En el 3er Congreso de las Américas sobre Factores psicosociales, estrés y salud mental en el trabajo, organizado por la Red de Investigadores sobre Factores Psicosociales en el Trabajo, realizado el 4 al 7 de septiembre de 2018, en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina, participaron expertos, dirigentes gremiales, investigadores y estudiantes de Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, España, México, Uruguay y Argentina. Como conclusión, los organizadores del Congreso declararon que:

1. Como resultado de la globalización, los efectos de la tecnología de la información, las comunicaciones masivas y los recursos tecnológicos creados por el hombre, que casi han logrado desaparecer las barreras geográficas y temporales, así como los límites entre la vida privada y la vida del trabajo de las personas, se han creado una enorme variedad de estresores dentro y fuera del lugar de trabajo.

2. El neoliberalismo impregna y remodela todo el conjunto de las relaciones sociales, tendiendo a mercantilizarlas y condensarlas en su mera valoración financiera. Al mismo tiempo, en el contexto particular de la Argentina, las autoridades nacionales desfinancian las políticas educativas, laborales, sanitarias y medio ambientales, eliminando el Ministerio de Salud, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.

3. Hay una compleja relación que entrelaza la salud mental y el trabajo. 

4. La evidencia científica demuestra que la explotación, la discriminación, la alienación, en el sentido de la teoría económica, los estresores de la vida, incluyendo los que vienen de las inequidades de las condiciones de trabajo (contenido y la organización del trabajo) y las condiciones de empleo (WHO, 2016, Neffa, J. 2015, Schnall P. 2011) pueden tener consecuencias desastrosas en la salud y el bienestar de los trabajadores.

5. La salud laboral y los factores psicosociales abarcan campos de intereses diferentes, tanto por la diversidad de disciplinas como por la de los actores de la sociedad involucrados, que requieren la construcción de consensos para resolver los problemas en salud laboral y los factores psicosociales.

6. El diagnóstico y la visibilidad del padecimiento mental, incluyendo la depresión, los trastornos de la ansiedad, el estrés agudo y los desórdenes por estrés postraumáticos, se vinculan con las condiciones de trabajo. Este vínculo se ve reflejado en la declaración de OIT sobre la epidemia global de “Estrés en el trabajo: Un reto colectivo”. 

7. El hecho es que con frecuencia estos problemas detectados en el lugar de trabajo se transfieren al trabajador, sesgando las alternativas de solución bajo acciones y esquemas de “autocuidado saludable”. Las causas básicas del problema están presentes en el ambiente de trabajo, los estilos gerenciales, o las formas como operan las organizaciones.

8. Las acciones preventivas para mejorar la salud y el bienestar de los trabajadores con un enfoque de género e integral deben ser una prioridad. 

9. La participación de los trabajadores y sus organizaciones gremiales es esencial para avanzar en el derecho a la salud integral en el trabajo.

10. La recolección, el registro y el análisis de información sobre salud mental y trabajo así como la documentación de las experiencias que proveen la evidencia de las soluciones exitosas y no exitosas constituyen la base empírica del conocimiento en nuestro campo. 

11. Fomentar el diseño e implementación de actividades o programas de promoción de la salud mental, como soluciones efectivas para mejorar las condiciones de trabajo y de empleo.

12. Desde las diferentes disciplinas, actores, sectores y ámbitos comprometidos en esta tarea, necesitamos integrar de manera creativa e innovadora la investigación - formación - intervención - e incidencia política. El unilateralismo ha mostrado limitaciones y finalmente no logra avances significativos para poder resolver problemas e institucionalizar los avances. La investigación no puede ser un fin en sí mismo si no es aplicada. La formación se vuelve reiterativa, academicista y libresca si no se soporta en la investigación activa y participativa. La intervención que no se sustente en evidencias e investigación, y en recursos profesionales sólidos no logrará ser eficiente y será solo formal (por ejemplo, “intervenciones” limitadas a aplicar “encuestas” o a dar “sesiones antiestrés”). 

13. Otro reto es la construcción de un lenguaje común y la definición y esclarecimiento de conceptos. Desde de América Latina aportamos al conocimiento de los factores psicosociales laborales, dado que la dimensión cultural es sustantiva. Es el caso de la de los trabajadores migrantes.

14. Finalmente, tenemos ante nosotros el desafío de lograr que los avances en investigación, formación e intervención se institucionalicen y se incorporen al plexo normativo y jurídico de nuestros países.