Vale repasar algunas de las medidas y dinámicas económicas ejecutadas por el gobierno de Macri: Eliminación de la administración cambiaria; devaluación del peso frente al dólar con un incremento del tipo de cambio nominal del 300 por ciento; proceso de reendeudamiento externo; el destino de la deuda no genera capacidad de repago; la deuda tiende a incrementarse y a derivar en incapacidad de pago; dolarización de tarifas; pérdida de valor de la moneda nacional y de sus atributos como unidad de medida; y derivado de los aspectos anteriores, inflación cambiaria.

La deuda hasta ahora es en esencia para pagar la deuda y la fuga de divisas. El FMI prefiere que sea sólo para pagar la deuda y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, estaría más alineado con esa orientación.

En cuanto a política cambiaria, el acuerdo con el FMI implicó una banda de flotación libre para el dólar inicial de entre 34 y 44. Si se supera la cota superior, la autoridad monetaria podrá vender hasta 150 millones de dólares de las reservas por día para intentar frenar el alza. Las bandas se actualizarán todos los días y se acumulará un 3 por ciento mensual hasta fin de año, y del 2 por ciento a partir de enero próximo. Así, se despedirá a 2018 con una zona de no intervención de entre 37 y 48 pesos. Es similar a la “Tablita” para especular de Martínez de Hoz.

Las ya sepultadas “metas de inflación” fueron reemplazadas por las “metas de agregados monetarios”. El compromiso con el Fondo es que el nivel de la base monetaria no aumente, nada, hasta mediados de 2019. Si la expresión en dinero del Producto es constante y existe una variación acotada y controlada del dólar, estamos en presencia de un grado elevado de convertibilidad.

Recordamos que el 12 de septiembre, el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow, recomendó que Argentina ate el peso al dólar como en los años de la convertibilidad o que directamente dolarice su economía, y aseguró: “La gente del Departamento del Tesoro está en eso”. El 24 de septiembre, el Presidente Macri recibió el premio honorífico 2018 Global Citizen Award entregado por la organización Atlantic Council cuyo interés es “construir y fortalecer la ya profunda integración económica entre Europa y los Estados Unidos, así como promover el liderazgo transatlántico en la economía global”.

EE.UU.

Alfredo Jalife-Rahme ensayó una explicación en una artículo publicado en La Jornada, de México, el 2 de septiembre: “el segundo Estados Unidos postindustrial y corporativo que apoya la producción y las empresas trasnacionales de la segunda revolución industrial, aunados al matrimonio de industrias de la energía, el petróleo y los sectores militares con el de los servicios y la construcción, son quienes ungieron a Trump, frente a otro Estados Unidos de Wall Street, la burocracia de Washington, Chicago, Hollywood y Silicon Valley que venden humo mediante su burbuja de los derivados financieros y buscan propinar un golpe de Estado en alianza con Soros”.

No existe una clara delimitación de intereses de estos grupos. La historia indica que en Estados Unidos existe una cultura de guerra keynesiana, es decir, la guerra dinamiza su economía. Tras la destrucción, es necesario construir lo destruido, como en el caso de Irak. Y toda gran inversión necesita de grandes finanzas.

Otro camino

¿Existe una alternativa popular? En 2003 asumió Néstor Kirchner como Presidente. Si bien el tipo de cambio competitivo es un atributo codiciado por cualquier nación, una serie de medidas muestran que las únicas salidas de la Convertibilidad de 2001 no eran la de devaluadores y dolarizadores.

En 2005 ocurrieron dos hechos trascendentes. Kirchner realizó una quita de la deuda externa del orden del 75 por ciento y luego efectuó un pago para sacarse de encima los condicionamientos del FMI, dando lugar a un proceso de desendeudamiento. El mismo año, junto a otros presidentes de la región, bloqueó la concreción del Área de Libre Comercio Para las Américas (ALCA), primer gran paso para la ampliación del dominio estricto de Estados Unidos en casi toda Latinoamérica, que abonaría el camino para adoptar el dólar como dinero de curso legal en Argentina.

Otra diferencia destacable en las políticas desplegadas en el período 2003-2015 fue el paulatino incremento del salario real, discrepando con dolarizadores, y también con devaluadores como Techint. Además, el eje estuvo en el mercado interno y no en las exportaciones. No fue más rentable la especulación financiera que invertir en bienes y servicios. Se profundizaba la integración Latinoamericana y no era pensada con la presencia de Estados Unidos.

* Economista, UBA.