Nico, hijo de Leonardo Favio, señalaba, entre decenas de cajas apiladas y bolsas negras, libros y discos, muebles y adornitos: “Va a ser un lugar lleno de belleza y misticismo”. Tantos recuerdos lo conmovieron y lo dejaron al borde de las lágrimas. Un sector de la planta baja de un edificio municipal ubicado en Avellaneda se convertirá en los próximos meses en el Museo Leonardo Favio. En este espacio recrearán su oficina, instalarán su biblioteca, se exhibirán vestuarios de películas y habrá actividades relacionadas con el cine.

Los hijos de Favio donaron a la Municipalidad de Avellaneda mobiliario, libros, vestuario, escritos inéditos y cortes de su producción fílmica, que se hallaban en la última oficina del director, en Adrogué. El edificio municipal, que se llama también Leonardo Favio, se encuentra en 12 de Octubre 463. Fue inaugurado en 2013, luego de ser completamente reciclado. Allí funcionan el Instituto Municipal de Cinematografía y el área audiovisual de la Universidad de Avellaneda. “Todas estas cosas necesitaban un lugar donde estar. Qué mejor lugar que una escuela de cine. Los chicos que estudian acá seguramente tienen a mi papá arriba de todo. Y todo esto va a estar acá para que él esté vivo, entre la gente que más lo adora, que son los pibes cineastas”, decía Nico Favio.

Ayer comenzó la primera etapa de la creación del museo, que funcionará en las hasta ahora oficinas de la radio pública y de la Coordinación Audiovisual de la Dirección de Comunicación y Prensa. Esta primera etapa consiste en la apertura de las cajas con los objetos donados por los hijos de Favio. Estaba presente Adriana Jadrosic, responsable patrimonial del municipio. Con guardapolvo y guantes celestes, y con ademanes cuidadosos, iba escudriñando las cosas que se aparecían ante sus ojos por primera vez, como el guión de Juan Moreira, mecanografiado en un libro de tapa dura, con tinta azul.

A un costado de la luminosa oficina de paredes blancas estaban apiladas decenas de cajas de cartón. Son, en total, casi 200. Algunas decían en una etiqueta o en fibrón negro algo sobre su contenido; otras no. No se han vuelto a abrir desde la muerte de Favio, el 5 de noviembre de 2012. Dos valijas viejas, empolvadas, engendraban misterio. Fuera de las cajas se veían afiches originales de películas, cintas de escenas nunca vistas, cintas de tráilers, diskettes, cassettes, DVDs, el poncho de Juan Moreira y discos del cineasta que reflejaban su gusto amplio (Tchaikovski, Los Hermanos Cuestas, Raphael). También se podían ver pilas de libros: de religión, de Norberto Galasso, Manzi, una biografía de Da Vinci, títulos sobre el peronismo, entre muchos otros.

Como en una mudanza reciente, todo estaba aún patas para arriba. No obstante, ya se podía percibir, entre tantos recuerdos, el universo de Favio. En una bolsa estaban sus pañuelos. En otra, su mate. En una mesita de madera, adornos que había conservado (una cruz, una copa, un pesebre, piedras). En la pared, colgado, un sombrero de su abuelo Ibrahim. En una caja, ya abierta, fotos familiares y cartas que, momentos antes, habían emocionado a su hijo. El escritor y guionista Pablo Ramos, oriundo de Avellaneda, colaborador de este espacio, dijo algo muy cierto: “La posibilidad de un museo no es sólo guardar, sino expresar al artista. Esto está ahora todo comprimido. Favio no está todavía expresado acá. Crítica de la razón pura, de Kant, es un libro muy plomazo. Yo lo leí y lo resumo: el espacio existe para que no todo suceda en el mismo lugar. El tiempo existe para que no todo suceda al mismo tiempo. Este es un espacio-tiempo”.

“No entendí nada”, se reía Nico Favio de aquella ocurrencia. Los acompañaba el director Osky Frenkel, asistente y mano derecha de Leonardo Favio; el compositor Jorge Candia; y el intendente Jorge Ferraresi, quien adelantó a PáginaI12 que el museo abrirá sus puertas en marzo. Luego de la apertura de cajas, llegará el momento de la clasificación y el montaje. “Cuando inauguramos este edificio, Nico vino y cantó. Hace unos meses vino con la posibilidad de traer las cosas de la oficina de su padre para acá. Es un orgullo para nosotros. Queremos que sea un lugar de posibilidades y que sea interactivo. Un disparador para seguir filmando, para transmitir las cosas que nos pasan, para poner en pantalla historias que tengan que ver con nuestro pueblo, su filosofía y pensamiento. En este sentido, Leonardo dejó una impronta indiscutible”, expresó Ferraresi. Los primeros pasos ya están dados. Y el objetivo es que éste sea, además, en palabras del hijo de Favio, “otro lugar mágico en el mundo”.

Rafael Yohai
Nico Favio, entre los objetos de su padre.