Como si se encendiera la luz por un instante en el sótano de una mazmorra, o en la rutina de una fisicoculturista ciega, o enel interior de la fantasía de una muchacha cuando se masturba, Biodélica es un registro delicado y original de instantes y de momentos secretos. Un ensayo en blanco y negro de la potencia femenina que impresiona. Ni mitología, ni heroínas románticas, escenas de un universo contemporáneo. Una poética que podría definirse como la hora de la deconstrucción, la hora de la mostra. 

Tal vez la mejor y la más precisa definición de la palabra “mostra”, haya surgido en los preámbulos de las hoy legendarias fiestas porteñas llamadas Mostra Fest que se caracterizan por tener en cada ocasión una mostra como anfitriona en una amplitud de gama que va desde Moria Casan a Oriana Junco. En una suerte de “bajada” los organizadores definieron mostra como: “algo femenino que impresiona”. Y es en este ejercicio de la alusión por sobre la certeza sobre ese “algo”, que la mostra representa una figura de estos tiempos. la estética camp ha dado paso a la estética mostra. Por fuera de la fealdad, por fuera de los moldes, la mostra ostenta un cuerpo deforme y revulsivo, de una belleza originada en su propia deconstrucción a la vista. La mostra representada en estas escenas discontinuas de Biodélica no es mujer en el sentido tradicional del término. Ese sentido marcado por la liturgia patriarcal, acaba de explotar, ha mutado, lleva inscriptas intervenciones varias, quirúrgicas, metamorfosis hormonal, tatuajes, rollos, deformaciones que la emparentan con otras bestias queer. Y allí está, reconocible entre sus pares, ganándole a la afixia dentro de sus máscaras, ganando territorio por arriba del ridículo. La mostra es deforme, lleva como viejos recuerdos datos de sus antiguos afeites, cabelleras, uñas que se vuleven garras. Se ha despojado del glamur con el que la había investido el camp y sus adoradores del siglo pasado. La mostra se levanta como una criatura de estos tiempos, reconocible en su capacidad mutante. Los personajes capturados en estos apuntes albergan en sus cuerpos sus recorridos por las antiguas parafilias, intervenciones varias, los rastros ciborg, la mostra es desborde puro. En este sentido, el universo que presenta Biodélica se puede definir como una alucinante colección mostra. Una libreta de apuntes suspendida en el aire, donde la artista ha podido registrar momentos ráfaga de un mundo tan real como secreto, que impresiona. Fragmentos de un discurrir femenino enmascarado, musculado, emparentado toda una historia de la sexualidad de catacumba. Todo se ha desbandado en este registro de lo femenino y la dimensión (gigantes) de los cuadros que parecen pender de un hilo delgado, alertan sobre ese desborde. Apuntes a mano alzada, en el sentido más erótico del termino, estos paneles tienen un revés recubierto de un material que evoca el plasma, rosa de flujo y de sangre que avanza sobre los dibujos recuerda que aquí no hay mitología sino registro vivo de una potencia que goza. 

Biodélica en Ruth Benzacar galería de arte. Juan Ramírez de Velazco 1287