Autoridades mexicanas abrieron ayer su frontera para dejar pasar a mujeres y niños que integran la caravana de migrantes procedentes de Honduras con destino a Estados Unidos. De los tres mil hondureños que dejaron su país el pasado sábado, casi 700 pidieron ya refugio en México, según informó el Ministerio de Interior. Estos migrantes quedarán detenidos en instalaciones migratorias hasta que se analicen sus casos, en un proceso que podría demorar hasta tres meses. Sin embargo otros tantos cruzaron el río Suchiate y están en suelo mexicano sin definir todavía si seguirán camino a Estados Unidos o pedirán también refugio en el país Azteca. Mientras tanto y en miras a resolver el conflicto, los gobiernos de Guatemala y Honduras acordaron ayer junto al presidente de México, Enrique Peña Nieto, poner en marcha un plan de retorno seguro de los migrantes. El secretario de la Coordinadora Nacional para Reducción de Desastres de Guatemala, Sergio Cabañas, explicó que esta iniciativa busca regresar, vía terrestre, a los  hondureños que están en la frontera mexicana y que deseen volver. Por su parte, la Conferencia Episcopal de Honduras exigió a Estados Unidos que revise sus políticas migratorias y asuma la propuesta del Vaticano sobre un plan para acoger y proteger a los migrantes.