Con un retroceso de 9,6 por ciento en noviembre frente al mismo mes del año pasado, el consumo privado registró su sexta caída consecutiva. Fue la contracción más profunda en el indicador mensual de consumo (IMC) desde agosto de 2002, cuando hubo un retroceso de 11,2 por ciento. La medición mensual sin estacionalidad para noviembre marcó, por su parte, un retroceso de 3,3 por ciento frente a octubre. Afectada por la pérdida en el poder adquisitivo de los trabajadores y el alza en las tasas de interés, la medición elaborada por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala acumula una baja de 10,3 por ciento en los primeros once meses del año.

El colapso en el consumo privado se observa en las ventas de supermercados, concesionarias, shoppings, casas de electrodomésticos y locales de indumentaria. El impacto recesivo de la corrida cambiaria y el ajuste fiscal y monetario implementado para intentar controlarla se extiende así hacia las actividades industriales y comerciales que abastecen al mercado interno. La aceleración en el proceso de destrucción de empleo que acompaña a esa dinámica profundiza la contracción del consumo privado que es el principal componente del PIB en Argentina.

“La magnitud de la crisis demuestra la inefectividad de las políticas de ajuste en todo contexto. Pero la solución no depende de una medida puntual, sino de redefinir el marco global de la política económica con un mayor énfasis en el cuidado de los sectores asalariados y su nivel de ingreso”, explicó a este diario el investigador del ITE y ex director del BCRA, Juan Cuattromo. Los economistas advierten que no existen motores genuinos para impulsar el crecimiento. Señalan, por eso, que una recuperación de la actividad dependerá de la capacidad del gobierno para contener el tipo de cambio y la recuperación de los ingresos reales de los asalariados ante los aumentos de precios. Sin embargo, desde su perspectiva, el “equilibrio” cambiario es muy endeble: “Los niveles de riesgo argentino que siguen elevados a pesar de la estabilización cambiaria y la renegociación con el FMI, reflejan la escasa confianza en la gestión económica”, indican en el último informe. 

Aunque el Gobierno lanzó una serie de políticas de ingresos –pago del bono a los trabajadores del sector privado o incremento en dos tramos del monto de la AUH– desde el ITE apuntan que esas iniciativas tienen alcance acotado y carácter transitorio. Por lo tanto, no arrojarán un impacto significativo en términos de actividad. 

Estimaciones recientes realizadas por el equipo de investigadores del Cetyd de la Unsam advierten que la caída del poder adquisitivo del salario será una de las mayores desde 2002. Sobre un conjunto de 17 convenios colectivos analizados, en 7 se observa que la contracción del poder adquisitivo es igual o superior al 15 por ciento. Los más castigados son los trabajadores públicos y los de la industria de la alimentación que perderán hasta un 19 por ciento de su capacidad de compra. También experimentarán pérdidas significativas los asalariados que se desempeñan en los rubros metalúrgicos, textiles, comidas rápidas y seguridad privada.

Entre los insumos estadísticos utilizados por el ITE, que depende de ATE y UTE para elaborar su indicador, se destaca la caída en la venta de autos nacionales, que el mes pasado bajó a la mitad respecto de doce meses atrás. Por su parte, la recaudación del IVA subió apenas un 0,5 por ciento anual. De acuerdo a CAME, las ventas minoristas se desplomaron un 15,6 por ciento y cerca de un 85 por ciento de los comercios registraron una baja en sus ventas. Finalmente, el crédito real en pesos cayó un 13,4 por ciento anual. Las caídas fueron concentradas en las líneas para Adelantos (6,2), Documentos (7,0), Hipotecarios (1,2), Personales (2,0) y Prendarios (3,1).