“Animales hasta en la sopa” es uno de los cuentos más impactantes y ensoñados de Bukowski. Es el del errante que llega a pedir cobijo a una casa cuya dueña, por las noches, se enfiesta algunos animales que cuida en su zoológico privado. El texto es psicodélico y curiosamente excitante, y es como una versión letrada y antepasada del actual furry porn. Una medialuz recorre la hípersexualización de los animales caricaturizados, la prosa perturbadora de Bukowski, la estética del tatuaje neo tradicional, la saturación del pop art estallado, la celebración del goce a la manera en que lo propone Luciana Peker en Putita golosa, los videojuegos alternativos y los tatuajes de la rusa Kate Holt. En su cuenta de Instagram @holt_unicorn, la tatuadora moscovita propone sólidos dibujos directamente porno o evidentemente mainstream, como ese de la Coca de dos litros y los paquetes de Mentos. O el del dinosaurio saliendo de una porción de pizza como si atravesara una puerta para comerte: dinosaurios y pizza, ¡bombaza! Pero su mejor marca de identidad es su galería de animalitos y cartoons en el éxtasis del flash y de la calentura. El resultado son maravillosas postalitas pop en las que Blancanieves aparece adepta a las sogas y los chokers, la Sirenita es una bomba trapera, felinos se bañan con cartones de leche y si algún dinosaurio es atado no es por la supremacía de la raza humana sino porque le re cabe que lo aten. En las instantáneas de Holt, que son sus tatuajes, las gatitas son re gatitas, los perritos son re perritos y les zorrites son re zorrites. Y eso no necesita generar cachondez: alcanza la frescura de un concepto detrás del que, tal vez sin quererlo, la Holt también reescribe (redibuja) clichés de género, en el mejor caso; y en el peor entrega polaroids de fauna fiestera desde un plan híper pop y psicodélico. Peposo.