Los medios de comunicación hegemónicos de Brasil que apoyaron el juicio político contra Dilma Rousseff y avalaron la impugnación de la candidatura de Lula favorecieron el crecimiento del neofascista Jair Bolsonaro. Con el afán de estigmatizar al PT se fueron metiendo en una trampa: ahora ven posible que sea vulnerada la libertad de expresión en Brasil, en un país cada vez menos democrático. 

 Bolsonaro quiere que su mensaje sea unívoco y unilateral, sin el menor viso de ser cuestionado o expuesto a la contradicción. El candidato ultraderechista evitó participar del último debate antes de la primera vuelta y en lugar de presentarse en el estudio de TV Globo dio en simultáneo una entrevista a TV Record. El multimedios Globo, obscenamente antipetista, recibió como metamensaje que Bolsonaro tendría como medio adicto al canal evangélico. El capitán retirado y admirador de Trump querría que en un futuro TV Record fuera como la Fox News brasileña. Como parte de su estrategia, se negó a debatir con Haddad también de cara al ballottage. 

Ariel Goldstein, autor de Prensa tradicional y liderazgos populares en Brasil analiza una suerte de mea culpa de la prensa del establishment, en la que se puede incluir a O Globo, Folha de S.Paulo y Estado de S.Paulo. “En la primera vuelta los medios tradicionales hablaban de dos extremos, la supuesta extrema izquierda del PT y la real extrema derecha, equiparándolos. Después se dieron cuenta que no son lo mismo, uno es democrático, el otro no. Hicieron una suerte de mea culpa porque se dieron cuenta que estaba en juego la Constitución del 88”. 

 Una de las columnistas de TV Globo, Miriam Leitao, conocida voz de la derecha brasileña, admitió al aire que “mucha gente compara a Bolsonaro y al PT, pero no son equivalentes, Jair Bolsonaro siempre tuvo un discurso autoritario. El PT tiene grupos que apoyan a Venezuela, pero es un partido que nació y creció en democracia, siempre jugó el juego democrático”. 

Simpatizantes de Bolsonaro divulgaron una imagen de la periodista con fecha de 1968 durante la última dictadura. “Presa asaltando banco portando un revólver calibre 38… Esa es a Miriam Leitao”, afirma el texto con fotos de Leitao. Entonces tenía 15 años. 

 Folha de S. Paulo hizo una impactante revelación sobre las “fake news” (noticias falsas) que fueron orquestadas por empresarios que financiaron de modo ilegal la campaña de Bolsonaro a través de centenares de mensajes de WhatsApp. El artículo titulado “Empresarios financian una campaña contra el Partido de los Trabajadores por WhatsApp”, señaló que un grupo de personas cercanas a la ultraderecha habrían financiado la compra de paquetes de mensajes por contratos que llegan a 12 millones de reales (3,2 millones de dólares), incurriendo en un delito electoral. La autora de la nota, Patrícia Campos Mello, recibió amenazas. Bolsonaro se lanzó contra Folha, lo acusó de tener informaciones tendenciosas y dijo que recortaría el financiamiento público.

 Al menos 141 periodistas fueron amenazados o agredidos en la campaña electoral, dominada por la violencia promovida por los grupos de choque vinculados directa o indirectamente al ayer electo presidente, según la Federación Nacional de Periodistas (Fenaj). Eso quiere decir que no solo los negros, homosexuales, mujeres y militantes de izquierda están en riesgo en el Brasil de Bolsonaro. La libertad de expresión y el ejercicio del periodismo también. 

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