Si hay algo que sabe hacer y a lo que se ha dedicado el Tata Cedrón, es musicalizar poetas, periodistas, narradores, dramaturgos. Así lo ha hecho con Juan Gelman, Roberto Arlt, César Vallejos, o más recientemente con Miguel Angel Bustos, entre muchos. Ahora posa su mirada y su música sobre la obra de Héctor Pedro Blomberg, recordado por ser el autor de “La pulpera de Santa Lucía”. Pero esto es apenas lo más célebre de una vasta obra, reconocida influencia para González Tuñón, por ejemplo. Esas nuevas canciones suenan en Jamaica Marú. Blomberg y Cedrón, basadas todas en textos del poeta, periodista, narrador, dramaturgo y guionista. De los diez temas del disco, siete llevan música de Juan Tata Cedrón y las restantes de Josefina García, Daniel Frascoli y Miguel López, respectivamente. Blomberg (1889-1955) fue conocido sobre todo por sus canciones compuestas junto al guitarrista afroargentino Enrique Maciel, entre ellas la de la famoza pulpera. También “La mazorquera de Montserrat” o “La que murió en París”, todas popularizadas por Ignacio Corsini. Autor prolífico y muy valorado en su época, escribió, entre muchas otras, Los jazmines del 80, pieza teatral estrenada por la compañía de Teatro del Aire que encabezaban Pascual Pellicciotta y Eva Duarte, y el romance radial Bajo la Santa Federación, que fue llevado al cine en 1935 por Daniel Tinayre. Blomberg era hijo de Ercilia López de Blomberg, escritora paraguaya y sobrina del mariscal Francisco Solano López, de quien heredó la escritura, y por parte de padre era nieto de un marino noruego, de quien recibió el apellido y su pasión por el mar y los puertos, que marcó buena parte de su obra. A esa zona de su poética pertenecen los textos de Jamaica Marú, Blomberg y Cedrón, que remiten a paisajes exóticos,  viajeros errantes e historias oscuras, marcadas por el misterio y la extrañeza. “Blomberg es quien introduce en la poética nacional el tema portuario, de nuestro puerto, de otros puertos, del mar”, define Tuñón la primera producción del poeta, y señala que más tarde “lo atrajeron los hálitos trágico-románticos de la época de Rosas, la pugna entre federales y unitarios, la ‘plebe rosista’”, según cita Jorge Fondebrider en el texto de contratapa del disco. Ahora esos textos cobran fuerza de canciones en “La paloma del zoco”, “Las dos irlandesas”, “Marinero” o “Las veladas del bar Aribaldi”.