“Nadie negocia con débiles”, suele afirmar el titular del gremio de los pilotos, Pablo Biró. Una frase que se transformó en una máxima imprescindible entre los cinco de los seis sindicatos aeronáuticos que enfrentan la ya inocultable decisión política del Gobierno nacional de desguazar Aerolíneas Argentinas y Austral. En este momento no hay lugar para el diálogo. La Casa Rosada, a través del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, respondió al paro que comienza esta medianoche con un lock out patronal al suspender todos los vuelos del lunes y, por supuesto, acusa los sindicalistas de perjudicar a los usuarios y a la empresa. La empresa vive un momento de caos al que se le suma la renuncia de la gerencia operativa de Aerolíneas que tiene a su cargo la responsabilidad de garantizar las operaciones aéreas. Incluso el propio ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, reconoció –ante la consulta de los gremialistas– que tiene orden de “muy arriba” de no intervenir.

El reclamo salarial que venían realizando la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), la Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), la Unión de Personal Superior Aeronáutico (UPSA) y la Asociación del Personal Técnico (APA), se transformó en el disparador que buscaba el Gobierno nacional para acelerar su plan de destrucción de la aerolínea de bandera. Esto sucedió a partir del 8 de noviembre cuando estos cinco gremios realizaron asambleas que provocaron una lógica demora en el tráfico aéreo de los aeropuertos de todo el país. El Ministerio de Transporte junto a un grupo de medios de comunicación aprovecharon el conflicto para agudizar la confrontación entre pasajeros y trabajadores. El presidente de Aerolíneas Luis Malvido hizo su aporte al ordenar la suspensión de 376 trabajadores que participaron de las asambleas. Así se configuraba el mejor escenario para los funcionarios macristas y el ministro Dietrich lo había anticipado en la reunión anual de la Asociación Latinoamericana y Caribeña del Transporte Aéreo que se realizó en Panamá. Allí dijo que “el trabajo del ministro de Transporte de Perú es más fácil que el de Argentina porque no tiene” una línea de bandera. 

Ante la prueba de lo que pretende el Gobierno, los gremios aeronáuticos consensuaron un plan de lucha que incluye el paro que comienza esta medianoche. De todas formas hubo gestiones para que el ministro Sica decretara una conciliación obligatoria pero este se declaró, de alguna manera, “incompetente” porque la orden presidencial era dejar todo en manos de Dietrich. Entonces Sica se borró.

Convencido de que contará con el respaldo de los usuarios, Dietrich redobló la apuesta y ordenó un lock out al suspender todo el servicio aerocomercial de Aerolíneas y Austral. Una decisión favorable para las otras líneas aéreas y sobre todo a las low cost porque Aerolíneas bien puede redireccionar a sus pasajeros a esas empresas. Por si acaso, los pilotos de APLA en LAN anunciaron que no iban a aceptar que sumen vuelos y ellos sólo iban a cumplir con los ya programados.

El paro de este lunes no será la única de las actividades que realizarán los gremios aeronáuticos que ya tienen experiencia en esto de defender la existencia y continuidad de la línea aérea de bandera. Ya lo hicieron en los noventa cuando incluso no eran cinco sino seis gremios. En aquellos aciagos días el sindicato de los Aeronavegantes, por entonces conducidos por Alicia Castro, formaba parte del frente sindical que luchó a capa y espada (o flaps y turbinas) por la reestatización de Aerolíneas.

Por caso, el martes entre las cuatro y las siete de la mañana se realizarán asambleas en todos los gremios que integran la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte. La CATT, que lidera el portuario Juan Carlos Schmid, sumó la defensa de Aerolíneas y la solidaridad con los gremios del sector a esas asambleas que provocarán que hasta el mediodía haya inconvenientes con el transporte público, incluido el aerocomercial.

Estas medidas de acción directa bien podrían provocar la reacción del ministro Sica pero tampoco tiene planeado hacerlo. 

Superado el martes, los aeronáuticos no descartan realizar actividades de concientización con los pasajeros que pueden ir desde actos en los aeropuertos como la entrega de volantes explicando el motivo de la lucha que, como ya se dijo, dejó de ser solo salarial sino también en defensa de la línea de bandera. Sin embargo, entre los hombres que conducen estos gremios no se considera descabellado el poder realizar otro paro más que podría afectar el arribo de los aviones que traen a los participantes de la cumbre del G20. Esto no está escrito ni acordado pero para nada descartado. 

A esta situación hay que sumarle otro hecho que da cuenta del caos que está provocando la gestión macrista. El viernes pasado los integrantes de la gerencia de Operaciones presentaron su renuncia. En principio por motivos personales pero, según confiaron dirigentes sindicales, tiene que ver con el desmanejo de Malvido. Las dimisiones representan un serio problema incluso de seguridad porque esta área tiene a su cargo verificar, por ejemplo, que los pilotos designados estén habilitados y en condiciones de hacer los vuelos; controlar que mantenimiento entregue la flota en condiciones; el monitoreo de despacho, peso y balanceo de las aeronaves e incluso el seguimiento de las modificaciones que puedan realizar los fabricantes de los aviones y que luego se apliquen. Sin estos integrantes prácticamente la empresa no puede funcionar. Por ahora Malvido logró que se queden hasta que consiga los reemplazos.