Luego de que Leonel Chiacchiarelli se recibió de Ingeniero en Materiales en el Instituto Sábato, decidió continuar su carrera en el exterior y se graduó como Máster en Ciencia en la Universidad de Ohio, Estados Unidos, y como Doctor en la Universidad de Perugia, Italia. Después de haberse radicado en el exterior, se repatrió a través del programa RAÍCES del entonces Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. Desde aquel regreso al país, se desempeña como investigador del CONICET en el Instituto de Tecnología en Polímeros y Nanotecnología (ITPN). 

Actualmente, pertenece al Grupo de Propiedades Mecánicas y Fractura liderado por la Doctora Celina Bernal y es Director Académico de la Maestría en Ingeniería de Materiales Compuestos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA), además de ser profesor adjunto del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA). 

En diálogo con Universidad, Chiacchiarelli profundizó acerca del proyecto por el cual fue galardonado en los premios INNOVAR, el impacto socioeconómico que podría generar en nuestro país el desarrollo del mismo y la importancia de la interacción entre la industria y la academia para llevarlo a cabo. 

En la última edición de los premios INNOVAR fuiste galardonado dentro de la sección investigadores. ¿En qué consiste el proyecto que te llevó a tal reconocimiento?

El proyecto consiste en el uso de aceite de soja como materia prima para la fabricación de espumas de poliuretano aplicadas en la industria de la construcción. Esto permitirá sustituir importaciones, aumentar la eficiencia energética y generar puestos de trabajo en nuestro país. Argentina se destaca por ser un gran productor mundial de materias primas. Por ejemplo, el complejo oleaginoso nacional se destaca por su alta competitividad. Sin embargo, el gran desafío radica en la transformación de estas materias primas en productos de mayor valor agregado, como los polímeros. Dentro de esta gran familia, los poliuretanos representan un grupo de materiales cuya aplicación abarca muchas áreas de la industria argentina e internacional. El uso de poliuretano proyectado o de paneles termoaislantes representa la opción más viable, permitiendo amortizar la inversión a largo plazo a través de un aumento de la eficiencia energética. En Argentina existe un clúster de empresas que actualmente se dedican a la proyección de poliuretano y la fabricación de paneles termoaislantes para steel framing. Los transformadores locales usan formulaciones desarrolladas por las multinacionales radicadas en nuestro país, como Huntsman o Dow. Esos precursores son importados, lo que implica un aumento del déficit comercial. Frente a este escenario, varias empresas nacionales desarrollaron variantes a partir de polioles poliéster. Sin embargo, usaron precursores no-renovables que tampoco eran de origen nacional. Frente al reciente escenario económico, su elevado costo no permitió que el desarrollo se expanda considerablemente. Para resolver esta problemática, el grupo de investigación estudia la escalabilidad del uso de aceite de soja como precursor de espumas rígidas de poliuretanos. Otro aspecto clave del desarrollo radica en el uso de nanopartículas de origen nacional que confieren elevadas propiedades ignífugas de aislación térmica, así como un reducido envejecimiento.

¿Qué impacto socioeconómico puede tener en nuestro país el desarrollo de tu proyecto?

Se crearán empresas en territorio nacional que se dediquen a la producción de polímeros basados en aceites naturales, como el aceite de soja. En una primera etapa, estos polímeros pueden usarse para sustituir importaciones y en un futuro se podrán exportar a mercados regionales como Brasil. Asimismo, la utilización de espumas de poliuretano en estructuras domiciliarias, comerciales e industriales, implicará un aumento significativo de la eficiencia energética. Esto contribuirá a una considerable disminución del consumo energético de nuestro país, dado que las espumas de poliuretano son los mejores materiales aislantes disponibles en el mercado. 

Otro aspecto importante que tiene que ver con la sustentabilidad del desarrollo propuesto es que los precursores que actualmente se utilizan en industria son derivados del petróleo. Asimismo, los procesos de síntesis también involucran el uso de materias primas muy peligrosas, como el óxido de propileno. Si elaboramos precursores a partir de aceite de soja en vez de derivados del petróleo, podremos no sólo generar una cadena de valor sustentable, sino también en una reducción significativa en costos de logística y riesgos asociados a la utilización de materias primas altamente inflamables. 

El aceite de soja es una materia prima usada principalmente en la industria alimenticia. ¿Qué implicancias tiene tu proyecto a nivel social?

Vivimos en un mundo caracterizado por el uso de energía proveniente de recursos no-renovables como el petróleo. La combinación de un aumento en las necesidades de la creciente población mundial implicará un cambio del paradigma actual de energía económica e inagotable. Las próximas generaciones tendrán que acostumbrarse a usar más eficientemente la energía, además de acostumbrarse a que la tierra no sólo se utilizará para la producción de alimentos, sino también para la síntesis de otros materiales de mayor valor agregado. Un caso concreto -y que ocurre en nuestro país- es la elaboración de biocombustibles o plastificantes a partir de aceite de soja.  

¿Qué opinás acerca de la interacción industria y academia en la Argentina? 

La sinergia entre academia e industria es esencial para el desarrollo de nuestro país. Argentina se caracteriza por un entramado industrial en donde la mano de obra proviene fundamentalmente del conglomerado de PyMES nacionales. Por otro lado, tenemos una masa crítica de investigadores que producen conocimiento básico y aplicado de alto nivel. Si tenemos en cuenta que el fruto de nuestras investigaciones tiene que generar fuentes de trabajo de alta calidad, así como fomentar el emprendedorismo, es importante enfocar las investigaciones en los eslabones de la cadena de valor industrial, en donde una PyME se pueda insertar y competir a nivel nacional e internacional. 

Para mejorar esta interacción, considero que las PyMES argentinas tienen que cambiar su visión con respecto a la innovación, fomentando las inversiones a largo plazo a través de la reinversión de sus utilidades. Por otro lado, la academia debería trabajar fuertemente en acelerar y agilizar la burocracia asociada a las actividades de transferencia de tecnología, fomentando que los investigadores realicen estas actividades en conjunto con las investigaciones que tienen como fin principal las publicaciones académicas.