“¿Usted sabe donde está su hijo?”, preguntaba la publicidad de la última dictadura militar en nuestro país mientras ejercía el Terrorismo de Estado. En democracia la patria potestad empezó a ser compartida una vez terminado ese periodo  y la revolución feminista abolió la idea de los hijxs como propiedad. En el 2002, la Ley de Salud Sexual y Procreación Responsable, logró algo más que el reparto gratuito de anticonceptivos: que los chicos y chicas tengan acceso a pastillas, preservativos o DIU, a partir de los 14 años, sin que medie ni opinión ni veto por parte de padres o madres. Su derecho por encima de su jerarquía familiar. En el 2006 la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) no solo gana esa batalla, sino que se convierte en la madre de todas las batallas. Los contenidos tienen que ser científicos y válidos y los lineamientos curriculares mínimos no quedan librados a una interpretación tan ficticia como decir que hablar de llegar vírgenes al matrimonio o de Eva y Adán también es educación sexual, sino que ESI es ESI y se tiene que dar en escuelas públicas y privadas, laicas y religiosas y a partir del nivel inicial. El corte con la idea de que hijos e hijas son propiedad de sus familias es tan claro que la educación sexual se convierte en la única vacuna social posible contra el abuso sexual en la infancia ejercido, mayoritariamente, por padres, padrastros, tíos o abuelos y, en algunos casos, por docentes que también hacían del silencio y el terror una forma de dominar. Las docentes que, en cambio, empiezan a preguntar por moretones, miedos o síntomas de abusos son llamadas “las metidas”. Pero meterse ya no es meterse en lo que no corresponde, sino hacer lo que la ley demanda. Y no es solo enseñar, sino (primordialmente) escuchar. Y la palabra abierta es esa revolución que se lleva del aula a las mesas domésticas, de las mesas a las calles, de las calles a las redes y de las redes a la red que las hace más libres y autónomas. 

Sin embargo, en un boomerang reaccionario impredecible en el mismo año en el que se decía que el aborto legal, seguro y gratuito no era necesario porque se podía evitar con educación sexual (para prevenir embarazos no buscados o planificados) se pasó a cuestionar el avance legislativo para garantizar la Educación Sexual Integral (en una reforma que había logrado dictamen favorable el 4 de septiembre para garantizar contenidos y una materia para que su aplicación no quedara en el aire) y a oponerse tajantemente a una norma aprobada doce años atrás con el hashtag #conmishijosnotemetas. La tensión entre las pibas y la Edad Media no es una metáfora. Los sectores conservadores buscan un retroceso que atrasa hasta atrás del inicio de la era democrática en la Argentina y buscan volver a la idea de patria potestad (ahora responsabilidad parental en el Código Civil) emparentada a la palabra padres y como propiedad privada, la familia como dueña de chicos y chicas y la consigna temeraria de no te metas a profesoras y profesores que quieran habilitar el relato y las sensaciones de sus alumnos/as a través de la Educación Sexual Integral.

Sin embargo, el freno a la ley de aborto legal, seguro y gratuito, el 10 de agosto, en el Senado de la Nación envalentonó a sectores reaccionarios que después de decir que el aborto se podía evitar con educación sexual ahora quieren evitar la educación sexual. En consonancia con un giro reaccionario mundial (y el avance de sectores religiosos de extrema derecha), en Argentina los sectores conservadores apelan a la frase “los hijos son de los padres” y se oponen a lo que tildan de ideología de género en un marketing de retroceso tan lineal como una marca de gaseosas, pero que (hasta ahora) no había podido llegar a la Argentina (donde los sectores evangélicos no pudieron obtener el poder político que si lograron en Brasil donde acaba de ganar la Presidencia Jair Bolsonaro) o ya (desde el lobby católico) no tenía poder para frenar el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género o la aprobación de la vasectomía y la ligadura tubaria, entre otras normas.

“Existe una ofensiva profundamente reaccionaria a una ley que lleva doce años de sanción por parte de grupos fundamentalistas y anti derechos. Esta embestida es inseparable de la acción del feminismo en relación a la lucha por el derecho al aborto y la exigencia del movimiento estudiantil secundario de la efectiva aplicación de la ESI”, subraya la docente Celeste Mac Dougall, especialista en educación sexual que rescata la importancia de esa materia que debe darse en todas las aulas: “La ESI construye sujetos de derechos libres de disfrutar de su sexualidad, su identidad y su vínculo amoroso con otres; libre de discriminación, de abuso y de violencia. La escuela cumple un rol clave en la garantía de esos derechos”. 

