En el barrio Villa del Parque (ciudad de Santa Fe), las calles cambian de nombre. Juan Díaz de Solís se rebautiza José Díaz, el nombre del albañil que ayudó al padre Osvaldo Catena a construir la escuela del barrio. Fundada en 1961, es actualmente el Complejo Educativo Cristo Obrero, que incluye secundario, primaria, jardín y guardería. María Ledesma, oriunda de Tartagal (provincia de Santa Fe), es una de las vecinas que crecieron junto con la escuela. Presidió de 2011 a 2013 la Vecinal de Villa del Parque (27 de Enero 3550), que el 27 de enero de 2015 celebró sus 50 años. Su voz suave y firme va narrando la historia de las luchas del barrio ayudada por una galería de fotos que la Vecinal atesora y exhibe en sus pasillos.

Cuenta María que el padre Catena llegó al barrio en 1956, después de la caída de Perón. “Dejó todo y se vino a vivir acá. En un ranchito”. Fue expulsado por la dictadura en 1976 y falleció en 1986, sin poder volver al barrio. María lleva a la cronista ver el Rincón de la Memoria, un pequeño santuario-museo que el barrio levantó en memoria del padre Catena y de sus colaboradoras y colaboradores que ya no están. “Antes esto era muy distinto”, evoca María. Parte del barrio era una cava, una laguna que los vecinos mismos fueron rellenando hasta hacer habitable el terreno para los hijos de quienes ya se habían construido sus viviendas. Obtener las escrituras de todas esas propiedades fue el resultado de una lucha de 43 años. “Cuarenta y tres años”, repite, como si le costara creerlo. Dice que los nombres de las calles se deciden en asamblea: “Solidaridad, Liberación. Son valores”, explica. El loteo también fue decidido en asamblea.

Otra exposición tiene lugar en el salón de la Vecinal, pintado de verde vecinalista. Son cinco pinturas y una escultura del patrimonio público del Museo Provincial de Bellas Artes “Rosa Galisteo de Rodríguez”, que en el marco de la muestra Museo tomado (enlace de la nota: https://www.pagina12.com.ar/147463-transparencia-y-misterio-de-un-museo) se expusieron en la Vecinal los días jueves 11 y viernes 12 de octubre de este año.

Gentileza Museo Rosa Galisteo
Un niño muestra su dibujo junto a "Figura", de Dora de la Torre.

Esto es sólo una parte de la experiencia titulada Trueque, un intercambio cultural entre ambas instituciones activado por el colectivo independiente Barrio sin Plaza, que integran Ariana Beilis y Malcon D’Stefano. La otra parte es que el sábado 13 los vecinos de Villa del Parque llevaron al Museo Provincial de Bellas Artes sus expresiones artísticas, musicales y literarias, y el patrimonio intangible de la memoria de sus luchas sociales. El barrio tiene una rica tradición en murga, como señala Ariana, radicada en el “barriazo” por elección desde hace tres años. Cuenta Malcon (nacido en 1990 en el barrio y redactor de La Voz de Villa del Parque) que además de la murga tradicional donde las mujeres solo bailaban, las chicas se cansaron, tomaron los tambores y crearon su propia agrupación, “Son Ellas”. “Son Ellas” se presentó el sábado en el museo. El sábado, los vecinos llevaron además al museo sus testimonios a viva voz sobre su historia, registros en audio de relatos y murga, y una obra fotográfica con la que documentaron una acción urbana de Zulema para visibilizar la violencia institucional.

El sábado 27 de octubre, a las 17, los vecinalistas volverán al museo para narrar la historia del barrio y mostrar material documental.

“Paso siempre por afuera, pero lo veo tan despampanante…”, explica el frío jueves por la mañana, a la puerta de su casa, Luis, un vecino que nunca había entrado al museo. María lo insta a que se acerque a la vecinal a ver la muestra, que empiece por ahí. Luis sonríe emocionado al saber que en la entrada del museo hay una vitrina con dibujos de chicos que son sus vecinos. Los dibujos surgieron de un taller coordinado por Ariana y Malcon y fueron reunidos en aquella, la primera acción de Barrio sin Plaza: Vitrina. La primera vitrina se emplazó en casa de Ariana, la segunda en el museo. Cuenta Malcon, explicando el origen del nombre Barrio sin Plaza, que la renuncia a la plaza para construir viviendas en su lugar se decidió en asamblea.

El jueves, los vecinos se arriman; las guías hablan pero también escuchan. Quico viene con una mochila a cuestas. Se para a contemplar Cuero de nutria en los barrales, pintura al óleo de Raúl Domínguez. Observa las paredes de adobe del rancho isleño y se pone a enseñar la técnica con que construyó su casa de adobe, que la inundación arrasó. “Tenía sesenta o setenta pollitos. Los iba tirando al techo de chapa y fui viendo cómo el agua subía y subía”. Sus ojos se inundan. Saca de la mochila una bolsa de plástico. Ahí están sus fotos familiares: los hermanos de la sangre y del corazón. “Esto es gente”, asegura.