La facturación por las ventas en los supermercados creció en noviembre apenas un 22,5 por ciento interanual, mientras que en los grandes centros de compras trepó sólo un 12,5 por ciento, según informó ayer el Indec. Las cifras evidencian la fuerte caída de las ventas en términos reales ya que la inflación en año pasado llegó al 44 por ciento en la Ciudad de Buenos Aires. Además, la caída del consumo hundió la economía durante 2016 y pone en jaque la recuperación que espera el gobierno para este año. 

El Indec informó que la facturación por las ventas en los supermercados estuvo durante noviembre un 3,1 por ciento por sobre octubre, mientras que las de los shoppings bajaron 10,8 por ciento. En estos grandes centros de compra la facturación acumulada de los primeros once meses del año ascendió a 45.634,7 millones de pesos, un 22,1 por ciento más que el año anterior, una cifra muy floja. 

Las ventas durante noviembre registraron subas en comparación con las realizadas el mismo mes de 2015 de 38 por ciento en “Patio de comidas, alimentos y kioscos”, del 29 en “Juguetería”; 25 para “Perfumería y farmacia”, y del 23 por ciento en “Diversión y esparcimiento”, entre otras. 

En cuanto a los supermercados, los grupos de artículos con los aumentos durante noviembre más significativos con respecto al mismo mes del 2015 fueron Bebidas con el 34,3 por ciento, Lácteos 31,1; Verdulería y frutería 30,7; y Almacén 26,3 por ciento. A nivel geográfico, el aumento interanual de 22,5 por ciento en la facturación mostró incrementos por sobre el promedio en Neuquén con el 30,3 por ciento, Chubut 28,9 por ciento, “Otras provincias del sur” y Córdoba, ambas 26,5 por ciento.

Los datos generan preocupación entre los analistas porque el consumo privado representa el 74 por ciento del Producto Interno Bruto (a precios constantes de 2004). Es la variable clave a observar de la demanda global si el objetivo es impulsar el crecimiento económico. Ni el consumo público (12 por ciento del producto), ni la inversión privada (20) y las exportaciones (18) pueden actuar como motores potentes en la economía argentina para alimentar un sendero sostenido de crecimiento (el total da 124, a lo que hay que restar las importaciones          –Oferta Global– que representa el 24 por ciento del PIB). Si el consumo privado sube uno por ciento, con el resto de los factores constantes, el PIB aumenta 0,74 por ciento. Por eso resulta clave lo qué pasa con el consumo privado. Quienes pueden acelerarlo son los trabajadores, jubilados y titulares de derechos sociales porque tienen una muy elevada propensión a consumir la totalidad de sus ingresos. El resto de los participantes en el consumo privado son sectores que si aumentan ingresos destinan gran parte de ellos al ahorro. Pese a ello, el flamante titular del Banco Nación, Javier González Fraga, rechazó ayer las políticas de estimulación de consumo, que durante la última década pusieron en marcha a la economía tras la crisis de 2001. “No sirve estimular el consumo porque genera más inflación, subida de capitales y estancamiento”, definió el flamante funcionario y consideró que, por el contrario, “lo que va a poner la economía en funcionamiento” es “la inversión”. “Queremos un país de propietarios”, enfatizó.