En tiempos de un discurso económico dominante para el cual el salario es un costo, una carga en el proceso productivo que hay que bajar “para ganar competitividad”, las palabras de Miguel Acevedo parecen transitar a contramano. La llamada del presidente de la UIA a “reactivar el mercado interno” y la defensa del poder adquisitivo del salario es, por lo pronto, un desafío a la política económica del gobierno, que camina en sentido contrario. Sus dichos se asientan en la realidad que reflejan las propias estadísticas oficiales. La actividad industrial se está desmoronando. 

 De los doce sectores sobre los que informa el Indec en su informe de actividad industrial, en diez se verifican caídas en octubre con respecto al mismo mes del año pasado. Los dos excluidos en esa debacle mensual (industria alimenticia y refinación de petróleo) tienen, sin embargo, una evolución negativa si se toma como referencia la producción acumulada en el año con relación a 2017. “No se salvó nadie de la caída”, dijo Acevedo y no se equivoca.  

 En octubre el sector de textiles tuvo una caída interanual del 23 por ciento, fibras sintéticas y artificiales (ligado al anterior, aunque incluido dentro de industria química por el Indec) cayó 46,6 por ciento. La industria metalmecánica, 21,3 por ciento. Los más ligados al mercado interno, y a la vez más representativos del sector pyme, son los que más padecen la crisis. 

 Pero la crisis también alcanza a sectores impensados: los vinculados a la actividad agrícola. Así lo describe el Indec: “En octubre de 2018, el segmento de maquinaria agrícola presenta disminuciones principalmente en la fabricación de tractores, cosechadoras e implementos agrícolas. Las cantidades vendidas de cosechadoras nacionales disminuyeron 65 por ciento, las de tractores 52,9 y las de implementos, 34,9. En el caso de las sembradoras, las ventas totales de unidades nacionales e importadas disminuyeron 19,2 por ciento en el tercer trimestre de 2018 respecto del año anterior”.

 El gobierno espera una recuperación para mediados del año próximo, cuando pase la tormenta y el impacto de medidas “que hubo que tomar”, dice. El titular de la UIA no lo ve igual. Al contrario: imagina un 2019 más preocupante que un ya muy mal año 2018. No le faltan razones.