La Cámara Argentina de Terapia Renal alertó sobre la difícil situación que atraviesa el sector, que pone en riesgo la vida de miles de personas (se calcula que hay en el país 30.000 personas que se dializan). A finales de agosto, la Confederación de Asociaciones de Diálisis de la República Argentina ya había advertido sobre la imposibilidad de admitir nuevos pacientes porque los costos se habían disparado y muchos centros de diálisis cerraron, por ser económicamente insostenibles.

Enrique Schinelli, gerente de la cámara, explicó cuál es el panorama actual: “El problema más acuciante en este momento es que no se actualiza el valor del módulo, por lo cual el servicio es cada vez más precario. Hay muchos insumos importados, que se compran en dólares. Y aquí no hay margen para los reemplazos, no podemos usar insumos más baratos. Y hay que sumarle a eso el costo de las tarifas. Nuestra actividad necesita agua en grandes cantidades y tenemos también un alto consumo de electricidad. El mantenimiento de los centros es cada vez más difícil”. 

Hace unos meses, se planteaba como uno de los problema principales la deuda que tenía el Pami con el sector. Sobre eso, Schinelli explicó: “No hubo grandes cambios, aunque sí algunas promesas, pero nada concreto. En principio, el área de discapacidad va a volver a la esfera de las provincias. Pero hay que estar alertas a la situación de cada provincia. Y con respecto al Pami, la deuda sigue, no fue saldada. Pero hubo alguna mejora –se esperanzó Schinelli–. La parte de diálisis del Pami la está manejando gente que entiende la situación, entonces se puede discutir en otro contexto, ya no es un diálogo de sordos. Estamos negociando el pago de la deuda”.

Lo que necesitan, explicó, es “que se reajuste el valor del módulo de atención. Lo mejor sería un mecanismo de reajuste automático que nos permita una planificación, por lo menos a mediano plazo. Ahora es imposible hacer ninguna previsión y no podemos sostener los centros”.