Una búsqueda frenética emprende Lucía, el personaje de Julieta Zylberberg en Aire, película dirigida por Arturo Castro Godoy, que se estrena el próximo jueves. La actriz, surgida de Magazine for Fai –aquel experimento televisivo comandado por Mex Urtizberea que demostró que los chicos tenían cosas para decir–, interpreta a la madre de un niño con Asperger que se accidenta en la escuela. Desde el momento en que la llaman de la institución educativa para darle la noticia, a Lucía le pasa de todo. En el trabajo le ponen trabas para irse y, desde que se sube a un colectivo para ir a verlo al hospital las dificultades para encontrarlo irán creciendo en un contexto sumamente vertiginoso. El trabajo de Zylberberg es tan intenso que el espectador puede llegar a identificarse con el drama de esta madre que se ve desbordada por dar con el paradero de su niño. “Es una película súper generosa para una actriz, un personaje muy generoso también porque había mucho por hacer. Había mucho por actuar. Me resultó muy interesante que toda la historia es casi en tiempo real. Fue un ejercicio espectacular”, reconoce Zylberberg en diálogo con PáginaI12. 

–¿La desesperación de una madre por ver a su hijo accidentado le puede llevar a hacer cosas que le pueden generar consecuencias con terceros?

–La pulsión más absoluta que tiene una madre con un hijo es la de protección y cuidado. Eso es como una fuerza imparable. 

–Si no hubieras sido madre, ¿cómo pensás que habría sido tu interpretación? Porque le ponés una carga de desesperación, adrenalina y coraje que es muy real. 

–Gracias, pienso que un actor puede interpretar diferentes roles. No hay que ser asesino para hacer de asesino. Pero todas las experiencias y todo lo que uno vive es material para actuar porque la vida es el material que uno tiene. Sé que no soy la misma actriz después de ser madre que antes de ser madre. De eso estoy segura, pero pienso que si no hubiese sido mamá para hacer este personaje habría buscado un sentimiento muy intenso para guiarme. No necesariamente tiene que ser real.

–¿Qué tienen en común esta madre con la que compusiste en Mi amiga del parque, de Ana Katz? ¿Son muy diferentes o hay rasgos en común?

–Tienen en común algo de la desesperación, pero el momento de la maternidad es muy distinto. Mi amiga del parque es una maternidad muy inicial, muy incipiente, como una búsqueda. Es la película en la que una mujer elige qué tipo de madre quiere ser, con qué se va a identificar. Está mirando todo desde el inicio, desde el comienzo de la maternidad. Está muy vulnerable. Y Lucía, el personaje de Aire, tiene un hijo de 7 años. Está en otro momento de la maternidad. Pienso que las dos películas tienen algo de súper acción, como algo de películas de acción de madres. Cuando hablé con el director por Aire, le dije: “Para mí tiene que ser una heroína, no una padeciente”. Porque la maternidad siempre está mirada desde un lugar mucho más encerrado, tranquilo. Como si no pudiese estar asociada la aventura o lo más extremo a ser madre. 

–¿Cómo fue el trabajo desde lo físico, desde lo corporal de esta madre que tiene asma y muchas veces está al borde del desmayo?

–Bueno, el director era reasmático cuando era chico. Ahora ya no, por suerte. Así que me dio mil clases de asma. Yo no tengo asma, pero siempre que me enfermo tengo el pecho tomado. Es un lugar del cuerpo que está bueno para que tiña un personaje porque te da algo de mucho encierro. Cuando no podés respirar del todo hay algo medio claustrofóbico en tu propio cuerpo. Es rarísimo. Es muy desesperante y, a la vez, es algo de superación. Ella tiene que superar eso una y otra vez porque no tiene el inhalador y se le va complicando. Todo su entorno está en contra, está todo muy complotado y es una instancia de salud que la detiene un montón y ella no se puede detener. Entonces, es como esa lucha que me daba algo físico sin pensarlo demasiado.

Madre e hijo en Aire, camino al colegio. Luego vendrán los problemas.

–En este presente complicado del cine argentino estás estrenando dos películas como protagonista. ¿Cómo vivís la experiencia de este drama que angustia, y la comedia All inclusive, que divierte?

–Son dos películas que quiero mucho. El momento del cine es trágico. Está muy difícil filmar y estrenar películas. Amo hacer cine. Tenemos una industria intelectual enorme. Tenemos talentos de directores con mucho para hacer y para producir. Está muy difícil. Así que estrenar dos películas a la vez lo vivo como un milagro. 

–¿Considera que en ambas el tema de la maternidad se hace presente? Quizás de manera diferente, pero importante, ¿no?

–Sí, totalmente. También es bastante generacional. Tengo 35 años y es posible que sea un tema de esa edad. Igual, hablan de distintas cosas: en All inclusive es una chica y su pareja intentando ver si pasan a otro momento de la vida, si deciden tener un hijo o no. Y en Aire hay algo de la complejidad de existir en este mundo porque ya ni siquiera es de ser madre: todo es muy difícil. A veces, pienso que las ciudades y las sociedades no están articuladas para “maternar” y trabajar. No se puede. Yo creo que todos hacemos unos malabares muy complejos para sobrevivir y estar bien. No ayuda mucho nada. Acá, claramente, nadie ni nada la ayuda a reunirse con su hijo ya sea por si no tiene plata, si está trabajando con un jefe choto... Es complicado. 

–Otro terreno muy explorado por vos es la TV y este año estuviste en la tira 100 días para enamorarse. Es una historia con lenguaje acorde a los tiempos actuales...

–Sí, está buenísima la serie. Hice una participación muy cortita, pero me divertí actuando. Me gustó estar ahí.

–¿Pensás que la ficción televisiva tiene que dar cuenta de los cambios en la sociedad?

–Totalmente. Por eso le fue tan bien a esta serie. Cuando se votó la ley por la legalización del aborto escuché: “No hay abortos en las series”. ¡Y es verdad! No abortan. ¡Es raro! Qué contratos tácitos que hay en todo... No se habla en lo que llega más masivamente. Por eso me parece que le fue tan bien. 

–Al igual que más de cuatrocientas actrices, vos firmaste la carta por la despenalización del aborto, donde les pedían a los diputados que “hagan historia y salden su deuda con las mujeres”. Más allá de lo que sucedió, ¿la discusión del tema quedó instalada definitivamente?

–Sí. No creo que tenga retorno. Es inevitable que la ley salga. Por supuesto que tienen que cambiar algunos jugadores que están absolutamente fuera de la realidad, que no sé a quién representan. Vi y escuché bastante todas las exposiciones de senadores cuando se votó allí y pensé: “Es imposible que salga en este momento porque nos está representando gente que tiene declaraciones paupérrimas y vergonzosas”. Es complejo. Yo también, a veces, cuando voto no miro, no sé quiénes son gran parte de los que están en las listas. No lo sé y es un peligro.