Escribo esta nota para compartir la inmensa preocupación que nos genera lo que aprobó la Legislatura porteña, pese al amplio abanico de críticas y movilizaciones públicas: una Ley que crea la Unicaba y establece la muerte lenta de los Institutos Superiores de Formación Docente. Imaginemos por un segundo que de lo que se trata es de la formación de médicxs, que el conjunto de lxs especialistas en el tema se oponen, que se manifiestan en las calles y que son reprimidos. Más aún, pensemos como nos sentiríamos si nos va a operar un cirujano que se formó en instituciones sin legitimidad académica, inauguradas con la oposición del conjunto de los especialistas en Salud. Pero no se trata de médicxs, se trata de docentes, imprescindibles ambos para pensar mejor vida para las próximas generaciones. 

En tiempos de inmensas transformaciones socioculturales y en los que la educación escolar se expande, su democratización exige nuevas pedagogías, y por eso necesitamos mejorar, ampliar, fortalecer la formación docente. Eso nadie lo duda. ¿Es este el modo? Veamos: 

¿Qué muestra la Ley aprobada? Un profundo desprecio por las experiencias y saberes acumulados en las instituciones centenarias de la CABA que forman docentes. Una inmensa desconfianza en su tarea, en las informaciones que brindan, en los lazos que construyen. También muestra que ignora que CABA ya tiene Universidades que forman docentes (UBA, Unipe y otras públicas y privadas). 

¿Cómo se aprobó? Sin consulta ni debates abiertos con los Institutos Superiores de Formación Docente ni con especialistas de Universidades y otros centros de investigación, ni con gremios docentes, ni con actores de la cultura, ni con centros de estudiantes y podríamos seguir la lista... Se funda en un diagnóstico erróneo, desactualizado y que no incluye una evaluación de las políticas de Formación Docente que desarrolló este gobierno en los 11 años que llevan a cargo de CABA. No han presentado un estudio de factibilidad serio que fundamente las razones que justifican dicha inversión. No tienen el aval de investigaciones que muestren que las Universidades forman mejor a los docentes que los Institutos Superiores. Más aún, no tuvieron el apoyo de ningún legislador/a que no sea estrictamente oficialista. 

¿Qué proponen? Dos cosas bien distintas: para los Institutos Superiores de Formación Docente un control reticular hasta la asfixia. En cambio, una solución mágica para resolver la compleja problemática de la Formación Docente: la creación de una Universidad. Los y las colegas que se especializan en este tema muestran, además, que es una Universidad “de cartón”, que no responde a los parámetros mínimos que exige la normativa vigente.

Se abren preguntas inquietantes: ¿Cómo puede ser que abrir una Universidad provoque múltiples y multitudinarias manifestaciones en contra? ¿Se pueden construir políticas educativas sin mínimos acuerdos colectivos? ¿Podemos poner a la formación docente en semejante riesgo? 

Los Institutos no son las mismas instituciones que hace 20 años: tienen cogobierno, equipos que investigan, cuentan con centros de estudiantes, trabajan con escuelas cercanas. Entienden y defienden una educación como derecho social e individual y como responsabilidad del Estado. ¿Será eso lo que quieren poner en riesgo cuando promueven su asfixia y la creación de una institución que no solo no se reconoce en la historia sino que se enorgullece de ello, que nace despreciando lo que hay? 

Releo esto que escribí y me doy cuenta de una omisión. Creo que sí, que hay algo para festejar: la escena de tantxs profesorxs y estudiantes juntxs siguiendo desde la calle el debate en la Legislatura, la de los abrazos desconsolados de lxs pibxs cuando el proyecto que rechazamos fue aprobado, conmueven y esperanzan. Estaban ahí, como colectivo que defiende la educación pública, que defiende el derecho a la educación de las generaciones que vienen. Quizás allí radique la explicación de la aprobación de este proyecto. En fin, tenemos una inmensa y difícil tarea por delante, pero tenemos con qué y con quienes. No es poco, hay también para festejar.

Alejandra Birgin: Profesora e investigadora UBA-Unipe.