El mandatario estadounidense, Donald Trump, elevó ayer a entre 10.000 y 15.000 el número de soldados que podría llegar a ordenar desplegar en la frontera con México bajo el argumento de frenar las caravanas de migrantes centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos para pedir asilo. Además, mantuvo su pulso a la Constitución, asegurando que puede acabar con el derecho a la nacionalidad por nacimiento -otra medida contra la inmigración- aunque los expertos, y también algunos republicanos, digan que no puede. “Nadie va a entrar, no vamos permitir a la gente que entre”, dijo Trump ante los periodistas tras asegurar que el despliegue militar puede llegar a ser de entre 10.000 y 15.000 soldados. 

Según los planes avanzados por el Pentágono este lunes, a finales de esta semana habrán sido desplegados 5.200 soldados en activo en la frontera con México. Son más del doble de los 2.000 que hay en Siria luchando contra el Estado Islámico. Se trata de la mayor operación de estas características desde la Revolución Mexicana, y podría llegar a multiplicarse por tres según lo dicho hoy por Trump. En la frontera hay ya 2.100 miembros de la Guardia Nacional –un cuerpo de voluntarios que es fuerza de reserva del Ejército– que el mandatario envió en abril ante la llegada de una caravana más pequeña. Las caravanas que ahora avanzan hacia Estados Unidos son muy peligrosas, dijo el presidente antes de subirse a un helicóptero en la pradera de la Casa Blanca.

En época electoral, agitar el miedo a la inmigración le sirve a Trump para movilizar a su base. Pero los migrantes, aunque son miles, se encuentran aún a semanas de distancia de la frontera y son en gran parte familias con niños que huyen de la violencia del Triángulo Norte –Honduras, Guatemala y El Salvador– y que pretenden pedir asilo y protección en Estados Unidos. 

Los que más cerca están se encuentran en el sur de México a entre 1.390 y 3.500 kilómetros, dependiendo de la ruta que tomen. Son los de la primera caravana, la más grande, que salió de la ciudad hondureña de San Pedro Sula el 13 de octubre y ahora se encuentra en la ciudad de Juchitán, en el estado mexicano de Oaxaca, con unas 3.000 personas, según las autoridades.

Hay otras dos caravanas más en camino. La última, con unos 300 migrantes, salió ayer de El Salvador.

“Nuestro Ejército está siendo movilizado en la frontera sur. Muchas más tropas están en camino. No vamos a dejar que estas caravanas, que están formadas por matones y miembros de bandas, entren en Estados Unidos. Nuestra frontera es sagrada, hay que venir legalmente. ¡Den la vuelta!”, escribió Trump por la mañana en Twitter. “Las caravanas están hechas de gente y combatientes muy duros”, prosiguió en la red social. “Lucharon fuerte y agresivamente contra México en la frontera norte antes de romperla y atravesarla. Los soldados mexicanos fueron heridos, fueron incapaces o no quisieron detenerla”, añadió.