo transcurrido no cambió de idea, en vista de los volantazos que viene pegando el Gobierno en el manejo de la economía, o si el Fondo Monetario Internacional no le da una instrucción distinta, el reemplazante de Luis Caputo sostendrá la desregulación cambiaria que provocó una fuga de capitales inédita y forzó a un endeudamiento desmesurado a lo largo de los casi tres años de Mauricio Macri en el poder. En enero Sandleris pronosticó que 2018 sería “un año mejor que 2017, que ya fue mucho mejor que 2016”, por lo que podía asegurarse que “lo peor ya pasó”. La inflación, arriesgó, podía quedar en 15 por ciento “con un poquito más de esfuerzo”, en tanto que el crecimiento del PIB llegaría a 3,5 puntos. Más atrás, en sus días de opositor fervoroso al gobierno de Cristina Kirchner, sugirió crear un billete con la imagen de Diego Maradona, “el DIEGO”, el día que se anunció la creación del billete de 100 pesos con la cara de Evita.

“Es un honor para mí asumir la presidencia del Banco Central y quiero agradecer la confianza que el presidente Macri tuvo en mí para encarar esta nueva etapa. El objetivo principal del Banco Central es reducir la inflación. Trabajaremos para recuperar la estabilidad y previsibilidad de precios que la economía argentina tanto necesita”, escribió ayer el designado titular del BCRA, quien emitió su primera comunicación oficial antes de ser nombrado formalmente en el cargo, para lo que deberá esperar al regreso de Macri y Dujovne de Estados Unidos. La vicepresidencia de la autoridad monetaria permanecerá en manos de Gustavo Cañonero, quien llegó a ese puesto por recomendación del destituido Caputo, y es un hombre del riñón de los mercados financieros, al punto que hasta su asunción fue socio del fondo de inversión Templeton –el que compró bonos BOTE en uno de los supermartes de las Lebac– a través de su empresa, SBS, en la Argentina. Para la vicepresidencia segunda el gobierno decidió repatriar de Inglaterra a una economista que, como Sandleris, fue parte de la Fundación Argentina para el Desarrollo en Equidad (FADE), el think tank del que se nutrió José Luis Machinea para armar su equipo económico entre 1999 y 2001, durante el gobierno de Fernando de la Rúa. En ese entonces Verónica Rappoport era una economista junior. Con el tiempo se convirtió en profesora de la London School of Economics, por lo que hasta ahora reside en esa ciudad, y en una tuitera compulsiva. Ayer sus seguidores y detractores lamentaban que hace tres días hubiera cerrado su cuenta en esa red social, donde era tan filosa que se permitió burlarse de la improvisación del Gobierno por el cambio de gabinete que se anunció a principios de mes (ver aparte).

Antes de ser el tercer presidente del Banco Central en tres meses y medio, Sandleris fue escalando en la jerarquía de Cambiemos. Empezó como subsecretario de Finanzas del Ministerio de Economía bonaerense, a cargo de Hernán Lacunza, para luego pasar a la cartera de Hacienda nacional junto a Dujovne. Primero fue jefe de asesores de esa cartera y luego ascendió a secretario de Política Económica a mitad de año, cuando Sebastián Galiani, su antecesor, dio las hurras para volver a Estados Unidos a dar clases a la Universidad de Maryland porque se le vencía su licencia anual. Antes de eso, entre su paso como funcionario de Machinea en el 2000 y su llegada a Cambiemos, desarrolló una prolífica carrera académica, con una maestría en la London School of Economics y un doctorado en Economía en Columbia University. Además, desde 2007 es profesor en la Universidad Di Tella, donde hasta 2015 dirigió el Centro de Investigación en Finanzas y fue decano de la Escuela de Negocios.

“Lo más difícil, lo más duro, ya pasó, que fue 2016. 2017 fue mucho mejor y 2018 será todavía mejor”, dijo Sandleris a principios de año en una entrevista en la que también destacó que la inflación de 15 por ciento era un objetivo realizable. En 2015, cuando todavía gobernaba Cristina Kirchner, afirmó en otro reportaje que era esencial volver a los mercados de deuda para financiar el déficit fiscal, una estrategia de la que ahora el propio gobierno dice arrepentirse y postula el déficit cero. “Parte de los problemas que uno ve en la macroeconomía argentina tienen que ver con la dificultad para emitir deuda. La inflación, que es una de las más altas del mundo, tiene que ver con el Banco Central emitiendo pesos para financiar el déficit fiscal. ¿Por qué? Porque el gobierno no puede emitir deuda en los mercados para financiar ese déficit”, sentenció. El casi tres años, Cambiemos emitió deuda nueva por casi 100 mil millones de dólares pero la inflación no bajó y la economía entregó en los principales indicadores resultados mucho peores.