Pakistán vivió ayer una jornada sangrienta producto de dos atentados. Uno en un mercado de frutas, en el noroeste del país y el otro en el consulado de China en la ciudad de Karachi. 

Cerca de las 9.30, hora local (1.30 hora argentina ), tres hombres armados comenzaron a disparar y a lanzar granadas tratando de entrar en el consulado chino en Karachi, según informó Mohamed Ishfaq, portavoz policial. La situación provocó un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los atacantes, que se prolongó durante más de media hora, hasta que fueron abatidos. Ishfaq señaló que los tres atacantes, uno de ellos con un chaleco cargado de explosivos y dos agentes de Policía murieron en el ataque. Además, un guardia de seguridad resultó herido. 

Seemi Jamali, portavoz del Hospital Jinnah, adonde trasladaron a los fallecidos, indicó que además de los cuerpos de dos policías, también habían recibido los cadáveres de dos civiles, un padre y su hijo que habían ido al consulado a solicitar un visado. 

Poco después, el ministro de Exteriores paquistaní, Shah Mehmood Qureshi, afirmó que los atacantes querían secuestrar a personal chino. “Había unos 21 chinos en el consulado y todo ellos están seguros y han sido trasladados a un lugar seguro”, afirmó el ministro ante la Asamblea Nacional, (cámara de diputados). El ataque contra el consulado fue reivindicado por el 

Ejército de Liberación Baluchi (ABL), que busca la independencia de la provincia suroccidental de Baluchistán. “El objetivo del ataque es claro: no toleraremos la expansión militar china en suelo baluchi”, afirmó el grupo en un comunicado. “Consideramos a los chinos como opresores, y también a las fuerzas paquistaníes ya que ambos destruyen el futuro de Pakistán” aseguró el portavoz de la ABL. 

China cuenta con una gran presencia en territorio paquistaní debido al proyecto Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), una inversión  multimillonaria de infraestructuras financiado por Pekín, que cuesta más de 60.000 millones de dólares. El CPEC, puesto en marcha en 2015, financia la construcción de una ruta comercial que conectará la ciudad de Kasghar, en la provincia noroccidental china de Xinjiang, con el puerto paquistaní de Gwadar (suroeste) en Baluchistán, proporcionando al gigante chino una puerta al mar Arábigo.

El primer ministro paquistaní, Imran Khan, afirmó en su cuenta de Twitter que el fallido ataque es una reacción a los acuerdos sin precedentes que logró en un reciente viaje a China. “El ataque tenía la intención de asustar a los inversores chinos y debilitar el CPEC”, aseguró el mandatario, quien ordenó una investigación de lo sucedido.

En tanto, el gobierno chino reaccionó rápidamente con una condena del ataque y pidió a Pakistán que tome medidas para garantizar la seguridad de los ciudadanos chinos que trabajan allí. Este no es el primer ataque contra intereses chinos en territorio de su aliado. En febrero un ejecutivo chino de una compañía de transporte marítimo fue asesinado a tiros en las calles de Karachi y en junio de 2017, el grupo terrorista Estado Islámico (EI) anunció que había asesinado a dos ciudadanos chinos en la región de Baluchistán.

Tan solo media hora más tarde del ataque en la legación diplomática, otro atentado causó la muerte de al menos 31 personas en un mercado de las zonas tribales del noroeste de Pakistán. “Un artefacto casero escondido en una caja de verduras estalló matando a 31 personas e hiriendo a otras más de 50”, declaró Ameen Ullah, un alto funcionario local. “Fue un atentado terrorista, pero no está claro si fue un artefacto explosivo improvisado (IED, siglas en inglés) o un suicida que se inmoló”, afirmó el portavoz de la administración de la zona, Mohamed Bilal. La fuente indicó que el atentado se produjo cerca de las diez de la mañana, cuando había varias personas en el lugar. Hasta el momento, ningún grupo se reivindicó el atentado. 

Pakistán lanzó una operación militar en las zonas tribales del noroeste del país en 2014 en la que murieron 3.500 personas, sospechosos de ser terroristas. Según datos del ejército, en 2017 se sumaron nuevos operativos antiterroristas en otras partes de su territorio. “La guerra contra el terrorismo no ha acabado”, afirmó ayer el jefe del Ejército paquistaní, Qamar Javed Bajwa. Las zonas tribales paquistaníes, fronterizas con Afganistán, forman una región donde los talibanes y Al Qaida actúan desde hace tiempo. Fueron, además, el foco de atención de la llamada guerra contra el terrorismo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.