En quechua, Jallalla es una expresión que significa sacar hacia afuera un sentimiento interno y representa una energía positiva y vital. “Una fuerza potenciada”, sintetiza la coplera y vientista Micaela Chauque, que eligió ése nombre para titular su tercer disco, que presentará mañana a las 20 en Usina del Arte, Caffarena 1. Chauque nació en el departamento de Iruya, Salta, y vivió toda su vida en Tilcara. “Mi vida transcurrió entre valles y quebradas”. Desde ahí dice, interpreta y construye su música, que transita el folklore pero desde una raíz indígena. Jallalla, de este modo, propone un recorrido musical por el paisaje sonoro de la Quebrada de Humahuaca y la cultura andina (carnavalitos, bagualas, taquirari) pero con un abordaje actual y universal. 

“El audio tiene algunos aportes de sintetizadores. La finalidad fue reforzar el mensaje más que mostrar una sonoridad eléctrica. Las quenas y los sikus tienen uno sonido agudo, entonces los sintetizadores sumaron un sonido grave. Fue una forma de equilibrar”, explica Chauque. “Me interesa cantar coplas de una manera distinta, intervenidas. Tiene que ver con la forma de cantar hoy. Los abuelos tenían otra forma de canto. Recuerdo a la copla como algo triste y melancólico, y yo quiero mostrarla como algo vivo y renovado”, redondea la idea.

En este disco, Chauque encuentra un equilibrio entre composiciones propias y ajenas; y entre instrumentales (como “Kolo kolito” o “Niña Rosa”) y cantadas (como “El guajojó”, de Peroy Ávila). “Aparte de estudiar los instrumentos, el hecho de incluir letras me abrió otro campo, un camino más grande que tengo que seguir explorando. Me inicié cantando coplas y ahora apareció el canto”, cuenta la también lutier. En “Florcita de cardón” Ricardo Mollo hace una dupla vocal con ella y Diego Arnedo “armó la sonoridad estética” con su bajo en “Tengo bagualas y coplas”. Su vínculo con Divididos se remonta desde la gira del disco Amapola del 66 (2010), que la tuvo como invitada en varias paradas. “Fue una cuestión de sentimiento, por eso los invité. Son grandes maestros, aprendí mucho de ellos. Tienen una experiencia tremenda en el escenario y también en cuanto a organización y producción”, dice la coplera.

–Usted coordina hace varios años el Encuentro de Mujeres Artistas de la Quebrada llamado Jallalla Warmi. ¿Cobra mayor dimensión el encuentro en un contexto donde las luchas de las mujeres están más presentes en la vida social?

–Es un encuentro que nació por la inquietud de colegas músicas que querían cantar y tocar, y la idea es reflejar la energía viva de la voz. Nos dimos cuenta que hay movimientos nacionales y manifestaciones de mujeres que salen a la calle a defender sus derechos. Y en la música no estamos alejadas de esa realidad, porque además somos mujeres, entonces hay algo ahí que debe ser atendido. Porque tenemos una mirada, una estética y una sensibilidad distinta. En los festivales nacionales, en general, prefieren programar artistas masculinos. No entiendo mucho eso. La mujer kolla trabaja y sostiene la familia. Antes la lucha era adentro del hogar pero ahora salimos a la calle. Los instrumentos de vientos tradicionalmente eran ejecutados por hombres, pero esa realidad está cambiando. Hay muchas bandas de sikuris integradas por mujeres.