En tiempos en que la situación de la escuela pública es cada vez más crítica, los diseñadores industriales de Bariloche Manuel Rapoport y Martín Sabattini acaban de diseñar mobiliario para escuelas en lenga. Lo hicieron en el marco de una iniciativa que involucra al municipio de Tohuin, el Ciefap (Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico) y los Ministerios de Industria y Educación de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, con el objetivo de servirse de un recurso forestal de la región, resolver la necesidad de equipamiento de la mayoría de las escuelas  y generar una salida laboral a carpinteros de la zona, con altísimos niveles de desempleo.

“La situación laboral en Tierra del Fuego es muy grave. Las fábricas de productos electrónicos y electrodomésticos, rubro integrado por una treintena de empresas, atraviesan hoy un proceso de reconversión que comenzó en abril de 2017, cuando entró en vigencia la quita del arancel del 35 por ciento para la importación de computadoras y notebooks. Como resultado, esa línea de producción se vio interrumpida y muchas personas quedaron en la calle. Así que cuando nos llegó esta propuesta de aplicar diseño para la generación de muebles para escuelas públicas con recursos disponibles del lugar nos pareció una gran oportunidad de aportar nuestro grano de arena”, contó Rapoport. 

En Bariloche, la dupla trabaja desde hace muchos años en un diseño con identidad y respeto por los recursos naturales de su zona. La tarea para ellos nunca fue fácil, pero desde el inicio se las rebuscan a fuerza de la poética de sus piezas y una fuerte convicción de cuidar, rescatar y enaltecer lo propio: madera de lenga, ciprés y radal, tejuelas de alerce que reciclan de los techos, piedras pulidas por los lagos y ríos de la Coordillera, cuero de cordero de la estepa y hasta flores de la zona, como la lunaria annua, con la que hacen bellas luminarias. 

Manuel nació y se crió en el sur; es hijo de Eduardo Rapoport, uno de los más prestigiosos ecólogos del país y del mundo, fallecido el año pasado, por lo que no resulta casual su pasión por el cuidado de la naturaleza, que vehiculiza a través de sus diseños. Después de estudiar en Córdoba, realizar una pasantía en Barcelona, y sumar una maestría en Gestión Ambiental, en 2002 junto a Sabattini –a quien conoció en la universidad– montó Designo Patagonia. Con ese sello, comenzaron a dar vida a productos ya emblemáticos del diseño nacional, como el banquito matero de cuero de chivo y patas de ciprés de los Andes.

“El mobiliario –sillas y pupitres– fue diseñado para los alumnos que transitan los diferentes niveles escolares, de ahí que sean tres tamaños diferentes. Se buscó cubrir aspectos relacionados a funcionalidad, confort y adaptación a las nuevas metodologías de enseñanza y pedagogía. Otro punto es el ergonómico, que acompaña la antropometría de los niños/as y jóvenes, sus dinámicas de estudio y su crecimiento con el paso de los años. Sólo para sumar un dato, la silla escolar cuenta con doble curvatura en respaldo y asiento, lo que la hace muy confortable, sobre todo pensando la cantidad de horas que pasan los alumnos sentados. La mesa permite múltiples configuraciones de agrupamiento: parejas, tríos, grupos de 4, 5 y 6 alumnos/as. Ambos muebles cuentan con espacio de guardado de útiles y perchas para mochila y/o abrigos. El diseño requirió un profundo trabajo de investigación y relevamiento, haciendo prototipos en la carpintería del Ciefap y verificándolos en escuelas con los propios alumnos”, agrega Sabattini.

“Los productos cuentan con el registro de Modelo Industrial en el Instituto Nacional de Propiedad Intelectual. Ya cuentan con el Sello de Buen Diseño Argentino, ganaron la mención a la Calidad en el Salón del Mueble Argentino de este año y fueron seleccionados para la próxima Bienal de Diseño Iberoamericano, uno de los eventos más importantes de diseño a nivel mundial, a realizarse en noviembre en Madrid”, rematan.