Gabriela González Trilla es bióloga, investigadora del Conicet y especialista en humedales, y una de las personas que viene trabajando desde hace varios años para que el área donde se encuentra el yacimiento arqueológico sea incluido dentro de la Reserva Natural. El sitio quedó excluido cuando en 2015 el Concejo Deliberante de La Matanza aprobó la Reserva Ciudad Evita, a pesar de que estaba incluido en el proyecto inicial. “Los humedales prestan una serie de bienes y servicios ecosistémicos fundamentales. El más reconocido es la amortiguación de las inundaciones donde los ríos desbordan, porque albergan agua por debajo y por encima de su sustrato, además de tener plantas que liberan columnas de agua de  contaminantes. El área es planicie de inundación que se viene rellenando y con esos rellenos desaparecen los bienes y servicios asociados” explicó la especialista.

“El relleno y las construcciones eliminan el humedal y la flora y fauna asociada y hay una transformación completa del ambiente, que ni siquiera se mantiene como ambiente natural, y se pierden funciones como la fijación de dióxido de carbono y la detoxificación de los contaminantes que están en el agua, y eso en una zona como la cuenca Matanza Riachuelo es muy importante”, advirtió. “En este momento hay un proyecto en la comisión de Medio Ambiente de la Legislatura provincial para que la zona donde está el sitio sagrado para los pueblos originarios sea declarado reserva especial, porque es una reserva urbana, y se subsane el error que se cometió al dejar esa área afuera de la Reserva en la resolución original”, agregó.