“Si se quiere, es como una película de terror, desde el lado de un personaje que en un principio parece ser víctima de una circunstancia pero termina siendo un victimario, sólo por su propio egoísmo”, le dice Adrián Fabrissin a Rosario/12. El director de Sequía ha logrado una de las mejores películas que se hayan producido de un tiempo a esta parte en la provincia de Santa Fe. Ambientada en Reconquista, de donde es oriundo Fabrissin, Sequía relata la historia de un padre, campesino, que obliga a sus hijas a la prostitución. La manera desde la cual el horror surge es gradual, y logra en el espectador una sensación de agobio muy difícil de extirpar. Afortunadamente y por fin, Sequía se estrena, hoy a las 20.30 y con entrada libre y gratuita, en Cine El Cairo, dentro de la sección dedicada al programa Espacio Santafesino. El realizador acompañará la proyección, y vale destacar que es de lamentar, al menos en lo inmediato, que Sequía no disponga de otros días y horarios de exhibición.

“Lamentablemente, uno se encuentra permanentemente con casos que pertenecen a la crónica policial, pero terminan por ser banalizados. Si bien uno se horroriza, pareciera que se pierde el efecto, al estar tan acostumbrados a las malas noticias. Quería hacer una película que cauce impacto sobre algo que duele. En el personaje no existe justificación para lo que hace, sino sólo maldad. La maldad está a flor de piel, es una característica del ser humano. Así como surge la bondad, el amor, hay también un lado oscuro. Al sentirse poderoso, el personaje comienza a sentir un mayor placer sobre el control que ejerce en las otras personas, por tener a su merced al entorno, como si fuera un personaje de una película de terror. Pero quería hacer una película de terror desde otro lado, más de horror. La idea era incomodar”, agrega Fabrissin.

Fabrissin: “Para mí fue un desafío, hubo

que cuidar la continuidad en escenas que

comenzaron en 2011 y terminaron en 2013.

El proyecto de Sequía tuvo un derrotero largo. Según relata el director, “surge como un cortometraje que filmamos en 2011, y fue Pablo González Galetto (director de fotografía en la cordobesa De caravana) quien me sugirió que daba para más. Me pasé 2012 reescribiendo, y en enero de 2013 se terminó de filmar. Para mí fue un desafío, hubo que cuidar la continuidad de luz y en ciertas escenas que comenzaron en el 2011 y terminaron en el 2013. Pero en ese momento era más fácil producir, era otro momento político y todos teníamos más esperanza en lo que hacíamos. Hoy día, con todo lo que pasó, es una suerte tener esta película, si bien me cuesta la exhibición y voy aprendiendo sobre la marcha. Pero todavía estamos en la lucha”.

Durante el período de tiempo referido, la temática que Sequía aborda ha conocido también una visibilidad mayor. Según Fabrissin, “cuando empecé con esta película se trataba de un tema social importante, pero creo, si no me equivoco, que todavía no se había realizado ninguna marcha de Ni una menos. Acá en Reconquista siempre se supo que esto existe, pero ahora ya no pasa tan desapercibido, como una noticia más. Acá se sabía que al venir extranjeros, los pibes y las pibas estaban en exhibición, para esas peñas con fiestas medio perversas que se realizan. Al hacer la película, el asunto no tenía el auge que tiene hoy día, afortunadamente, el movimiento feminista”.

En palabras de su director, “Sequía tiende a mostrar algo cruel, que es duro, que sucede. Por un tiempo más va a seguir pasando, hasta que se pueda lograr que cambien estos paradigmas culturales. La maldad es parte de la humanidad, y la ficción es una forma de purgar estos demonios para transformarlos en algo más positivo”. En esta tarea siempre colectiva que implica el cine, Fabrissin agradece la amistad y trabajo de gente de Rosario que le abrieron sus puertas, como Germán Irurzun, Lucio García y María Langhi, “porque más allá del premio (que significó el subsidio del programa Espacio Santafesino) todos me dieron una mano”.

Sequía cuenta con las actuaciones de Rubén Altamirano, Oscar Magnago, Adriana Bazán, Candela Loza, Luciana Zalazar y Julián Trosch. La producción es de Gastón Duarte, en la fotografía se desempeñó Pablo González Galetto, la música es de Dardo Nardelli, y el montaje ha sido obra de Lucio García.