El efecto del lobby del Vaticano para impedir la aprobación del aborto y el voto negativo de los treinta y ocho senadores y senadoras impidió mucho más que una norma de ampliación de derechos: despertó a un eje global que busca retrocesos en un país clave para el avance de las reivindicaciones feministas y de la diversidad sexual. “Para que los bebés puedan dormir tranquilos en las panzas de sus madres millones de argentinos nos hemos despertado”, intranquiliza Mariano Obarrio, el periodista de La Nación que fue a interrumpir la interrupción de un embarazo legal al Hospital Rivadavia y que grafica que el aparato conservador, con Amalia Granata como referente mediática y Agustín Laje como ideólogo de una juventud reaccionaria, tiene un engranaje con dinero, pasado, alianzas y objetivos. El domingo, a las 17, frente al Congreso de la Nación y en otras ciudades del país se convocaron los grupos Salvemos las dos vidas, Cuidemos las dos vidas y La ola celeste.

Más allá de la incidencia legislativa (pueden frenar la ampliación de la educación sexual integral, pero no parece probable la derogación de una norma ya aplicada en más de una década) el peligro de los sectores anti derechos no es solo ideológico, sino la incidencia frente a docentes que aplican la ESI en un bombardeo personal y violento (donde el fundamentalismo no es expresión, sino lógica mesiánica de la intimidación personal) que busca atemorizar a quienes apliquen la ley. En el sur del conurbano bonaerense una maestra cuenta que la fueron a agredir por hablar de diversidad sexual en la escuela y una mamá, con su hija de sala de 5 a upa, pide formar grupos de madres a favor de la ESI porque si no a sus niñas ya nadie les va a hablar del derecho a cuidar sus cuerpos en la calle y en sus casas por miedo a los que gritan más fuerte en las reuniones de padres y madres. 

La violencia se opone a una palabra clave: la ternura. Eso propone la Licenciada en Ciencias de la Educación Liliana Maltz en el libro Educación Sexual Integral. Una oportunidad para la ternura. Reflexiones y propuestas para abordar en las salas de Nivel Inicial y compartir con las familias. Los sectores conservadores se opusieron, especialmente, en la Ciudad de Buenos Aires a que la aplicación de la ESI comience en el jardín de infantes, con el ex legislador y actual Secretario de Culto, Santiago de Estrada como estandarte de esa pelea. ¿Por qué es importante la educación sexual en el nivel inicial?: “Para que cada niñx  pueda mirar su propio cuerpo y el de los otrxs desde una mirada más amorosa. Para poder expresar afectos y emociones cara a cara en un contexto mediatizado por las redes. Para poder defender sus derechos. Para generar lazos alojando las diferencias. Para que nenas y nenes puedan elegir libremente, por fuera de mandatos estereotipados. Para que familias y escuela se sienten en ronda y no enfrentados. En síntesis, para que lxs niñxs puedan ser más libres, más solidarios, más felices”, propone Maltz. 

Por su parte, Flavia Cigarria es profesora de Historia en escuelas medias públicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y reafirma que atacan a una ley que, todavía, cuesta aplicar: “El Estado, en conjunto con las iglesias, bloquea el acceso a la Ley Nacional 26.150. Esto se encuentra vinculado con un paquete de medidas que atentan contra la educación pública, laica y gratuita. La defensa del patriarcado se traduce en la defensa de ese modelo educativo, tradicionalista y excluyente. Puesto que, al aplicar la ESI, de forma intencional y con perspectiva de género, surgen nuevas situaciones de aprendizaje ligadas a la deconstrucción, al pensamiento colectivo y al respeto por la diversidad. También, circula la importancia del cuerpo con relación al placer, se propicia que tanto mujeres, varones como disidencias elijan qué deporte realizar de acuerdo con sus gustos, se aprende a desnaturalizar prácticas, a poner en valor las emociones y a hablar de consentimiento, diversidad, amor libre, poliamor, aborto, métodos anticonceptivos, entre otras innumerables temáticas que existen cuando se aplica la ley como modo de vida y práctica docente ante el cual el estudiantado queda ubicado en el lugar de un sujete crítico”.