Desde Guadalajara

“Nuestras Juanitas” son guerreras de la palabra. Ellas participan en el campo de batalla de la literatura y la política. No son indiferentes a la lucha cotidiana por visibilizar la escritura de mujeres. Ningún machirulo, ningún hombre necio, podrá silenciarlas. Laura Niembro, directora de contenidos de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), presentó una de las actividades más memorables de esta edición, “Lectura polifónica de las ganadoras del Premio de Literatura Sor Juana Inés de las Cruz”, con Gioconda Belli (Nicaragua), Nona Fernández (Chile), Ana García Bergua (México) Margo Glantz (México), Tatiana Lobo (Chile), Angelina Muñiz-Huberman (Francia-México), Claudia Piñeiro (Argentina), Laura Restrepo (Colombia), Cristina Rivera Garza (México), Cristina Sánchez-Andrade (España) y Clara Usón (España). Cada una de las once ganadoras del premio –que reconoce el trabajo de las mujeres en el mundo hispano– tomó un poema, texto o aspecto de la vida de la religiosa y poeta, considerada por muchos como la “décima musa”, para producir un texto inédito, inesperado, sobre “la peor de todas”. Dentro de muchos años, más de una mujer dirá “yo estuve ahí”, con el orgullo que deja haber sido testigo de una circunstancia excepcional.

La potencia y diversidad de la literatura escrita por mujeres se desplegó en el escenario. Gioconda Belli, que ganó el Sor Juana en 2008 con El infinito en la palma de la mano, intervino el poema “Hombres necios que acusáis”. Nona Fernández, que obtuvo el premio el año pasado con La dimensión desconocida, combinó la vida de las estrellas, desde su origen hasta su muerte, con la vida de Sor Juana. Tatiana Lobo, ganadora en 1995 con su novela histórica Asalto al Paraíso, reconoció que le conviene que Sor Juana Inés de la Cruz haya nacido un 12 de noviembre porque la escritora chilena, que vive en Costa Rica, nació un día después, el 13, y siente que le llegan ciertas “ondas astrales”. “En lo que más me identifico con ella es en el desafío. Tuvo que tener mucha audacia para llamar necio a los hombres. A más de tres siglos de su existencia estamos aquí para celebrar el triunfo de su inteligencia, su talento y el testarudo ejercicio de su libertad de expresión”, afirmó Lobo. Cristina Rivera Garza, ganadora dos veces en 2001 y 2009 por Nadie me verá llorar y La muerte me da, comenzó su intervención antes de que empezara la lectura, cuando se repartió entre el público estampitas en la que se leía: “Comparte a esta sor Juana de la suerte para que no encuentres hombres necios en tu camino”. La escritora mexicana leyó algunos de los memes que circulan por las redes sociales en torno a la figura de Sor Juana.

Cristina Sánchez-Andrade, ganadora en 2004 con Ya no pisa la tierra tu rey, comparó a Sor Juana con Emily Dickinson, quien nació dos siglos después de la monja mexicana y se encontró con circunstancias tan semejantes que recurrió a la transgresión por medio de una vida aislada, lejos del matrimonio. Margo Glantz, que obtuvo el premio en 2003 por El rastro, reflexionó sobre la esencia y la forma del soneto, y sobre cómo evitar caer en esa trampa del rigor, de quedar aprisionadas en las estrictas reglas de la métrica y perder el espíritu de la poesía. Clara Usón, la ganadora de este año con El asesino tímido, leyó un breve texto, un pasaje de la vida austera y abnegada de Sor Juana en el convento, donde analizó lo que es el pecado. “Dinos al oído, Juana Inés, uno de tus versos”, empezó Laura Restrepo, ganadora del premio en 1997 con Dulce compañía, para avanzar sobre todo lo que tuvo que hacer la monja mexicana para alcanzar sus sueños. Después de la lectura, las premiadas comentaron las circunstancias en las que se habían enterado que habían ganado el Sor Juana, y luego eligieron rescatar a escritoras olvidadas o poco reconocidas que deberían recibir el premio, en algunos casos de un modo póstumo, como la uruguaya Armonía Somers, las españolas Ana Maria Matute, Rosalía de Castro y Mercè Rodoreda, la argentina Alejandra Pizarnik, la nicaragüense Rosario Aguilar, que tiene 80 años; las chilenas Gabriela Mistral y Diamela Eltit, la colombiana Piedad Bonnett y la cantante mexicana Chavela Vargas, entre otras.

   Claudia Piñeiro, ganadora en 2010 con Las grietas de Jara, recordó que Sor Juana “luchó por tener educación en un mundo en que no estaba bien visto que una mujer la tuviera” y eligió cinco palabras que hacen eco “en el aquí y ahora”: manipulación, mansplaining, machirulo, patriarcado y sororidad. En el caso del patriarcado, la escritora argentina citó un canto que han entonado las mujeres argentinas durante las movilizaciones que realizaron este año: “Ahora que estamos juntas, ahora que sí nos ven, abajo el patriarcado se va a caer, se va a caer. Arriba el feminismo que va a vencer, que a vencer”. Además, puso el micrófono en su teléfono celular para que se pudiera escuchar el canto grabado de unas de las marchas de mujeres y alzó su mano izquierda para mostrar anudado el pañuelo verde de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “La fuerza del colectivo de mujeres hoy, en el siglo XXI, nos permite entonar ese canto que Sor Juana no tuvo. Ante críticas despiadadas, las Sor Juana de hoy, anónimas o públicas, contamos con algo con lo que ella no contó en aquel momento histórico: la sororidad del colectivo de mujeres”, planteó Piñeiro. “¡Se va a caer!”, gritó una mujer en la sala. “¡Se va a caer!”, se sumó otra voz para celebrar esa caída tan anunciada como esperada. El público aplaudió y ovacionó a la escritora argentina. Piñeiro mencionó la frase de Sor Juana en el libro del convento: “Yo, la peor del mundo”. “Que sea también nuestro canto. O nuestro grito: Yo, la peor del mundo, y qué. Un grito orgulloso”.